25/07/2020, 20:55
Hanabi estuvo a punto de decir algo, pero un Amedama Daruu que vestía un sombrero que no le pertenecía interrumpió, defendiendo a su ex-compañero de villa. Hanabi entrecerró los ojos, interrogándole con la mirada, pero no dijo nada. Aguardó. Escuchó lo que tenía que decir. Amedama Daruu, aquél liante, otro shinobi como Datsue: siempre en el centro de los problemas. Quizás por diferentes razones, quizás con diferentes motivaciones. Y aún así, Hanabi sabía que era el tipo de shinobi a quien uno podía legarle el sombrero.
Se parecía a Yui. En parte.
Y él también pensaba hacer algo parecido.
Tras subir al muro de Kintsugi y soltar un discurso para los suyos, el muchacho les advirtió de la presencia de un General de Kurama en el estadio, e insinuó que ambos invasores podrían haber estado colaborando, cosa que Umikiba Kaido se apresuró a negar.
—¿Espera, ese General sigue por...? —¿Dónde estaba Aotsuki Ayame? ¿Se la habían llevado? ¿Tenían razones para seguir alerta?
Dos poderosas razones ahogaron esas preguntas. La primera, Reiji prestándose a ayudarle. La segunda... su sucesor. Uchiha Datsue, había venido de vuelta con Daruu. Y entonces Hanabi lo comprendió: ¿había ido Amedama a comprobar el estado de Datsue?
Era un entrometido. Pero era uno de esos buenos entrometidos.
»Reiji, espera. Será mejor que traigas a alguien. No puedo moverme mucho, y además... —Hanabi miró a Daruu, que se dirigía hacia Kaido y partía en dos sus esposas. A Kintsugi, que siseaba contra Daruu peligrosamente. A su propio shinobi, que respondía mordaz, joven, y posiblemente de forma temeraria a la Morikage. Y de nuevo a Daruu— ...necesito quedarme aquí un poco más.
—Hanabi, ahí afuera…
—Puedo imaginármelo, Datsue... puedo imaginármelo. —Hanabi le leyó la mente a Datsue. Y deseó poder hacerlo con Daruu...
...para detenerle.
«Amedama... por favor, no se te ocurra...»
Se parecía a Yui. En parte.
Y él también pensaba hacer algo parecido.
Tras subir al muro de Kintsugi y soltar un discurso para los suyos, el muchacho les advirtió de la presencia de un General de Kurama en el estadio, e insinuó que ambos invasores podrían haber estado colaborando, cosa que Umikiba Kaido se apresuró a negar.
—¿Espera, ese General sigue por...? —¿Dónde estaba Aotsuki Ayame? ¿Se la habían llevado? ¿Tenían razones para seguir alerta?
Dos poderosas razones ahogaron esas preguntas. La primera, Reiji prestándose a ayudarle. La segunda... su sucesor. Uchiha Datsue, había venido de vuelta con Daruu. Y entonces Hanabi lo comprendió: ¿había ido Amedama a comprobar el estado de Datsue?
Era un entrometido. Pero era uno de esos buenos entrometidos.
»Reiji, espera. Será mejor que traigas a alguien. No puedo moverme mucho, y además... —Hanabi miró a Daruu, que se dirigía hacia Kaido y partía en dos sus esposas. A Kintsugi, que siseaba contra Daruu peligrosamente. A su propio shinobi, que respondía mordaz, joven, y posiblemente de forma temeraria a la Morikage. Y de nuevo a Daruu— ...necesito quedarme aquí un poco más.
—Hanabi, ahí afuera…
—Puedo imaginármelo, Datsue... puedo imaginármelo. —Hanabi le leyó la mente a Datsue. Y deseó poder hacerlo con Daruu...
...para detenerle.
«Amedama... por favor, no se te ocurra...»