18/07/2020, 00:41
Uzukage y uzujin se quedaron mudos ante su presencia. Ryūnosuke no les culpaba, aunque hubiese esperado algo más de aquel que tiene un poder similar al tuyo, en palabras de Akame. ¿Dónde estaba aquel fuego incandescente? ¿Dónde estaba el infierno que vería al enfrentarse a él?
Alzó un brazo, impaciente, y lamentó haber tenido que soltar a Kioku para realizar el Kawarimi. Estiró el dedo índice y corazón, inspiró y…
Algo penetró su oído sin importarle la Armadura del Dragón ni una piel dura como el titanio. Su mano dejó de responderle como debía. Se… ¿tambaleó? No había tenido aquella sensación en su vida, pero juraría que estaba sintiendo lo que los humanos llamaban marearse. El Hanabi frente a él se multiplicó. También el chico de pelo largo.
«Mejor», pensó. Más gente que aplastar. Quiso dar un paso hacia ellos, pero se dio cuenta que sus pies estaban pegados al suelo. Torció la vista, vio a Kaido. El motivo por el que su pupilo le había traicionado todavía era un misterio para él.
Escuchó un grito. De nuevo al frente. El chico le lanzaba un tajo. En circunstancias normales, lo hubiese esquivado. Bueno, esquivar no era su estilo. Más bien lo hubiese destrozado por la mitad. Pero aquel maldito sonido le impedía moverse bien.
En el último latido, se dio cuenta. Le estaban ejecutando un Genjutsu. Ojalá lo hubiese deducido antes. Lo hubiese roto a tiempo.
Dos cosas se rompieron en aquel momento. El cráneo de Ryūnosuke, que desapareció en una nube de humo blanca; y el acero del espadachín. La katana había perforado armadura, piel y hueso, pero había pagado el precio, partiéndose por la mitad.
Lo que ahora empuñaba Reiji entre sus manos era un acero quebrado.
Alzó un brazo, impaciente, y lamentó haber tenido que soltar a Kioku para realizar el Kawarimi. Estiró el dedo índice y corazón, inspiró y…
¡Cling…!
Algo penetró su oído sin importarle la Armadura del Dragón ni una piel dura como el titanio. Su mano dejó de responderle como debía. Se… ¿tambaleó? No había tenido aquella sensación en su vida, pero juraría que estaba sintiendo lo que los humanos llamaban marearse. El Hanabi frente a él se multiplicó. También el chico de pelo largo.
«Mejor», pensó. Más gente que aplastar. Quiso dar un paso hacia ellos, pero se dio cuenta que sus pies estaban pegados al suelo. Torció la vista, vio a Kaido. El motivo por el que su pupilo le había traicionado todavía era un misterio para él.
Escuchó un grito. De nuevo al frente. El chico le lanzaba un tajo. En circunstancias normales, lo hubiese esquivado. Bueno, esquivar no era su estilo. Más bien lo hubiese destrozado por la mitad. Pero aquel maldito sonido le impedía moverse bien.
En el último latido, se dio cuenta. Le estaban ejecutando un Genjutsu. Ojalá lo hubiese deducido antes. Lo hubiese roto a tiempo.
¡¡¡PAAMMM!!!
Dos cosas se rompieron en aquel momento. El cráneo de Ryūnosuke, que desapareció en una nube de humo blanca; y el acero del espadachín. La katana había perforado armadura, piel y hueso, pero había pagado el precio, partiéndose por la mitad.
Lo que ahora empuñaba Reiji entre sus manos era un acero quebrado.
![[Imagen: S0pafJH.png]](https://imgfz.com/i/thumbnail/S0pafJH.png)