18/07/2020, 01:26
Y su shinobi no le falló. Golpeó el cráneo de aquél cabrón con la ira del herrero. Y como si el herrero que llevase dentro quisiera más, comenzó a alimentar su forja llevándose como premio un trozo de acero quebrado. ¡Cling! ¡Puf! El decepcionante sonido de una derrota más: era un Kage Bunshin. Ah, ¿pero era una derrota? Hanabi no la sintió como tal. Si aquél monstruo se había ido, habían ganado.
Habían ganado vidas.
No obstante el destino todavía les preparaba un último espectáculo. El de aquél payaso de circo del pelo rapado, que pretendía hacerles otro truco más. Un último juego de manos, un último movimiento de ficha. El hombre se deslizó sobre el muro rasgándolo con sus hachas y frenando la caída. Y les lanzó una petición.
Ja. Qué gracia. Peticiones educadas.
—¡Unas palabras cargadas de miel no cambiarán absolutamente nada! —gritó Hanabi, con los ojos encendidos en fuego—. ¡Unas palabras falsas no pueden esconder los actos verdaderos!
»¡Y lo de hoy ha sido un verdadero acto de barbarie! ¡Mira a tu alrededor, genocida!
Gritos. Terror. Caos. Cadáveres de todo estrato social. Sin distinciones. Los shinobi se afanaban en rescatar a las víctimas que tan sólo habían sufrido heridas leves y todavía podían caminar, aunque fuera apoyados en sus hombros.
»¿¡Qué es lo que quieres!? ¿¡Declararnos la guerra!? ¡No hace falta, vuestros actos han hablado por vuestras lenguas!
Habían ganado vidas.
No obstante el destino todavía les preparaba un último espectáculo. El de aquél payaso de circo del pelo rapado, que pretendía hacerles otro truco más. Un último juego de manos, un último movimiento de ficha. El hombre se deslizó sobre el muro rasgándolo con sus hachas y frenando la caída. Y les lanzó una petición.
Ja. Qué gracia. Peticiones educadas.
—¡Unas palabras cargadas de miel no cambiarán absolutamente nada! —gritó Hanabi, con los ojos encendidos en fuego—. ¡Unas palabras falsas no pueden esconder los actos verdaderos!
»¡Y lo de hoy ha sido un verdadero acto de barbarie! ¡Mira a tu alrededor, genocida!
Gritos. Terror. Caos. Cadáveres de todo estrato social. Sin distinciones. Los shinobi se afanaban en rescatar a las víctimas que tan sólo habían sufrido heridas leves y todavía podían caminar, aunque fuera apoyados en sus hombros.
»¿¡Qué es lo que quieres!? ¿¡Declararnos la guerra!? ¡No hace falta, vuestros actos han hablado por vuestras lenguas!