24/07/2020, 16:29
(Última modificación: 24/07/2020, 16:30 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
Pero Amedama Daruu se adelantó y se interpuso entre su amigo Kaido —que aparentemente se había colocado las esposas supresoras a sí mismo— y los dos kage. Observando a Kintsugi bajo la larga sombra del sombrero de Arashikage, la miró a los ojos. A través de aquella máscara de mariposa que siempre llevaba puesta.
—No —sentenció, tajante. Pero la verdad es que la voz sonó inquieta. Le temblaba todo el cuerpo. Al mismo tiempo, se llenó de una extraña adrenalina—. Amekoro Yui es la nueva Señora Feudal del País de la Tormenta. Se ha ido a Amegakure con Ayame para salvaguardarla y para pensar sobre la muerte de su hermano. Me ha legado este sombrero y sus instrucciones temporalmente, hasta que elija un nuevo Arashikage. Ahora yo... yo... estoy al mando, ¿supongo? —Desvió la mirada al suelo. Nunca se había sentido a gusto ante la mirada atenta del resto. «¿Y no te habías parado a pensar que un Arashikage las tendría todas encima, a todas horas, imbécil?»
»Eso significa que Umikiba Kaido está bajo mi mandato. Kaido es uno de los nuestros, Morikage-dono. —Daruu miró a Kaido y asintió—. Espera aquí un momento, compañero. —Le puso una mano en el hombro y corrió hacia el muro de tierra de Kintsugi. Subió por sus paredes, plantó ambos pies y...
...y...
Joder, cómo le costaba aquello.
»¡¡SHINOBI DE AMEGAKURE!! ¡¡AMEKORO YUI ME HA PUESTO AL MANDO POR AHORA!! ¡Ayudaremos con las labores de rescate y de primeros auxilios, con la identificación de cadáveres y con la recogida de desperfectos! ¡Mañana, cuando podamos, nos reuniremos todos en la puerta principal y volveremos a casa! ¡Hasta entonces, YA SABÉIS! —«¿"Ya sabéis"? Madre mía, Daruu. Tú no estás hecho para esto.»
El Hyūga saltó desde el muro y se acercó rápidamente a donde estaban los demás.
»Hanabi-dono, Kintsugi-dono. —Le costaba dirigirse de aquella manera a Kintsugi. Pero había quedado claro quienes eran los verdaderos enemigos. Por ahora, había que apartar las diferencias. El sombrero te obligaba a hacerlo, Daruu comprendió. En fin, a Yui no le obligaba a nada, pero a él sí—. Había un General de Kurama atacando a Ayame. Es posible que Dragón Rojo y estos estuvieran colaborando. —Se dirigió hacia Kaido, y desenvainó la Mukei derecha. La envolvió en una corriente de relámpagos y cercenó la cadena de las esposas supresoras de chakra por la mitad—. Kaido, amigo. Yui confiaba en ti. Yo confiaré en ti. —Clavó su mirada en la de él, fijamente—. Rápidamente, ¿estaban colaborando?
»He dado tiempo a los demás shinobi a propósito. Yui me pidió otra cosa, y estés de acuerdo o no, es lo primero que vamos a hacer:
»Vamos a quitarte ese sello de los cojones.
—No —sentenció, tajante. Pero la verdad es que la voz sonó inquieta. Le temblaba todo el cuerpo. Al mismo tiempo, se llenó de una extraña adrenalina—. Amekoro Yui es la nueva Señora Feudal del País de la Tormenta. Se ha ido a Amegakure con Ayame para salvaguardarla y para pensar sobre la muerte de su hermano. Me ha legado este sombrero y sus instrucciones temporalmente, hasta que elija un nuevo Arashikage. Ahora yo... yo... estoy al mando, ¿supongo? —Desvió la mirada al suelo. Nunca se había sentido a gusto ante la mirada atenta del resto. «¿Y no te habías parado a pensar que un Arashikage las tendría todas encima, a todas horas, imbécil?»
»Eso significa que Umikiba Kaido está bajo mi mandato. Kaido es uno de los nuestros, Morikage-dono. —Daruu miró a Kaido y asintió—. Espera aquí un momento, compañero. —Le puso una mano en el hombro y corrió hacia el muro de tierra de Kintsugi. Subió por sus paredes, plantó ambos pies y...
...y...
Joder, cómo le costaba aquello.
»¡¡SHINOBI DE AMEGAKURE!! ¡¡AMEKORO YUI ME HA PUESTO AL MANDO POR AHORA!! ¡Ayudaremos con las labores de rescate y de primeros auxilios, con la identificación de cadáveres y con la recogida de desperfectos! ¡Mañana, cuando podamos, nos reuniremos todos en la puerta principal y volveremos a casa! ¡Hasta entonces, YA SABÉIS! —«¿"Ya sabéis"? Madre mía, Daruu. Tú no estás hecho para esto.»
El Hyūga saltó desde el muro y se acercó rápidamente a donde estaban los demás.
»Hanabi-dono, Kintsugi-dono. —Le costaba dirigirse de aquella manera a Kintsugi. Pero había quedado claro quienes eran los verdaderos enemigos. Por ahora, había que apartar las diferencias. El sombrero te obligaba a hacerlo, Daruu comprendió. En fin, a Yui no le obligaba a nada, pero a él sí—. Había un General de Kurama atacando a Ayame. Es posible que Dragón Rojo y estos estuvieran colaborando. —Se dirigió hacia Kaido, y desenvainó la Mukei derecha. La envolvió en una corriente de relámpagos y cercenó la cadena de las esposas supresoras de chakra por la mitad—. Kaido, amigo. Yui confiaba en ti. Yo confiaré en ti. —Clavó su mirada en la de él, fijamente—. Rápidamente, ¿estaban colaborando?
»He dado tiempo a los demás shinobi a propósito. Yui me pidió otra cosa, y estés de acuerdo o no, es lo primero que vamos a hacer:
»Vamos a quitarte ese sello de los cojones.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)