25/07/2020, 19:40
Mirase a donde mirase, solo había muerte, fuego, caos y destrucción. Oyese a quien oyese, todo eran súplicas de auxilio, llantos, llamadas a seres queridos que no eran respondidas. Olía a carne quemada. A humo. A sangre.
Al principio, Uchiha Datsue no sintió nada. Como si no fuese capaz de entender qué estaba sucediendo. Como si estuviese al otro lado de la pantalla de un televisor. Había visto la muerte antes, claro. Había oído aquella clase de chillidos con anterioridad. Aquel olor no era nuevo para su olfato. La diferencia estaba en la cantidad, y en el quién. No eran bandidos los que chillaban pidiendo clemencia. No eran asesinos los que regaban el suelo con su sangre. No era gente que, buena o mala, estuviese preparada para luchar y morir.
No. Eran civiles. Eran abuelos. Eran padres. Eran hijos, nietos. Fue esto último lo que provocó que sus ojos se anegasen en lágrimas. Cerró los párpados con fuerza, tratando de contenerlas. Demasiado tarde. Demasiado lento. Cerró entonces con la boca, apretando los dientes, previsor, y sometió al llanto que trataba de subirle por la garganta.
No, no podía permitirse el lujo de dejarse llevar por las emociones. Se secó las lágrimas y siguió adelante.
Uchiha Datsue se adentró en el ring del estadio sin llamar la atención. Andando, tratando de mantener la calma, mientras sus ojos terminaban de analizar el escenario. Hanabi y Reiji parecían estar a salvo. De Eri no había ni rastro. Tampoco de Hana. Ni de Takumi.
Algo que dijo la Morikage le llamó la atención.
—¿Qué nos concierne… a todos? —No levantó la voz, pero la tensión reverberaba en su tono—. ¿De nuestra parte? Pensé que Kusagakure no Sato iba por libre.
¿Qué narices se había perdido en su ausencia, aparte de una masacre como no había visto en la vida? Desvió la mirada hacia Hanabi y Reiji y una sonrisa floreció en sus labios. Una sonrisa que enseguida se marchitó.
—Hanabi, ahí afuera…
Su boca se abrió, como si fuese a continuar la frase, pero no pudo. No encontraba palabras para describir la barbarie que acababa de presenciar en la salida del estadio. Simplemente, no las encontraba.
Al principio, Uchiha Datsue no sintió nada. Como si no fuese capaz de entender qué estaba sucediendo. Como si estuviese al otro lado de la pantalla de un televisor. Había visto la muerte antes, claro. Había oído aquella clase de chillidos con anterioridad. Aquel olor no era nuevo para su olfato. La diferencia estaba en la cantidad, y en el quién. No eran bandidos los que chillaban pidiendo clemencia. No eran asesinos los que regaban el suelo con su sangre. No era gente que, buena o mala, estuviese preparada para luchar y morir.
No. Eran civiles. Eran abuelos. Eran padres. Eran hijos, nietos. Fue esto último lo que provocó que sus ojos se anegasen en lágrimas. Cerró los párpados con fuerza, tratando de contenerlas. Demasiado tarde. Demasiado lento. Cerró entonces con la boca, apretando los dientes, previsor, y sometió al llanto que trataba de subirle por la garganta.
No, no podía permitirse el lujo de dejarse llevar por las emociones. Se secó las lágrimas y siguió adelante.
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Uchiha Datsue se adentró en el ring del estadio sin llamar la atención. Andando, tratando de mantener la calma, mientras sus ojos terminaban de analizar el escenario. Hanabi y Reiji parecían estar a salvo. De Eri no había ni rastro. Tampoco de Hana. Ni de Takumi.
Algo que dijo la Morikage le llamó la atención.
—¿Qué nos concierne… a todos? —No levantó la voz, pero la tensión reverberaba en su tono—. ¿De nuestra parte? Pensé que Kusagakure no Sato iba por libre.
¿Qué narices se había perdido en su ausencia, aparte de una masacre como no había visto en la vida? Desvió la mirada hacia Hanabi y Reiji y una sonrisa floreció en sus labios. Una sonrisa que enseguida se marchitó.
—Hanabi, ahí afuera…
Su boca se abrió, como si fuese a continuar la frase, pero no pudo. No encontraba palabras para describir la barbarie que acababa de presenciar en la salida del estadio. Simplemente, no las encontraba.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado