Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
El nombre de Garadea penetró los oídos de Datsue como una daga vieja y oxidada. Tan perplejo y confuso como un kusareño tras ganar un combate, miró a Hanabi buscando una respuesta que no encontró.
«¡JAAAJIAJIAJIAJIA! ¡Esto se pone divertido!»
«Imposible. Tiene que ser una maldita coincidencia. Alguien que se llama igual… ¡Se supone que está muerta! ¡Se supone que Hanabi la mató!» Pero antes de que pudiese hacer nada, Eri completó el puzzle. La nota que había entrevisto anteriormente cobró ahora sentido: Senju Garadea iba a ser nombrada Uzukage por el nuevo Daimyō.
¡Bam!
La puerta del despacho se abrió con violencia y Gondu se acercó a ellos hecho un manojo de nervios. Con todo lo que estaba sucediendo, fue especialmente llamativo que se preocupase por una nimiedad como que Hanabi no se hubiese tomado el té. Salvo que aquello no fuese, precisamente, una nimiedad. Pero, lo último que se esperaba Datsue, es que Gondu atacase de forma tan directa y suicida.
La sangre inundó los iris de Datsue, que percibieron cómo Reiji lanzaba el contenido de su vaso a Gondu y se abalanzaba sobre él, tratando de sujetarle las manos. Datsue no se quedó quieto ante esto. Lo más rápido que sus músculos le permitieron, se posicionó tras Gondu y le tocó con la palma de la mano, como la punta de un estoque haría con carne enemiga. Acto seguido retrocedió de un salto y formó el sello del Carnero, activando el fūinjutsu que acababa de colocarle.
—¡Eri! ¡En mi portaobjetos izquierdo, esposas supresoras de chakra! —exclamó, para luego desviar la mirada hacia Hanabi—. ¿Se encuentra bien?
¿Había llegado Reiji a tiempo?
¤ San Tomoe no Sharingan ¤ Ojo Giratorio de Tres Aspas - Tipo: Apoyo - Rango: S - Requisitos:Uchiha 60 - Gastos: 18 CK (divide regen. de chakra) - Daños: - - Efectos adicionales:
Percepción +20
Destreza +20 en movimientos de taijutsu básico y armas
Los iris del usuario se vuelven de color carmesí, y alrededor de sus pupilas surgen tres aspas negras que giran hasta formar un trío en una circunferencia imaginaria. Este estado del Sharingan se considera el más avanzado en su forma básica.
El Sharingan le da color al chakra, y permite distinguir su composición elemental. El usuario puede ver el flujo del chakra de otros seres vivos como un manto, con suficiente precisión para detectar si tiene mucho o poco chakra (CK actual) o si ese chakra es débil o poderoso (mide aproximadamente el Poder), pero no con la suficiente para detectar movimientos de chakra dentro de un oponente si no hay una técnica activa. El Sharingan puede ver el chakra de las técnicas activas: las que afecten al interior de un ser vivo o las que ya se encuentren en el exterior de un oponente, pero no antes de que se hayan formado. Puede detectar si alguien está siendo afectado por una técnica ilusoria.
La percepción visual del usuario goza de un gran estímulo, volviéndose muy sensible al movimiento. El Uchiha puede leer labios con extrema facilidad o imitar movimientos tan sutiles como los de la escritura, escribiendo lo mismo que alguien a quien está observando. En combate, el clan utiliza esta destreza para seguir con claridad los movimientos físicos (y no de técnicas, importante) de un oponente y de sus extremidades en el Taijutsu, y para leer con claridad los sellos manuales que realiza. Si y sólo si el usuario conoce la técnica que va a utilizar, puede anticipar una respuesta (hay muchas técnicas con secuencias de sellos similares o iguales. En este caso, el Uchiha no tiene manera de saber qué va a hacer el oponente). El Tres Aspas hace que el Uchiha pueda predecir dónde va a encajar un golpe de Taijutsu mediante la lectura de las tensiones en los músculos del cuerpo del oponente, dotándole de cierta capacidad predictiva. Cabe destacar que aunque el usuario sea capaz de percibir un movimiento, necesita las capacidades físicas y de reacción para poder responder ante él.
La habilidad para leer los movimientos del Sharingan le otorga al usuario la capacidad de copiar los sellos de una técnica de Ninjutsu o de Genjutsu (o los movimientos de una técnica de Taijutsu) que no dependa de una facultad personal para ejecutarla al mismo tiempo que el oponente o registrarla en su repertorio (hasta un máximo de tres técnicas). Se pueden imitar evolutivas, pero no registrarlas. Para copiar una técnica se debe de tener su requisito convertido a la facultad Uchiha.
El Sharingan le permite al usuario distinguir técnicas como los clones simples (no los generados por la técnica Kage Bunshin no Jutsu) de un usuario real, y ver a través de la técnica Henge no Jutsu.
El Sharingan de Tres Aspas es capaz de penetrar y romper los Genjutsus sensoriales visuales, y de ver a través de las imágenes creadas por los Genjutsus ambientales.
(Nota: las bonificaciones a los atributos SON la mejora que otorga el doujutsu, de modo que alguien con mayor Destreza que la Percepción del usuario hará que sus movimientos de taijutsu o armas no puedan ser seguidos por el Sharingan, y alguien con mayor Agilidad que la Percepción del usuario no podrá ser seguido con la mirada cuando se desplace).
¤ Jigō Jubaku no In ¤ Sello de Maldición Propia - Tipo: Apoyo - Rango: B - Requisitos:Fūinjutsu 40 - Gastos: 10 CK preparar, 40 CK activar - Daños: - - Efectos adicionales:
Inmoviliza a un adversario durante 1 turno o hasta que sufra daños (ver descripción)
(Fūinjutsu 60) La parálisis dura 3 turnos
(Fūinjutsu 80) La parálisis dura 5 turnos
(Fūinjutsu 100) La parálisis dura 10 turnos
- Sellos: Carnero (activar) - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo (preparar), 10 metros (activar)
Sello maldito que se coloca cuerpo a cuerpo y se activa por sorpresa, extendiéndose por el cuerpo del oponente como una ristra de complicados hexagramas y dejándolo completamente paralizado durante un tiempo variable que depende de la maestría del ejecutor con las técnicas de sellado. Un usuario con un chakra lo suficientemente poderoso (Poder usuario >Inteligencia ejecutor) podría zafarse de la atadura pasados unos segundos, eso sí, liberando un estallido de chakra alrededor de su cuerpo que le hace perder 50 CK. El usuario de la técnica sólo podrá moverse con libertad si su facultad de Fūinjutsu iguala los 60 puntos.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
19/01/2021, 13:39 (Última modificación: 19/01/2021, 13:41 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
A su alrededor sucedieron muchas cosas. Alguien intentó matar a Hanabi. Alguien intentó protegerle. Pero Hanabi estaba dormido, con la vista fija no en un lugar, sino en un tiempo que ya pasó. O que, al parecer, no pasó.
Hanabi estaba dormido. Pero cuando despertó, despertó algo más que Hanabi. Despertaron las llamas. Despertó el Remolino.
Despertó un hombre con las convicciones firmes y con una voluntad férrea.
En la sala de estar, hubo una pequeña explosión de humo. Cuando se disipó, Gondu estaba en el suelo, sujetándose el cuello y sufriendo los últimos momentos de su vida. Hanabi sujetaba un dai shuriken que goteaba de su sangre. Su mirada seguía fija en la puerta del despacho de Uzumaki Shiden, pero no era el mismo tipo de mirada que antes.
—Es el momento de que sepáis la verdad. Perdonadme si no podéis entenderla —dijo. En ese momento nuestros shinobi se dieron cuenta de que el sillón donde había estado sentado Hanabi estaba chamuscado, y que allá por donde caminaba iba dejando huellas de hollín y un par de líneas ígneas. La sensación abrumadora que desprendía su líder era casi más afixiante que de costumbre, y aunque podían moverse, todos tenían un nudo extraño en la garganta.
Sucedió en poco más de unos segundos. Los guardias de la puerta se abalanzaron contra el Uzukage y él derrumbó al primero fácilmente, dejándolo exhausto y derrotado en el suelo. El segundo consiguió desarmarlo del dai shuriken al grito de "muere, perro de Rasen", y acabó con un sello explosivo de rango bajo en la cara. Hanabi lo apartó de una patada y la etiqueta explotó.
El Sarutobi les miró un momento. Era una mirada enfurecida, pero casi parecía que les estuviese pidiendo permiso.
—Seguidme o detenedme. Pero no os quedéis ahí mirando.
Se dio la vuelta y abrió la puerta del despacho de una patada. El daimyo, Uzumaki Shiden, era un hombre menudo e insignificante que esperaba tras una mesa con una mueca contrariada. Cuando Hanabi entró como una saeta, Shiden dio un salto y emitió un chillido de rata. Encorvado y con una sonrisa asustada pero cruel, se ajustó las gafas cuadradas de color carmesí y se levantó intentando que su presencia fuese imponente, pero al lado del infierno ni la herencia divina de un Señor podía ignorar las llamas.
—¡Hanabi! ¡Q... qué sorpresa, no te esperaba por aquí t-tan pronto!
—No era eso lo que extraí de tus exigencias por carta —pronunció Hanabi, cortante, y extendió el puño derecho hacia él—. Garadea. ¿Dónde está?
—No sé de qué me estás hablando... ¡Hanabi! ¿¡Esos son mis guardias!? ¿¡Gondu!? ¡¡Alta traición, alta traición!! ¡¡Has traicionado a tu señor!!
—Sí.
Hanabi se subió encima de la larga mesa de reuniones de un salto y disparó una cuchilla conforma de disco desde debajo de la manga. El acero de los Sasaki se abrió paso en el lateral derecho del cuello de Shiden, quien se derrumbó en el asiento tratando de parar el sangrado tal y como lo había hecho la serpiente rastrera de su funcionario.
—Hanabi... qué... haces...
—Traicionar a mi falso Señor. —Hanabi dio un paso hacia adelante—. Servir a mi País. —Dio otro paso hacia adelante y volvió a apuntar a Shiden con el brazo—. Hacer realidad la última voluntad de un hombre al que admiraba. Cumplir las órdenes de tu padre.
Hanabi disparó otro disco, en vertical, que se clavó en la frente de Uzumaki Shiden y arrebató el último hilo de vida del último Señor Feudal de la Nación.
Se dio la vuelta.
»Lo siento, chicos. No hemos venido a hablar. Hemos venido a dar un golpe de estado.
Finalmente, Uchiha Datsue no pidió a Eri que le cogiese las esposas. No hizo falta. Tal y como Hanabi había dejado a Gondu, no las iba a necesitar nunca más.
En una ocasión, Datsue había escuchado una expresión que decía así: el rayo no avisa; el rayo llega. Pues bien, el fuego sí avisa. El fuego no es traidor. Envía señales de humo; emite destellos crepusculares en la penumbra; entrega calor. Todas ellas signos que componen un mensaje críptico.
El fuego avisa.
El fuego te dice: corre, corre muy lejos… porque te vas a quemar.
Datsue tragó saliva, intentando que el nudo que se le había formado en la garganta se aflojase un poco, cuando Hanabi les inquirió. Detenerle o seguirle. Apenas tardó un segundo en tomar la segunda opción. Cuando entraron en el despacho, Shiden seguía allí. Pobre imbécil. Había hecho caso omiso a las señales que con tanto esfuerzo el fuego le había enviado. El fuego no es traidor. El fuego avisa. Pero cuando llega… llega.
Datsue se había quedado sin aliento. Tenía la sensación de que estaba flotando en el aire, sin todavía asimilar del todo lo que acababa de ocurrir. Casi de manera inconsciente, sin pensar en lo que estaba haciendo realmente, dejó que su cuerpo descendiese hasta hincar una rodilla en el suelo, que se tiñó de carmesí.
—¡¡¡LARGA VIDA A LA REPÚBLICA DE LA ESPIRAL!!!
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Eri se mantenía alerta, sin alejar la mirada de su Uzukage, quien parecía abstraído a cualquier estímulo externo a él. Estaba nerviosa, estaba preocupada, pero lo que no estaba, era aterrorizada.
Hasta aquel mismo instante.
El humo se formó de una explosión que, disipado; dejó ver el cuerpo casi sin vida de Gondu, luchando, en vano; por seguir viviendo a pesar del daño sufrido. A su lado, Hanabi había acabado con él sin miramientos, buscando a su próximo objetivo: Uzumaki Shiden. Él iba a buscar la verdad, su verdad, aunque ella no entendiera del todo de qué hablaba, solo sabía que estaba temblando y que, su de normal alegre y comprensivo Sarutobi Hanabi, ahora dejaba una estela de llamas a su paso en busca de justicia.
Vio como ninguno de los guardias le suponían problema, y, aunque uno de ellos logró desarmarlo, solo consiguió acabar con un sello explosivo en la cara.
Sus ojos volvieron a ellos y Eri los sostuvo por un momento.
—Seguidme o detenedme. Pero no os quedéis ahí mirando.
Pero ella lo miraba sin entender, sin comprender nada, solo mirando como su Kage se alejaba.
En su aldea, Uzushiogakure; le habían hablado de los modales, del respeto, de la moral. De que el Uzukage era el alto cargo al que se le debía respetar por encima de todo, no cuestionar sus decisiones, seguirle allá donde hiciera falta, y Eri cumplió cuando Uzumaki Shiona estuvo al cargo, cuando le arrebataron la vida a Gouna a pesar de haberla querido tanto como a su madre. Pero nunca fue convencida por Zoku hasta que, como un rayo de sol en pleno invierno, apareció Hanabi y la paz se restauró.
Ella siguió a aquel hombre durante todos esos años, ella disfrutó a su lado, lo escuchó siendo como un padre para ella. Un ejemplo a seguir.
Y eso mismo hizo: seguirle, como siempre. Porque es lo que una hija haría.
Y cuando acabó con la vida de Shiden justo en frente de ella, a pesar de que, con las piernas aún temblando y su vista clavada en el cuerpo sin vida del antiguo Daimyō, se arrodilló frente a Hanabi, junto a Datsue, manchándose de sangre pero con una nueva convicción.
Ser más justos.
—Larga vida a la República de la Espiral.
Ella seguiría sus pasos.
No importaba el precio.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Uno había estado tratando de comportarse del modo más diplomático posible, tratando de solucionar las cosas sin muertes y con la mínima sangre derramada posible. Básicamente por que me habían dicho que tuviera cuidado, que íbamos a presentarnos ante el señor feudal. Y de repente se encuentra con que atacan a su Kage, y tiene que protegerlo, pero teniendo cuidado.
Y de repente, cuando parecía que íbamos por el buen camino, una explosión de humo lo cubrió todo y un calor abrasador inundo la sala de estar. Al disiparse el humo, Hanabi volvía a estar "bien", y sostenía un arma ensangrentada en la mano, mientras que el gordinflón había muerto y su cadáver, aún sangre, estaba a los pies del Uzukage.
Que injusticia. Si hubiera sabído que no habia problema, yo mismo me hubiera encargado de enseñarle a cualquiera que intentase asesinar a Hanabi la buena calidad de las armas de los Sasaki. Pero noooo, había que comportarse. Claro, muchos dirán:"Él puede por que es Kage, cuando seas Kage..." Si. Cuando seas Kage tendrás un monton de desagradables responsabilidades, no gracias.
En fin, ya era tarde para lamentarse por haberme contenido. Hanabi, dejando tras de si un rastro de llamas, ya se dirigía al despacho del señor feudal, donde dos guardias intentaron pararle los pies sin éxito. Tras quedarse toda la diversión para él, y con una mirada que daba bastante miedo se giró para dirigirnos unas palabras.
¿Seguirle o detenerle? Para mí la respuesta estaba clara. No tenía ni que haberme preguntado. Durante la cena en casa de Datsue había preguntado si, pasara lo que pasara, le seguiríamos hasta él final. Mi respuesta había sido un rotundo sí, y aunque ahora daba un poco de miedo, mi respuesta seguía siendo la misma. Le seguiría hasta el final.
Pensado y hecho, le seguí hasta el despacho del "Excelentísimo", que no tardo en caer muerto, tras una pequeña charla, con aquella preciosa arma que habia construido para Hanabi. Eficaz y eficiente, como cualquier arma que saliera de mi forja, que no por nada era la mejor. Era imposible que aquellos discos fallaran en su cometido.
—Lo siento, chicos. No hemos venido a hablar. Hemos venido a dar un golpe de estado.
»QUEDA INAUGURADA LA REPÚBLICA DE LA ESPIRAL.
Al igual que hicieron mis dos compañeros, hinqué la rodilla en el suelo, dejando a Datsue entre Eri y yo.
—¡Larga vida a la republica de la espiral!
Y yo haría lo posible por que fuera muy larga. Hanabi y Datsue habían confiado en mí cuando yo no podía hacerlo. Gracias a ellos, aquel Reiji había quedado atrapado en el pasado y yo habia podido avanzar. Por eso, yo me encargaría de proteger su legado, incluso si algún día faltaba Hanabi, por que se había jubilado e ido de vacaciones, hasta que me tocara el turno a mí de descansar.
Y en otro orden de cosas, aún arrodillado frente a Hanabi...
—¿Que debemos hacer con la, ahora ya no, ""nueva uzukage""? Si acaba de salir de aquí no deberia estar muy lejos. ¿Cuales son sus ordenes, Hanabi-sama?
25/01/2021, 04:47 (Última modificación: 28/01/2021, 22:50 por Tsukisame Takumi. Editado 1 vez en total.)
La noche cayó sobre el campamento y los shinobis del Remolino comenzaban a reunirse entre ellos en este momento de calma antes de la tormenta. Pero Tsukisame Takumi se encontraba cerca de los límites del campamento, sentado en el suelo con la espalda apoyada sobre el tronco de un árbol que se encontraba en la colina sobre la que se habían asentado. Nunca había sido un chaval muy sociable y en estos momentos no tenía la cabeza para charlar.
«¿Estamos haciendo lo correcto?»
Tampoco le habían informado mucho de cual era la razón de partir hacia la capital, normal siendo un genin, pero durante la marcha había escuchado algunas conversaciones entre algunos jōnin y el comandante del ejército, Akimichi Katsudon. Tampoco había escuchado en exceso pero habían llegado a sus oídos cosas como "destituir a Hanabi-sama" o "el traidor del daimyō Shiden", pero no había que ser un lumbreras para saber aproximadamente a lo que iban.
El marionetista estaba puliendo sus kunais para mantenerse entretenido cuando escuchó que unos pasos se acercaban a su posición, con calma.
—Takumi-san... —Una voz sonó a sus espaldas, que reconoció inmediatamente.
—Buenas Shinobu-san, ¿pasa algo?
Sunafū Shinobu, una chica de la misma promoción de Takumi. De las pocas personas con las que llegó a hablar en su etapa en la Academia de las Olas Shinobu había sido con la que más había hablado de todos sus compañeros y fue más por iniciativa de ella, pues tenía gran interés en el País del Viento y sus gentes y costumbres.
La joven dejó su gran abanico apoyado en el mismo árbol sobre el que descansaba el kazejin y se sentó a su lado.
—Nada en especial... La verdad es que te veo algo raro, durante la marcha tenías la mirada perdida... Como en tus primeros días en la Aldea. ¿Estás bien?
—Mmmm... No sé, tengo miedo de lo que pueda pasar, es como si estuviéramos preparados para sitiar Yamiria o incluso asaltarla... Es una sensación extraña.
—¿Tienes miedo de lo que pueda desembocar lo que hagamos hoy? —La kunoichi dio en el clavo.
—Si... Me fui del Viento por su inestabilidad continua, por la pobreza en la que vivíamos, por las constantes guerras civiles culpa de los daimyōs más poderos; y ahora aquí estoy, a punto de participar en un golpe de Estado. Tengo miedo de... —Tragó saliva. —Tener que participar en una guerra civil... Y aun así sé que lo haré si es luchando por una causa justa.
Su compañera le miró apenada con sus ojos púrpuras y posó lentamente su diestra en el hombro del marionetista.
—Hanabi-sama es un buen líder, seguro que él tampoco quiere que haya una guerra en el país. Si ha tomado la decisión de hacer lo que sea que tenga en mente seguro que ha sido pensando en el bien del país y de sus gentes. —Dijo antes de levantarse.
—Esperemos que así sea...
No es que desconfiara de su Uzukage, de hecho le parecía un gran líder y estaba orgulloso de ser uno de sus shinobis; veía en él alguien humilde y preocupado por el bienestar común. Pero en lo más profundo de su ser no podía evitar tener miedo de volver a vivir lo mismo que en su país natal, hermanos matándose entre ellos por el beneficio de los que tenían el poder en aquel momento.
—Ya verás cómo sí. —Respondió más alegremente la joven mientras ajustaba su particular abanico a la espalda. —Yo me voy a ir yendo con Jiro y los demás de nuestra promoción... —Calló unos instantes, dubitativa. —Se que no eres muy dado a ello, pero si necesitas hablar sabes que puedes venir y decirme cuando quieras.
—Muchas gracias Shinobu-san, de verdad. —Una leve sonrisa se dibujó en sus labios.
—Ya sabes, todo lo que sea por mi kazejin favorito. —Respondió con tono humorístico levantando su pulgar derecho. —Adiós pues.
Takumi quedó solo otra vez, enfrascado en sus pensamientos. Acabó de dar brillo a uno de sus filos y vio su rostro reflejado, el rostro de alguien con miedo y dudas, pero eso no podía seguir siendo así. Él era un shinobi de Uzushiogakure y confiaba en su Uzukage, había sido elegido por su mano derecha para formar parte de esta operación y no podía defraudarles.
No podía defraudar a sus compañeros. No podía defraudar a los habitantes de la Villa que le habían ayudado y acogido. No podía defraudar a Airi y... a Itona. Eso no iba a pasar.
Un montón de shinobis de diferentes rangos acampando en una colina. El motivo de esto no estaba claro para Ozuru, que ese encontraba cerca del centro de campamento. El ambiente era raro para el joven Akimichi, nunca había visto un grupo como este fuera de la ciudad, pero lo que dejaba al genin preocupado eran algunas cosas que que había escuchado de pasada.
Otra bolsa de patatas fritas, esta era la tercera que Ozuru sacaba de su mochila desde que anocheció. No era precisamente porque tenga hambre sino que intentaba razonar la situación y sobre todo calmarse a si mismo.
«¿Cuanto tiempo tendremos que esperar aquí? ¿horas?...¿días? si realmente tenemos que esperar tanto... entonces tal vez me quede sin patatas antes de que tengamos que movernos»
El Akimichi pudo ver que uno de sus compañeros de la academia se encontraba caminando por el campamento pero se veía raro como si estuviera deambulando.
«Supongo que no se lo tomo bien saber que se viene, bueno no es como si yo me hubiera tomado bien pero... es mejor no pensar en eso. »
Mientras el genin se encontraba perdidos en sus pensamientos y sin darse cuenta ya se había terminado la tercer bolsa de patatas.—Creo que necesito estirar las piernas un poco.— Ozuru buscaba una forma de despejar su mente por lo que decidió dar una vuelta alrededor por el campamento pero sin alejarse.
26/01/2021, 17:43 (Última modificación: 26/01/2021, 17:44 por Yasuyori Hayato.)
Ser médico de un campamento no era fácil. No se sabían muy bien los motivos de aquel despliegue de tropas, pero solo habían dos desenlaces posibles: que no suceda nada y estén allí solo por seguridad y para transmitir un mensaje, lo cual era poco probable, o que se desencadenase una batalla, lo cual Hayato estaba casi seguro de que ocurriría. Por esto, muchos soldados, más que todo novatos, sufrían ataques de ansiedad y pánico severos, con ganas de que todo pasara rápido y con miedo a la muerte, y por lo tanto, el genin médico tenía que, junto con el resto del equipo médico, atender estos casos, que eran más comunes de lo que esperaba para shinobis experimentados. La primer batalla no era fácil, incluso para él, que ya había sufrido una pérdida muy grande.
Salió de la tienda donde había tenido que atender un caso bastante complicado junto con otro médico. Ellos, junto con los compañeros del paciente, que se encontraba ya tranquilo durmiendo plácidamente, habían tenido que sujetarlo y aguantar sus gritos, mientras el otro médico le inyectaba un calmante. Antes de que la dosis completa estuviera en su sangre, había arañado a uno de sus compañeros y había vomitado en el suelo del campamento. Luego de tratar la herida del shinobi, los dos médicos salieron de la tienda.
-Bien hecho, Yasuyori, iré a la otra tienda, a ver si Shinden despertó. Ve a descansar, ¿puedes vigilar a este?- Hayato asintió con una insípida sonrisa. Su compañero se refería a un paciente anterior, tan complejo como el que acababan de tratar, que habían recientemente manejado.
Hayato buscó los bordes del campamento, cerca a donde se encontraba la tienda de su más reciente paciente para vigilarlo. Era extremadamente tímido y no quería socializar con nadie. Además, necesitaba pensar. Se sentó en un tronco caído en la frontera del campamento y pudo ver a otro ninja de cabello negro y anteojos haciéndole mantenimiento a sus armas. Trató de no hacer contacto visual con él y se limitó a ver el suelo.
"Si esto sucede antes de la batalla, no imagino como será cuando todo empiece" Suspiró ante este pensamiento. "Tu estarías emocionado, Tenma, y con ganas de combatir. Pensarías que estos shinobis son débiles por entrar en pánico ante una batalla y tu la desearías... no podrías estar más equivocado" Pensó en su gemelo muerto y volvió a suspirar. Así era la guerra, por pequeña que fuera.
He dejado traspasar el límite de posteo que os había dicho porque de todas formas no he podido contestar hasta ahora. No obstante, a partir de ahora la actividad será estricta. A partir de mi mensaje, tenéis hasta el viernes para contestar. Yo masterizaré el sábado. Si cuando masterice no estáis todos, saltaré turno. Si salto el turno dos veces seguidas, pasarán cosas.
Tened mucho cuidado con inventar lo que ocurre en el campamento y en la trama. Ya os dije que os limitáseis a vuestros PnJ y nada más. Por ahora no ha habido nada grave, pero dejadme a mí narrar las escenas, por favor.
¡A rolear!
¡Pum!
Estaba tan concentrado en el suelo que Hayato chocó contra algo. Algo blando y grande. Algo que comenzó a reírse. Ese algo era nada más ni nada menos que Akimichi Katsudon, el general a cargo del campamento. Era tan alto y tan gordo como dos hombres, con el pelo negro, corto y alborotado. Le sonreía afablemente, mirándole con aquellos dos ojos negros, rasgados. Bajo ellos, tenía dos tatuajes en forma de óvalo, de color dorado.
—¡Jo, jo, jo! —rio—. Cuidado, chavalín. No queremos que te tuerzas el tobillo antes de la misión. —Vio a dos más cerca de allí. Akimichi Ozuru y Tsukisame Takumi—. ¡Eh, vosotros dos! ¡Venid aquí! Creo que debería contaros qué está pasando, aunque sea para quitarme yo mismo los nervios.
»¿Sabéis por qué estamos aquí?
· · ·
Hanabi negó con la cabeza.
—Garadea... —Cabizbajo, se tomó un tiempo para tranquilizarse—. Fue una traidora, Reiji. Una que supuestamente murió entre mis propios brazos. Ya veo que no.
»Pero hemos matado al Daimyō. Nosotros sabíamos lo que pretendió antes de morir, pero me temo que eso no es una excusa legal para ejecutarlo ahora. Sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer...
»Ahora tenemos que demostrar la legitimidad de esta acción. No quise traerme las pruebas de la traición conmigo por si acaso. Por si... nos tendían una trampa. Las tiene Katsudon, y debería estar viniendo hacia acá con un buen puñado de hombres y mujeres.
Hanabi suspiró.
»Entretanto, no tardarán en venir a darnos caza. Quizás alguno de los ninjas que yo mismo legué a Yamiria. Debemos defendernos, físicamente y... bueno. Tendremos que explicar muchas cosas.
Hanabi abrió mucho los ojos.
»¡CUIDADO!
Detrás de Reiji, uno de los soldados que Hanabi había dejado inconsciente trató de asestarle un tajo con la naginata en vertical. El otro se estaba levantando poco a poco...
—¡Traidores, traidores! —gritaba el hombre, con lágrimas en los ojos.
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¿No habia que perseguir a Garadea? Si era una traidora y estaba cerca. Además dejarla huir despues de lo que habíamos hecho, y aunque Katsudon tuviera las pruebas, podría derivar en una venganza a futuro. No por matar al señor feudal, si no por frustrar su ascenso al trono de Kage, que seguramente era lo que le importaba.
Y hablando de Katsudon, era genial que estuviera de camino, ojala viniera con Yuuna, el equipo takoyaki de nuevo reunido y listo para la acción.
Pero no era el momento de pensar en ello, Hanabi nos estaba advirtiendo de que los guardias vendrían a por nosotros cuando de repente gritó que tuviéramos cuidado. Yo no tenia ojos en la nuca, menos mal que Hanabi nos advirtió a tiempo y que mis manos estaban libres para formular un sello, si no, ahora tendría un bonito tajo de naginata en la espalda.
Sin embargo, con mi sello me habría intercambiado por una silla cercana, que seria quien recibiría el golpe del guardia. Desenvainaria mi espada y dejaría que el chakra fluyese por el filo de la espada.
Primero, cubriéndolo con una capa de agua. Una técnica que había diseñado para evitar matar a mis oponentes de un tajo, y en vez de eso golpearlos como si mi arma fuese un bokken, de modo que solo los noquearia y les dejaría moretones. ¿Por qué? Estos guardias no sabían que el verdadero traidor era el señor feudal, solo hacían su trabajo, era mejor noquearlos y mostrarles despues la verdad que matarlos ahora.
Luego, el chakra que fluyo por la hoja fue para preparar mi técnica insignia. Pero al contrario de lo que muchos creerían, no la usaría para golpearle la cabeza, si no el hombro derecho. De este modo aunque no lo noquease, probablemente lo desarmaria y tendría un brazo menos para pelear. No, no iba a cortarselo, para eso estaba el flujo de suiton.
- PV:
210/210
–
-0
–
- CK:
145/210
–
-11
–
-6
–
-48
–
- Posible Daño provocado: 80 PV Tanya no Michi: Kanazuchi (Contundente)
- Acciones ocultas: -
- Aclaraciones:
- Bonus de Aichō: +10PV a daños por corte.
Eri escuchó atentamente la explicación de Hanabi mientras volvía sobre sus dos piernas. ¿Garadea era una traidora que debería estar muerta? Alguna razón tendría pues para querer ser Uzukage pero... ¿Cuál? ¿Acaso se sentiría traicionada por algo? ¿Venganza? Demasiadas preguntas sin respuesta.
El Daimyō era otro cantar, claro, porque ella había escuchado directamente lo que había sucedido allí. Hanabi, Datsue y Reiji lo habían escuchado de sus labios y dos de los supuestamente presentes en esa reunión ahora estaban muertos. «Mal asunto, sí.» Por suerte, Katsudon estaba yendo hacia su posición con las pruebas esclarecedoras de la traición. «Por eso te juré ser fiel, Hanabi-sama.»
Eri asintió a sus pensamientos.
Aunque lo de pelear con excompañeros de villa no le hacía tanta gracia. Y menos el intento —en vano— del ataque a Reiji que terminó por ser uno a una silla. La Uzumaki se puso en guardia al escuchar como uno de los guardias que Hanabi había dejado fuera de combate ahora gimoteaba sobre la traición.
—¿Acaso nosotros no somos los traicionados? —preguntó Eri, envolviéndose en rayos mientras sacaba la Naginata que dormía en una de sus palmas. Reiji la podría reconocer rápidamente—. ¿Qué es lo que tenemos que hacer con ellos, Hanabi-sama? —preguntó mientras apuntaba con el filo al que se estaba levantando.
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– - 75 CK(Yoroi) - 5 CK sacar arma de la palma de la mano.
-¡D-dísculpeme por favor, general Akimichi!- Dijo con claro nerviosismo y se tiró al suelo, arrodillándose y apoyando su esternon, las palmas de sus manos y su frente en el suelo, en un gesto de profunda disculpa ante un superior. Ni siquiera la risa y la amabilidad del hombre, lo tranquilizaron.
"Tu primer día en un campamento, y ya te equivocaste con tu superior. Bien hecho Hayato." Pensó, flagelándose a si mismo para sus adentros.
Cuando llamó a los otros dos, y estos llegaron, alzó su torso del suelo, pero permaneció de rodillas frente al general. Suspiró antes de hablar.
-S...supongo q...que estamos aquí porque... algo va ha pasar o está pasando en la capital... y nos tienen como tropas de refuerzo en caso de que nos necesiten...- Dijo tímidamente, medio tartamudeando, con un tono que hizo que lo que acababa de decir pareciera entre una afirmación y una pregunta.
28/01/2021, 22:49 (Última modificación: 29/01/2021, 00:04 por Tsukisame Takumi. Editado 1 vez en total.)
El marionetista estaba dejando pasar el tiempo cuando a sus espaldas sonó una voz que parecía reclamarle.
—¡Eh, vosotros dos! ¡Venid aquí! Creo que debería contaros qué está pasando, aunque sea para quitarme yo mismo los nervios.
Takumi se giró y vio que quien les llamaba era Akimichi Katsudon, el comandante de la hueste uzujin. Marchó inmediatamente hacia él y pudo ver que al otro que había llamado era a Ozuru, habían hecho una misión juntos hacía poco y era buen chaval. Cuando llegó frente a Katsudon el genin se cuadró, el Akimichi parecía afable pero lo primero que salía del kazejin cuando hablaba con un superior era ser lo más formal que uno pudiera. También observó que había otro chico que no conocía de nada arrodillado en el suelo, como si estuviera pidiendo clemencia al gigante que tenían frente a ellos.
—¿Sabéis por qué estamos aquí? —Preguntó el jōnin.
—S...supongo q...que estamos aquí porque... algo va ha pasar o está pasando en la capital... y nos tienen como tropas de refuerzo en caso de que nos necesiten...
—No conozco todos los pormenores pero me hago una ligera idea de nuestra función, señor. —Explicó todo lo conciso que pudo.
Mientras caminaba tranquilamente el mismísimo Akikimichi Katsudon que se encontraba al lado de otro shinobi, llamo a Ozuru y a alguien más . El genin se encontraba sorprendido que el general lo estuviera llamando y se acerco sin dudarlo. Ademas cuando se quiso dar cuenta, la otra persona la cual había sido llamada era Tsukisame Takumi, su pimer compañero en la primera misión del Akimichi.
«Esto no es una buena señal, el general dijo que esta nervioso. ¿Qué puede lograr esto en un shinobi de este nivel?»
El general realizo una pregunta que para Ozuru no tenía una respuesta concreta. El otro shinobi respondió tímidamente y aparentemente carecía de la misma información que el joven Akimichi. Luego de este respondió Takumi y nuevamente él tampoco tenia los detalles de que estábamos haciendo exactamente.
Antes de hablar el joven genin realiza una reverencia —Katsudon-sama, creo que nuestro camarada esta en lo cierto o por lo menos no se me ocurre alguna otra explicación para reunir esta cantidad de shinobis en este lugar.—
Ozuru intentaba mantener la calma pero ya no estaba seguro de que pasaría a partir de aquí.