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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
Pese a todo, Daruu siguió forcejeando. Akame notó la presión que el ninja de Ame estaba ejerciendo sobre sus manos, que le agarraban en ese momento por los hombros y de un brazo. Entonces vió los músculos de su pierna contraerse; el jōnin chasqueó la lengua, entre frustrado y molesto. Se limitó a apartarse para que el rodillazo le impactara en el abdomen en lugar de en los Pendientes Reales, y conteniendo un bufido de dolor, zancadilleó a Daruu en su única pierna de apoyo para hacerle caer al suelo de boca.

No lo empeores. Todo ha terminado —sentenció el Uchiha, con tono calmo que disfraza el malestar general que le invadía. Luego alzó la cabeza para comprobar el estado, precario, de Ayame—. ¿¡Vienen esos sanitarios o qué, joder!?

Por lo que había sabido de Datsue tras el incidente, perder el control del bijuu acarreaba serios daños para el jinchuuriki. Él mismo había visto aquel chakra corrosivo del Ichibi quemando la piel de su Hermano mientras le poseía, y parecía que a Ayame le había sucedido lo mismo. A Datsue habían conseguido salvarle, pero si no actuaban rápido, la chica de Ame...
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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#17
Daruu recibió un duro golpe en el suelo. Gimió, dolorido, y se juró, por todo lo que quería en Oonindo, que jamás, jamás de los jamases dejaría pasar aquello a Uzushiogakure.

Y si alguna vez siquiera pudiera alcanzar una oportunidad de un microsegundo de matar a Uchiha Akame, lo haría.

Al menos, es todo lo que deseaba en ese momento.
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#18
Hanabi apareció de repente en la escena como caído del cielo, y sin detenerse a pedir explicaciones empezó a moverse. Se acercó al cuerpo inconsciente de Ayame y la recogió con un cuidado inusitado. Acto seguido, echó un vistazo a los otros dos muchachos, sin dejar de andar hacia el interior del hospital.

Seguidme los dos.

Entró dando una patada a la puerta y dando ordenes sin cesar.

¡Necesito una camilla aquí y una unidad de cuidados intensivos! Se trata de una jinchuriki que casi pierde el control, traed al mismo equipo que la última vez. Que vayan cogiendo experiencia.

En un instante, se personaron media docena de enfermeras con una camilla y todo tipo de material médico. Dejó a la kunoichi en la camilla y siguió andando. Después de los típicos "Sí, Hanabi-sama", "Por supuesto, Uzukage-sama" las enfermeras empezaron a nombrar los medicamentos y cantidades que inyectaban a Ayame en términos poco reconocibles para Akame y Daruu.

No tardaron en añadirse más personas mientras se llevaban la camilla a otro sitio diferente al que iba Hanabi, que no había dejado de andar.

Tú, ve a buscar a los médicos encargados de la tercera prueba y diles que vuelvan de inmediato, ya no hace falta que esperen en el estadio.

Ordenó a un shinobi que salía del hospital. Dobló una esquina asegurándose de que tanto Akame como Daruu le seguían. Andaron hasta llegar a un pasillo donde todo parecían despachos. Abrió uno que estaba vacío y entró como si fuera el dueño del lugar.

Era un lugar pequeño, lleno de estanterías que ocupaban tres de las cuatro paredes que tenía, y solo porque la cuarta era un enorme ventanal que daba a un pequeño patio interior donde se cultivaban todo tipo de hierbas medicinales. Las estanterías rebosaban cuadernos, libros y papeles sueltos sin ningún tipo de orden. El Uzukage abrió la ventana solo entrar y señaló a los jovenes que tomasen asiento.

Sentaos, por favor.

En medio de la habitación había un escritorio de madera clara, parecía nuevo, no tenía marcas ni rascadas de ningún tipo y brillaba como si estuviese recién barnizado. En cambio, la butaca que había detrás del escritorio estaba vieja y desgastada, pero Hanabi se sentó de todas formas, sin pensarselo dos veces. Las sillas que habían al otro lado del mueble eran, básicamente, taburetes de madera. No tenían reposabrazos ni tenían respaldo, de hecho, uno de ellos tenía solo tres patas, en lugar de las cuatro que debería. No parecía que ese despacho fuese para recibir gente precisamente.

En una placa dorada que había encima del escritorio se leía "Srta. Unobe Ria"

Akame, si eres tan amable, me puedes explicar qué coño has hecho.

Detrás de la seriedad y la entereza del Uzukage había una cantidad inmensa de ira contenida, del tipo de ira que acumulan los hombres que buscan el bien pero que no paran de encontrarse mal por todas partes. Porque eso es lo que era él, un hombre de bien, de paz. Sin embargo, entre Amegakure y los Hermanos del Desierto le estaban dejando pocas opciones aparte de la guerra.
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#19
El alivio que sintió Akame al ver al Uzukage aparecer se evaporó rápidamente cuando estuvo a solas con él —y con el amejin— en el despacho de una tal doctora Unobe Ria. No conocía mucho a Sarutobi Hanabi, más allá de las situaciones peliagudas en las que el mandatario había intervenido, como aquella misma; pero tampoco le hacía falta para darse cuenta de que estaba furioso. «¿Y quién no? La jinchuuriki de Ame, descontrolada, liberando a su bijuu en mitad de la Aldea...»

Sin embargo, el joven jōnin jamás habría imaginado que su inmediato superior estaba a punto de descargar aquella ira sobre él.

Aguantó la pregunta sin despegar la mirada —había desactivado el Sharingan— de los ojos de su Kage, estoico, como si estuviese recibiendo un chaparrón. La adrenalina ya había desaparecido de su sangre y ahora los dolores y el cansancio empezaban a hacer mella en él, pero aun así el Uchiha se forzó a pensar. A ordenar sus ideas de forma clara y calmada.

«¿Qué he hecho?»

Hanabi-sama —dijo primero, con una ligera inclinación de cabeza que le costó más de lo que nunca habría creído—. Me llevé a la jinchuuriki descontrolada a un lugar donde no pudiera causar daños colaterales. Luego, con mi ayuda y la de este amejin, Uzumaki Eri fue capaz de ejecutar un contrasellado sobre el Fuuinjutsu de la jinchuuriki, inhibiendo los poderes de su bijuu. Luego —se detuvo un momento, titubeante—, luego volví aquí, al hospital. La jinchuuriki estaba realmente malherida y necesitaba tratamiento médico urgente.

Entonces fue el turno de Akame para devolver la pregunta a su gobernante.

¿Qué ha pasado en el Estadio de Celebraciones, Hanabi-sama?
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#20
Las ratas le habían capturado, y pronto, en la escena se personó nada más ni nada menos que el Rey de las Ratas. El monarca de los roedores les condujo al interior del hospital y bramó órdenes para que sus súbditos tratasen y cuidasen a su nuevo trofeo. Luego, les condujo hasta un pasillo lleno de despachos. Tomó asiento, y les ordenó tomar asiento. Daruu no se sentía en predisposición de aceptar órdenes del Rey de las Ratas, pero no obstante ya había aprendido que tratar de ser rebelde con unas esposas supresoras de chakra sólo servía para recibir más golpes.

De modo que tomó asiento.

Claro que tampoco iba a dejar que el General Rata dijese todo lo que quisiese sin objetar nada.

¿Cómo era eso? ¿"La realidad siempre supera la ficción"? —dijo, semblante sombrío—. Las medias verdades siguen ocultando detrás mentiras apestosas. Sí, Akame el General Rata nos llevó al prado, allí, me ayudaron a hacerle recuperar el control Ayame. Y luego, mientras les agradecía y me preparaba para volver con los míos a Uzu, me metió en un Genjutsu paralizante y ordenó a la Pequeña Rata que me esposase. Luego nos trajo aquí de trofeo, premio mayor de caza para Uzushiogakure. Acabáis de joder todas las posibilidades que teníais para seguir manteniendo la paz, usucios.
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#21
Al salir del estadio pudimos ver como el caos se había apoderado de la aldea entera. Los civiles iban de aquí para allá sin ningún tipo de orden, algunos chillaban y corrían, los otros se limitaban simplemente a correr en busca de algún lugar seguro donde guarecerse. Jamás en mi corta vida de gennin había visto tal situación de emergencia y lo peor es que nos dirigíamos a la jodida boca del lobo, el lugar donde Uzushiogakure, Hanabi a la cabeza, tenían presos a Daruu y Ayame, la jinchuriki de Amegakure. Junto a ellos debería estar Uchiha Akame, un jonin que ya demostró de lo que era capaz en el pasado Torneo del Valle de los Dojos. En resumidas cuentas, nos dirigíamos a una muerte segura.

Pero las órdenes, eran las órdenes. Yubiwa nos confió el papel de avanzadilla.

«Ya vamos, muchachos, aguantad un poco más»

Fuimos cruzando las calles tan rápido como nos era posible. Recordaba la ruta, a groso modo, después de toda mi estadía en aquel lugar. Recordaba haber pasado por delante del hospital en alguna ocasión.


— Vamos, es por aquí

Crucé a la derecha y allí se alzaba aquel edificio que se había convertido en la celda de los dos amejin. Me detuve en seco y trataba de pensar, pero lo cierto es que no sabía cual tenía que ser el siguiente paso.

— Vale, y ahora... ¿qué? Es de suponer que esto se habrá convertido ahora mismo en algo así como el cuartel general uzujin, como poco. Para protegerse de un posible ataque de Amegakure para recuperar lo que es suyo — les dije a mis camaradas dubitativo — Así que... ¿alguna idea?
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Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa
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#22
Daigo corrió junto al resto de genin de Kusagakure a través de las calles del remolino con la esperanza de salvar a alguien aquel día.

Detrás los shinobi habían dejado una serie de fatales errores, a su alrededor, el terror y la incertidumbre y al Norte se encontraba el peligro inminente de una muerte segura. Al norte encontraba su misión.

El corazón le latía a mil, en parte por todas las emociones que sentía mezcladas y en parte por la extenuación provocada por todo el esfuerzo físico.

Las heridas por el coletazo y las quemaduras, junto a toda la energía que perdió con un solo sunshin ya hacían mella en su estado físico. Veía puntos y sombras donde antes no las había y sus piernas empezaban a desfallecer.

«Solo... un poco... más.»

Solo un poco, sí, su cuerpo tenía que aguantar solo un poco más o jamás podría ayudar a nadie. Apretó los dientes y lo ignoró todo, ignoró el dolor, ignoró los puntos, ignoró las sombras y se concentró en un solo punto.

Siguió la espalda de Yota lo mejor que pudo hasta que finalmente llegaron a su destino.

Daigo apoyó ambas manos sobre sus rodillas y jadeó, exhausto.

«Tsk, igualito a papá, penoso.» Pensó, recordando como su padre no podía aguantar 5 minutos en carrera. Sí, aquello le hizo recordar a su família, ahora con cariño, «Papá... volveré, lo prometo.»

Se irguió como pudo.

—No lo sé, no deberíamos entrar e improvisar, que sigue siendo un hospital... —dijo—, Podemos utilizar Henge, pero hagamos lo que hagamos tenemos que hacerlo ya.
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¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!

Team pescado.


Canal 5 con Uzumaki Eri hasta verano del 222.
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#23
Se internaron en Uzushiogakure. Había recorrido las calles antes, durante la vida del examen de chunin, pero ahora mismo, se le hicieron mucho más angostas y siniestras.

« Nos hemos metido aquí sin permiso de nadie. Es la boca del lobo » — No podía dejar de pensar en sus rivales. Uchiha Datsue, aquel con el poder de un dios. Uchiha Akame, jonin. También estaba Nabi y Eri, que eran amigos suyos, y con los que no le gustaría pelear. Pero ahora, todo valía.

Caminaron por las calles en caos, llenos de civiles. Juro sintió ganas de ayudar, pero claro, pensó que esa no era su villa y se le pasó. También sospechó que probablemente estarían buscandoles. Si habían escuchado a aquel hombre ciego gritar, entonces, habría problemas. ¿Y podría él ayudarles? Supuso que no. En ese momento, ellos eran dueños de su propio destino. Y estarían jodidos si les pillaban.

Se escondieron antes de llegar al hospital, y ahí pensaron.

— Vale, y ahora... ¿qué? Es de suponer que esto se habrá convertido ahora mismo en algo así como el cuartel general uzujin, como poco. Para protegerse de un posible ataque de Amegakure para recuperar lo que es suyo. Así que... ¿alguna idea?

Daigo se irguió y habló.

—No lo sé, no deberíamos entrar e improvisar, que sigue siendo un hospital...Podemos utilizar Henge, pero hagamos lo que hagamos tenemos que hacerlo ya.

Juro se llevó una mano al mentón.

— Debemos cuidarnos de Uchiha Akame. Tiene unos ojos... extraños. Como rojos. Con solo mirarte, puede hacerte hablar como un pajarito, o dejarte K.O. Lo he visto — dijo Juro, recordando su aventura —. Creo que nos descubriría facilmente.

Juro tomó aire, luego pensó.

— No lo sé. No se me ocurre otra cosa que el Henge. Pero me preocupa lo que os he dicho — murmuró Juro —. Quizá alguién debería quedarse atrás para asegurar una ruta de escape. Ya sabes, por si sale mal.

« Lo cual es casi seguro »
Hablo / Pienso

Avatar hecho por la increible Eri-sama.

...

Sellos implantados: Hermandad intrepida
  • Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60
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#24
Llegué antes que ellos, normal, habían estado yendo por las calles, girando, esquivando carros y carretas. Estaba plantado justo en la puerta del hospital y vi como aparecía el chaval que había atacado a Datsue por la espalda, detrás de él aparecieron Juro y un chico que parecía a punto de echar sus intestinos ahí mismo.

¡Juro! ¿¡Qué demonios planeáis!? ¡Este es un sitio para heridos! ¿Por qué crees que los han traído si no es para curarlos? ¡Y vosotros aquí planeando entrar a "liarla"! ¡¿Estás de coña o qué?!

Poco despues apareció Stuffy, que se colocó a mi lado enseñando los dientes.
Nabi
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#25
Etsu y Akane tomaron la carrera algo mas tarde que el resto. Corrieron en un principio tras ellos, y no tardaron en ver como el ritmo de carrera parecía el de unas adolescentes en clase de gimnasia. Corrían a una velocidad, que para nada parecía forzada. Y sin embargo, al llegar al sitio donde debían —al parecer— uno de éstos cayó de rodillas, en las mas profunda miseria. Parecía realmente agotado, le costaba respirar, y mucho mas hablar.

El primero comentó que debían entrar, pero que seguramente el edificio se había convertido en el cuartel general de los uzujines. Al mirar un poco por encima de éstos, pudo divisar sin mas el hospital. Aún con algo de distancia contra sus compañeros, no pudo evitar arquear una ceja, y mirar a su can por si él comprendía algo.

No, éste tampoco lo entendía. Era un hospital, ¿de qué coño hablaban?

El segundo, cuando tuvo aire suficiente para no morir del cansancio soltando palabras, inquirió usar el henge para poder infiltrarse en el edificio. De nuevo, sonaba disparatado. Quiso hacer un inciso, e incluso recortó por completo las distancias para con ellos, pero ahora habló el tercero antes que el Inuzuka. Éste Advirtió que tenían que tener verdadero cuidado de Uchiha Akame.

«¿Uchiha?»

Y si, tal y como pudo suponer, el chico informó que tenía la capacidad de ponerse los ojos rojos y liarla parda, justo como el malnacido de Datsue. Quizás todo eso estaba en los genes Uchiha, pues 2 de 3 Uchihas de los que había escuchado eran capaces de hacer esas cosas tan extravagantes con los ojos.

Sin mas advertencias, comentó que lo del henge podía servir, pero que era recomendable dejar a alguien por si se veían en la situación de tener que salir por patas del lugar. Sin duda, sonaba como si tuviesen que entrar al edificio y liarla, en pos de destruir la sanidad de la aldea y poder destruirla con esa ventaja... después de todo, era una guerra.

Etsu alzó la mano, ya a escaso metro de distancia del resto —dispulpad, pero... ¿qué diablos se supone que vamos a hacer aquí?

Sin embargo, el supuesto Inuzuka se plantó ante el grupo, y con el chucho gruñendo desveló la clara opción que barajaba Yubiwa, joder la sanidad en mitad de una guerra. No, lejos de ser incoherente, a cada vez que lo escuchaba tenía mas sentido...

Etsu sonrió, la situación se estaba poniendo realmente interesante.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~
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#26
El asco y el rencor en la mirada de Daruu empezaban a poner nervioso a Hanabi, y lo que le faltaban no eran precisamente nervios.

Sí, he visto a Eri y parecía estar bien, agotada pero no herida, y veo que ambos estáis bien, al igual que Ayame, dentro de lo que cabe. Entonces, ¿por qué está Amedama Daruu esposado y soltando una cantidad de bilis insana por la boca? ¿Qué ha pasado de verdad, Akame?

Por el momento, ignoró a Daruu, que estaba claramente fuera de sí. No parecía que Akame le hubiera cortado ningún brazo ni matado a su perro, sin embargo, les profesaba un odio a él y a su jounin que no tenía parangón.

Respecto a lo que ha pasado después, bien, si hay una cosa más descontrolada que el bijuu de Aotsuki Ayame, es, sin duda, los dirigentes de su villa. Shanise ha supuesto que como no veía a su jinchuriki lo habíamos secuestrado. ¡Como no era su maldito bijuu el que intentaba destrozar nuestra villa! En cualquier caso, en cuanto Amedama Daruu se calme, quitale las esposas. Intentemos que el Pacto no se vaya a la mierda durante mi primer año de mandato.
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#27
Akame aguantó la diatriba del amejin con envidiable estoicismo; comprendía que estuviera frustrado, e incluso había encontrado gracioso lo de "General Rata". Sin embargo, pronto la voz de Hanabi volvió a resonar en la habitación, y por suerte aquella vez el mandatario no parecía tan agresivo. El asunto tenía mala pinta, pero al menos iba a dar al Uchiha la oportunidad de dialogar.

«Agradece que no te dejé con los grilletes en mitad de las Planicies, Daruu...»

Hanabi-sama, la jinchuuriki había estado a punto de destruir medio Estadio, asesinando a decenas de ciudadanos del Remolino —empezó Akame, ignorando deliberadamente a Daruu y sus amenazas—. Claramente es muy peligrosa, y los amejin no parecían tener los conocimientos ni los medios para controlarla en ese momento. Juzgué que lo correcto en la situación inmediata era traerla aquí, a nuestro hospital, para mantenerla controlada y darle soporte médico urgente.

Entonces miró de reojo a Daruu. Parecía una bestia furiosa, encadenada sí, pero todavía muy peligrosa.

No quise dejar a Amedama Daruu en mitad de las Planicies del Silencio, pero tampoco creí que fuese a dejar que me llevase a su jinchuuriki, así que lo engrilletamos como precaución... Como ve, no ha sufrido daño alguno, está sano y salvo.

El Uzukage sugirió entonces que le quitaran las esposas a Daruu. Akame torció el gesto.

Hanabi-sama, no creo que eso sea buena idea... Claramente Amedama-san no comparte mi proceder en esta situación ni entiende mis motivos —entonces llegó la inevitable pregunta—. ¿Qué haremos con él? ¿Y con la jinchuuriki?
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#28
Daruu entrecerró los ojos. A medida que los minutos se sucedían, la ira descontrolada iba dejando paso al frío odio paciente y calculador. Podría haber matado a Akame ahí mismo, en ese preciso instante, pues ni siquiera se había dignado a pensar que no tenía trucos bajo la manga. Podría haber intentado acabar con la vida de Hanabi. Pero cualquiera de las dos cosas sólo le habría traído el doble de problemas.

A él y a Ayame.

La prioridad era ella. Tenía que configurar la situación de modo que Hanabi confiase en él y en su capacidad para valorar positivamente que el mandatario le hubiera liberado ante su propia líder, allá lejos en la Tormenta.

Confiaría en la diferencia entre el peso de sus voces. Respiró hondo y trató de relajarse.

Akame era un shinobi de Uzu y él sólo un extranjero, pero de cualquier forma intentó sonar más convincente él:

Akame y Eri habían salvado la vida de Ayame, que es la persona que más quiero en este mundo —dijo, con cuidado—. Yo les agradecí que me hubiesen ayudado. Todavía lo hago. Cuando le estaba diciendo a Akame que dado lo sucedido puede que el Pacto estuviera roto, él me paralizó con un Genjutsu y me mandó esposar.

»¿Cree de verdad que yo estaba dispuesto a negarme a que curasen a Ayame? Podría haberla dejado aquí y avisar a Shanise de que todo había sido un malentendido. Pero si me esposaron después de haber colaborado juntos, desde luego es que la intención de Akame no iba por ahí. Incluso si usted tiene buena voluntad, Hanabi-dono, creo sinceramente que su ninja oculta algo o le está mintiendo.

»Puede comprobar que lo que le cuento es verdad metiéndose en mi cabeza si es necesario. No me resistiré. Y si me suelta, lo único que haré será buscar a Ayame y largarme de aquí con los demás de mi aldea. Tenemos médicos que pueden encargarse de ella hasta llegar a un sitio con más medios.


Carisma: 30
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#29
Había escuchado a Akame y tenía razón en gran parte de lo que decía, también erraba en otras partes. Sin embargo, no había juzgado del todo mal la situación viendo la actitud de Amedama Daruu. No cabía duda de que para los shinobis de Amegakure la posibilidad de que Uzushiogakure raptara a su jinchuriki no solo era una posibilidad, casi lo daban por hecho ya de antemano.

Aún así, la parte interesante vino de la mano del genin extranjero, que, de repente, parecía mucho más educado. Habiendo escuchado a ambos, tenía una idea bastante clara de qué había pasado.

Entonces, si no lo he entendido mal, tu forma de estar agradecido es soltar todo tipo de improperios, ya no solo al Jounin que ha impedido que tu compañera destrozase una villa y a las inocentes personas que la habitan, en su mayoría civiles, sino a la Genin que la ha salvado.

»Puede que Akame se haya precipitado al trataros como enemigos, aunque tú acabas de decirme que habías dado el pacto por terminado, pero coincidirás conmigo que Ayame está mejor atendida en un hospital que en un barco. En una situación normal, estaría regañando a Akame hasta quedarme sin saliva por haber actuado así, con el pacto aún vigente.

»Pero eres muy listo, Amedama Daruu. La representante de Yui, Shanise, ha dado por acabado el pacto de malas maneras, ha intentado matar a uno de los participantes de Uzushiogakure y cuando la he detenido me ha escupido en la cara.

»En una situación normal, estarías en la sala de espera recibiendo noticias del estado de Ayame, si ahora sigues esposado frente a mi y a Akame en un despacho es, precisamente, porque esto ya no es una situación normal, y no es por mi, ni por Akame. Es por Shanise y la maldita idea que tenéis en Amegakure de que os apuñalan por la espalda a todas horas.


Se tomó un momento de descanso para recuperar el aliento y mirar a ambos muchachos con el semblante de piedra.

Ahora bien, Daruu. En Uzushiogakure no hacemos las cosas así, somos los primeros que queremos evitar la guerra. Haremos honor a un pacto que hemos respetado durante generaciones. Honraremos la paz que nos dieron nuestros ancestros. Pero lo haremos bajo mis condiciones.

»Primero, tú te vas a disculpar ahora mismo con Akame y, posteriormente, con Uzumaki Eri. Después, iras a tu barco a buscar a Shanise y le dirás que estamos cuidando de Aotsuki Ayame y que tengo dos condiciones para que os la llevéis: Uno, Shanise se disculpará públicamente y dará su palabra de que se cumplirá el pacto, como siempre se ha hecho, y dos, un shinobi médico de cada villa asegurará que Aotsuki Ayame puede realizar el viaje sin peligro alguno.

»O aceptas u os matamos a los dos y aquí no ha pasado nada.
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#30
Si algo no esperaba Uchiha Akame era que su Uzukage respondiese con la contundencia con que lo hizo, sobre todo después de lo que le había contado Daruu. «Se ha dado cuenta de que el amejin intentaba manipularle y parece que no le ha sentado demasiado bien», dedujo el joven jōnin. Con el nuevo giro de acontecimientos, Akame suponía que Daruu sería lo bastante inteligente como para aceptar las condiciones que el máximo mandatario de Uzu había impuesto para que volviesen sanos y salvos.

Sin embargo, lo que de verdad le impactó fue lo que Hanabi había dicho sobre Shanise —la encargada de los ninjas de Ame durante el Examen—. «¿La Lluvia dió por terminado el Pacto? ¿Pero qué cojones...?» Todavía más sorprendente fue cuando el Sarutobi aseguró que aquella mujer que representaba la voluntad de Amekoro Yui en el extranjero había intentado asesinar a uno de los participantes del Remolino.

A Akame no le costó imaginarse de quién se trataba. Apretó los puños y bajó la cabeza. «Hijos de puta...» Trató de calmarse durante unos momentos, su Uzukage acababa de hacer un magistral despliegue dialéctico y él no iba a estropearlo con un cabreo impulsivo. En su lugar, volvió a alzar la vista y habló.

No es necesario que Daruu se disculpe conmigo, Hanabi-sama —miró un momento al de la Lluvia—. Sólo estaba cumpliendo con mi deber.

Pese a todo, el saber que sus acciones se habían encuadrado en un marco donde el Pacto entre Aldeas estaba roto le supuso un tremendo alivio al Uchiha. Sí, su decisión había sido arriesgada, pero para él seguía siendo la más correcta; y eso, en el mundo ninja, era lo máximo a lo que se podía aspirar algunas veces. Sobre todo teniendo en cuenta que la Lluvia se había excedido múltiples veces con ellos; primero el pergamino trampa, luego si jinchuuriki perdiendo el control, y finalmente la llamada Shanise tratando de asesinar a un ninja del Remolino y escupiendo al Uzukage.

Así pues, Akame se levantó con una ligera reverencia.

Hanabi-sama —ahora había un asunto acuciante que le preocupaba... La salud de ese ninja que había sido atacado por Shanise, y cuya identidad ya sospechaba—. Con permiso, me gustaría comprobar el estado del participante que fue atacado. —añadió, sacando de su portaobjetos un comunicador avanzado de color negro.

Si el Uzukage le daba permiso, Akame se colocaría el aparato en la oreja. Sus dedos marcarían casi por instinto la frecuencia que utilizaban los Hermanos del Desierto en sus misiones —93218— y... Ahí estaba.

¡Eh! ¡¿Alguien ahí?! ¡¿Dónde mierda estás?! ¿Qué coño está pasando? ¿Hola? ¿Hola?

La voz de Datsue resonó en su auricular. Akame dejó escapar un suspiro de alivio.

Datsue-kun —respondió—. Estoy en el hospital con Hanabi-sama y Amedama Daruu. LA jinchuuriki de Ame también está aquí, recibiendo atención médica.
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