Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Quizás si la mente de la kunoichi hubiese estado más preparada para aquel escenario no hubiese pensado de verdad que nada más llegar al lugar sagrado donde nadie resultaba herido terminaría aquel fatídico día y podría irse a casa, siendo claros, no era la única que quería irse de allí antes de que cantase un gallo, se sentía demasiado cansada tanto física como mentalmente.
Pero claro, debería haberse mentalizado para lo siguiente.
El humo que se había creado alrededor de todos los shinobi allí presentes - demasiados por conocer y tan poco tiempo... - había hecho estragos, ya que una vez se disipó, todo cambió, y una docena de alguien que parecía ser el hermano mayor de Nabi les rodeaba. Movió la cabeza hacia un lado, sin acabar de creer que esto era verdad o no, demasiado irreal, demasiado confuso.
¿Es que no podía tener un año de paz y tranquilidad para salvar gatos y limpiar graffitis? ¡No, claro, ella tenía que estar involucrada en sucesos extraños con gemas extractoras de chakra y clones de un hermano desconocido de Nabi que no conocía! Ah, claro, y cúpulas que se derrumbaban porque ella rompía el suelo, pero eso era lo de menos. ''No quiero saber nada más de gemas en lo que me queda de vida...''
Ensimismada en su negación del mundo y los sucesos que su vida llevaba a cabo sin que ella lo permitiese, todo lo ocurrido acerca de las esferas sucedió, y el extraño ser rubio desapareció con algo dorado entre las manos, pero ya ni eso podía confundirla más, ¿qué más podría pasar con aquel extraño ser? ¿Qué les mandara matarse entre todos? ¿Qué volviese para que todos donásemos el chakra a una ONG? ¿Que se uniesen a una organización de gente ultrapoderosa para recolectar bijuus y dominar el mundo?
Un escalofrío hizo que se abrazase a sí misma al pensar en todo aquello, y observó como no le daba igual, estaba, metafóricamente, cagada de miedo. Empezó a hipar cuando su mejor amigo de la infancia se acercó y pronunció las palabras que para Eri resultaron de lo más reconfortantes dentro de todo su cúmulo de desagradables sensaciones.
Vamonos a casa.
Asintió sin intercambiar ninguna palabra, y, temblorosa, se acercó al rubio y le tomó la mano, como cuando eran críos y Eri se orinaba encima por las noches cuando tenía una pesadilla y el Uchiha le acompañaba al baño. Sí, un recuerdo digno de hacer mención.
Miró de reojo a todos sus compañeros de villa, luego a los demás shinobis restantes, uno que había chillado sin creerse nada de lo que pasaba, pobre, le haría tap, tap en la cabeza si ella no fuese un caos dentro de sí misma en aquellos momentos. Negó con la cabeza y la dejó gacha, mirando los trocitos de cúpula esparcidos por todo el suelo.
Suspiró y echó a andar, ya era hora de volver a casa.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Juro siguió a Kazuma, a pesar de que este pasó de él a la hora de contestarle. Al menos no se alejó de él, ni trató de saltar a la lava. Eso habría sido insultante ya.
Todos los ninjas terminaron apelotonándose en torno a la “Zona segura” que había caracterizado Nabi, a lo que Juro esperaba que fuese por alguna razón y no por intuición. Allí comenzó a crecer la discordia, cuando el pez al que casi mataban, comentó que iba a dejar pasar el casi asesinato de Kazuma. Este, sin embargo, le respondió agresivamente. Juro hizo la vista gorda, por esta vez. Aún estaba asimilando la información.
“No parece acordarse de mi participación… Igual si me callo…”
Pronto, un denso humo comenzó a rodear a los presentes, motivado seguramente por las reacciones químicas que estaban ocurriendo en el entorno cercano a ellos. Parecía un humo inofensivo, a pesar de que en él se escondía algo. Reinó un silencio sepulcral durante unos segundos…
… Hasta que algo le agarró. No supo donde, ni como, ni que, aunque parecía una mano humana. No tuvo tiempo de gritar, ni de defenderse de su agresor, el agarre fue seco y certero, aunque la caída no fue tan dolorosa como hubiese esperado. Es más, casi ni le dolió.
El humo nubló su mente, llena de preguntas, durante unos segundos, hasta que descubrió donde estaba, o más bien, sobre quién estaba. Al parecer había caído encima de Kazuma. Trató de buscar la voz para disculparse, las fuerzas para levantarse… pero las palabras murieron en su garganta tras escuchar una sonora explosión.
BAM
Una gema blanca se había juntado, al parecer, de dos mitades. Juro reparó en su mitad, pero ya era tarde. La que había estado originalmente en sus manos y había aterrizado a escasos centímetros suyos por el impacto, se unió rápidamente a la de Kazuma. Al parecer, él había tenido su mitad en todo momento.
Le sorprendió lo poco que le importó en esos momentos.
Imitando a la blanca, todas las gemas se unieron. Su gema grisácea se unió a la columna sobre la que habían caído cerca, y esta se hundió a ras del suelo. Todas las columnas se hundieron, exceptuando una, la principal, donde… había alguien. Más bien, un grupo de personas de las que no se había percatado hasta que su voz le heló la sangre.
Lo habéis hecho genial cargando las esferas, habíamos hecho apuestas, pero desde luego ninguna predecía que fuerais taaaaaaaaaaaaaaaan inutiles. Supongo que es difícil darte cuenta de que te están sorbiendo chakra lentamente cuando te estas enfrentando con un montón de shinobis. Os amenazaria, de verdad, pero en serio, sois unos gennins paquetes que no podéis ni con vuestras hormonas contra doce yos, creo que es bastante obvio que no deberíais intentar nada.
Había doce. Doce chicos similares a Nabi, en pelo y ropaje.
“¿Más Uchihas?” – se preguntó, durante unos segundos, hasta que escuchó lo dicho por él.
Habían sido manipulados en todo momento por él, y por alguien más, ya que estaba hablando en plural. Podía haberse referido a los clones, pero además de una locura, recordó la visión de más gente antes, en su encuentro. Si, definitivamente había más gente con él. Además, también las gemas les habían estado robando el chakra.
A pesar de la furia por la burla, se avergonzó un poco de haber sido manipulado tan tontamente…
Juro pensó en lo que hacer. Había gastado su bomba luminosa, y no tenía ningun otro arma para defenderse además de sus shurikens y de su látigo, y carecía en ese momento de la fuerza o la motivación para empuñarlos.
Él no era ningún héroe.
Todos se quedaron bajo el yugo de los doce clones, hasta que la columna central se hundió del todo. En ese momento, se formó un extraño símbolo en el suelo, formado por dos piedras diferentes, y apareció una esfera dorada. Tras eso, los clones y el agresor desaparecieron, y la sala entera se quedó en silencio.
Juro hizo acopio de todas las fuerzas y la motivación que le quedaban… y se apartó de encima de Kazuma, una vez respirando ya con más calma.
- Lo siento… - murmuró, ausente. Tenía demasiadas cosas en las que pensar – Vamos a casa, con Nabi y con Eri.
Se levantó como pudo, débilmente. Estaba cansado, quizás por la carrera, porque casi mataba a una persona, por todos los sentimientos y los sucesos, y por el chakra que se supone que le habían quitado. No le quedaban fuerzas, así que no trató de ayudar a Kazuma, se habría caído con él en cuanto le hubiese agarrado su mano.
“Me preguntó si Katsue ya habrá llegado ...”
Esperó a que le siguiese, y se encaminaría en dirección hacia Nabi y Eri. Paso sobre paso, sin muchas ganas de dar conversación.
Clones, torres, gemas; una infinidad de desvariados que estaban volviendo loco al tiburón, quien además se vio obligado a observar toda la escena con una ceja enarcada y una cara de pocos amigos que sólo ponía cuando estaba verdaderamente frustrado por la situación. Ya había perdido el interés hacía tiempo, desde que tuvo que preocuparse más por mantener su cabeza sobre los hombros que encontrar la gema que tan súbito como una centella, se había convertido en una cuestión sin importancia.
Y porqué, entonces; ¿había sentido la imperiosa necesidad durante un tiempo de encontrar la otra mitad de la gema en su posesión?...
Una interrogante que tendría que llevar a la cama sin respuesta, porque no pensaba siquiera en indagar en ello. Sólo quería irse de allí y volver a su tierra húmeda antes de que más locuras sucedieran.
Kaido dio un vistazo nuevamente a las personas adyacentes a su posición, pero entendiendo que él era el menos adecuado de todo el grupo —no sólo por ser de una aldea diferente sino por su apariencia y demás—, decidió no mediar palabra y dar la vuelta hacia una dirección oportunamente diferente a la que los miembros del Remolino fueran a tomar. Eran muchos, y él solo tenía al calvo, que por cierto; no había conocido hasta ese momento.
Así de intrascendente era el monje.
Si nada le detenía, Kaido se perdería en la maleza, la incesante búsqueda de un camino abierto donde pudiera ubicarse apropiadamente a fin de encontrar la ruta correcta para volver a las tierras de la Tormenta.
7/04/2016, 00:42 (Última modificación: 7/04/2016, 00:42 por Hanamura Kazuma.)
Se encontraba molesto y poco dispuesto a que aquel bravucón se le escapara de las manos. Puede que la situación fuera de peligro extremo, pero no por eso podía olvidar sus costumbres tan bien arraigadas. Solo estaba esperando una respuesta un leve pero o mala contestación para desenvainar su espada y arrojarse contra aquel chico de azul.
—Vamos a calmarnos. Podemos definir las peleas luego, ahora lo importante es; ¿Cómo podremos salir de aquí? —Una familiar figura calva se interpuso entre ambos.
—¿Karamaru? ¿Qué demonios haces aquí? —El Ishimura sentía que por fin había perdido lo poco de razón que le quedaba.
Por un instante su mente se calmó al ver la familiar cara del cenobita, pues entre tanto fuego y enemigos, todo se le hacía bastante parecido a una situación del pasado. Trato de articular algunas palabras, pero de repente el caos volvió a atacar.
Sintió como tiraban de él de manera violenta y como era arrastrado hacia alguna parte mientras que multitud de sonidos estridentes se agolpaban en su cabeza. Por un instante perdió el conocimiento debido a todo el choque sensorial de la situación o al menos eso creía pues al despertar no recordaba que había pasado. Para cuando recobro la conciencia de donde estaba, se encontró con Juro tirado encima de él.
—Lo siento… —murmuró, ausente—. Vamos a casa, con Nabi y con Eri.
El joven de cabello blanco se levanto como pudo, sentía un extraño cansancio que alentaba cada movimiento de su cuerpo. La lluvia se había tornado más ligera, pero aun así sentía que cada gota tenía el peso de una naranja.
«Te daré una buena lección si nos volvemos a ver.» —Pensó mientras veía como el chico azulado se perdía entre la oscura vegetación.
Sus compañeros ya habían iniciado la marcha de vuelta a casa, pero el espadachín aun tenía unas cuantas dudas por resolver. Sobre todo, el por qué su amigo calvo yacía metido en un problema como aquel.
—Karamaru —le llamó mientras ponía una mano sobre su hombro—. Tanto tiempo sin vernos y justo teníamos que encontrarnos en medio de este desastre… Bueno, lo importante que salimos vivos y coleando, como antes, jejeje.
En eso el de ojos grises pudo escuchar como un fuerte pisar resonaba en el lodo. Quizás fuera por el cansancio pero no supo decir de donde venía el sonido hasta que tuvo a su causante encima. Una enorme lengua pasó por todo el lateral de su rostro y sintió como un aliento cálido le golpeaba la cara. Era el caballo que había dejado amarrado en la entrada a las ruinas. Al parecer estaba tan asustado que mordió la cuerda hasta romperla.
—Quisiera quedarme a conversar, pero las cosas se pondrán feas si no vuelvo pronto a casa —le dio un fuerte abrazo a su amigo y entonces subió a su caballo—. Nos vemos, Habaki Karamaru.
»¡Ayo ceniza! —Aquel fue el nombre que acababa de darle a su fiel montura.
Un gran trueno se hizo presente, y entonces la criatura se puso en marcha a gran velocidad. En cierto punto pasó junto a sus compañeros de villa a los cuales dejó atrás rápidamente. Bien pudo haberse devuelto, pero los cascos en carrera de la bestia levantaron un montón de tierra y agua lodosa que fue a terminar sobre ellos. Debieron de quedar hechos un desastre en apariencia y una fiera en humor, así que decidió simplemente levantar la mano en señal de disculpa mientras se alejaba más. Aunque… ¿En tanto oscuridad habrán visto su sincero gesto? Es algo en lo que no se molestó en pensar.
Mientras la cúpula se derrumbaba dejando las puertas del infierno abiertas parecía que las cosas al fin se iban tranquilizando, por lo menos en cierto sentido. Eso si, lo de los genjutsus que mencionó Datsue no terminaba de creérselo por algún extraño motivo. - Ajá… - Contestó apenas al Uchiha despegando su atención de él pura y exclusivamente para comenzar a vigilar sus alrededores para evitarse sorpresas adicionales.
En eso una especie de onda expansiva se hizo presente alertando a la pelirroja que al girarse lo primero que vio fue una gema blanca haciendo prácticamente lo mismo que había dado inicio a todo esto. Lo malo es que la preciada gema que Ritsuko había tenido en su poder hasta entonces e incluso en su estómago de un fuerte tirón que la desestabilizó se libró del agarre para reunirse con su otra mitad y hacer básicamente lo mismo que la primera.
- Por dios… - Susurró para si misma pensando en la fuerza con la que la piedra se había escapado de su mano, si no la hubiese logrado vomitar seguramente le habría perforado el estómago. Pero venga, eso de las gemas era una sola cosa de las tantas que estaban ocurriendo, también aparecieron una parda de rubios dispersados por todo el círculo donde los genins estaban mientras otro rubio más comenzó a hablar destacando la inutileza de todos los allí presentes...
De todas formas ninguno de los allí presentes se atrevió a hacer nada contra esos rubios, después de todo ya habían dejado en claro que si querían los podían matar fácilmente y… Así como aparecieron se esfumaron dejando totalmente libres a todos. - Va… Tranqui la cosa… - Comentó con el mínimo interés posible mientras se rascaba un poco el vientre.
Así que sin nada para hacer allí, la pelirroja iba a devolverse a casa aunque su compañero pegó un grito que la dejó sorda. - ¡NO GRITES, CARAJO! - Le gritó en respuesta para luego tomarlo por el cuello del yukata y tratar de arrastrarlo. - Volvamos a la aldea… Además… Tenemos que hablar lo del equipo... - Conste, por una vez en su vida Ritsuko iba bien orientada como para volverse. Además, la chica no terminaba de sentirse cómoda tras ver la tan brillante actuación de Datsue en este lugar como para jugársela a una misión grande.
¿Es que alguien pensaba que tras el derrumbe todo se habría acabado?
¡Jah! Aficionados...
Si, la cúpula ya era historia y su gran mayoría se había deshecho en el subsuelo ígneo que había bajo nuestros pies y que se podía apreciar entre los boquetes que este había ido ocasionando en la superficie. Pero aún quedaba el postre por servir.
Me cercioré de que Mitsuki siguiera cerca mío para tenerla ubicada en todo momento cuando una nube de humo inundó la zona segura, provocando que todos tosiéramos irremediablemente.
Luego algo me agarró y tiro de mi con fuerza.
-¡Qué me dejes, coño!-
[i]Fue como un pensamiento en voz alta, me salió del alma. Tan solo quería irme de aquel puto infierno de una buena vez y olvidar todo lo que había sucedido durante aquella noche. Que por cierto, seguía lloviendo, ya lo creo que seguía lloviendo, de nuevo el elemento líquido seguía empapando mi ropa y descendiendo por esta.
Cuando me pude dar cuenta había un tipo, no espera ¿Cuantos habían? Creo que eran doce, todos rubios, con la misma cara y uno de ellos empezó a soltar bravuconadas haciendo que la vena del cuello se me hinchase como pocas veces lo había hecho.
-Ven aquí que te rebiento, cachomierda- pero el muy cobarde desapareció, él y sus clones o lo que fuera eso.
Esta vez, por cierto, si que nos había dejado solos y la gente empezaba a desfilar. Los primeros fueron el rubio, el del látigo y Eri. Fue el primero el que dio la ordenj con un simple Nos vamos., Kaido también había empezado a desfilar. Los dos de Taki hicieron lo propio, mientars el imbécil al que un día le iba a partir la cabeza empezaba a vociferar y la otra le agarraba del cuello, arrastrando de él. No pude evitar que se me escapase la risa por lo bajo. El peliblanco del katanazo ahora se encontraba encima de su montura, también se iba, no sin antes dejar embarrados a los 3 de Uzushiogakure citados anteriormente.
*Por lo que se ve la camaraderia abunda. Cada uno por su lado... Bien, pues hora de irse, Mitsuki. vas a tener que confiar en mí, nadie más va a ayudarte* me dije para mi mismo.
El cuerpo de la Hyuga estaba arrojado por el suelo. A ella también la habían cogido durante la humareda según parecía. Así que que me acerqué a ella, coloqué mis brazos bajo sus rodillas y su espalda y la levanté. Ya no quedaba nadie, tan solo el calvo de Amegakure.[/i]
-¡Buen viaje de vuelta, muchacho!-
Tras aquellas palabras de despedida buscaría un lugar seguro en el que refugiarnos antes de que la tormenta nos provocase una pulmonía. Cuando lo hiciese volveríamos a casa.
Sentía la tensión que había entre los dos cuerpos agresivos y amenazantes que disputaban una pelea por orgullo. No sabía si sus palabras los calmarían pero él lo intentaba, después de todo muchos dicen que lo que cuenta es la intención. Karamaru la tenía pero la mirada de su raro compañero de aldea le auguraba otra cosa.
Sus ojos comenzaron a captar la disminución de luz como consecuencia del fuego que se marchitaba y la oscuridad comenzaba a rodearlo. Primero la simple noche dejaba una pequeña brisa y brillos que permitían la visión de la zona cercana pero poco segundos después un humo denso y oscuro lo empezó a rodear y antes de quedar solo pudo ver un fino grillo azul que provenía de la mirada desafiante del de Ame. Ahora se encontraba solo y perdido y con un paisaje enteramente negro, pero como no podía ser de otra manera lo extraño tenía que ocurrir.
Sintió una molestia en su cadera, luego en su espalda. Parecía una mano que recorría su cuerpo pero que al darse vuelta no podía ver. Seguía ahí, haciéndole presión en cantidades cada vez mayores hasta que se le acabó la paciencia y comenzó a arrastrar el cuerpo del cenobita a través del humo.
«¿Qué mierda?»
Solo llegó a pestañear, pero cuando lo hizo, el paisaje de las ruinas se podía ver desde las alturas. Estaba en la torre con su fiel lámpara y el pequeño campamento que había montado. Parado y sujetó a uno de los bordes de esta se encontraba, tratando de dilucidar lo ocurrido. ¿Había sido un sueño? ¿O acaso algo de lo vivido fue real? ¿Era un Genjutsu lo suficiente capaz para hacerlo vivir lo que había vivido? Nunca había caído bajo la ilusión de uno pero sabía que eran poderosos. Tal vez incluso tan poderosos que podrían hacer caer a alguien sin siquiera mirarlo ni acercarse.
Pero el cuerpo de Karamaru estaba cansado y no quería saber más nada del asunto. Estaba contento de estar bien y de haber recordado a Kazuma pero era hora de dormir y retomar viaje a la mañana siguiente.
Karamaru estaba en la torre antes de que todo sucediera así que supuse que debía aparecer allí. Además así no recuerda a los personajes y se me hace más fácil para mi rolear si nos llegamos a cruzar on-rol como es el caso de Nabi o Datsue o Yota. Asi que supongo que simplemente la parte donde Yota o Kazuma le hablan no existirian
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
Entre el caos, la tensión y el miedo se le había olvidado por completo. Ahora recordaba que le había abandonado, y aquel recuerdo le pareció lejano, como si hubiese sucedido años atrás. Pero sí, no había duda, le había abandonado como a un juguete roto. O peor, pues además había proclamado que ya estaba muerto para evadir responsabilidades por su omisión en ayudarle.
Ahora, contemplando las toneladas de rocas que cubrían irregularmente un suelo partido en pedazos, se preguntó si su mentira se habría convertido en verdad. ¿Serían aquellos escombros la tumba de Haruto?
Sintió una punzada en el pecho. Una parte de su ser se sentía mal. Profundamente mal. La otra…
… La otra le recordaba que podía haber aprovechado para robarle la bolsa de ryos. Al fin y al cabo, ¿para qué querría dinero un muerto?
Tsk… No tiene gracia… El tío vino por mí, por mi carta. Acudió en mi ayuda y le dejé tirado cuando estaba inconsciente… Joder, mierda. Es como si le hubiese matado yo mismo.
De pronto, alguien le agarró por el cuello de la yukata. Era Ritsuko, que le pedía volver a la aldea y hablar sobre el equipo.
—Espera un segundo… ¿piensas dejar a Haruto aquí?
Suficiente había sido ser el responsable de la muerte de un compatriota como para que aún por encima abandonase su cadáver. Aunque, ahora que lo pensaba… ¿Qué importaba ya?
A los muertos no les importa dónde duermen.
Abatido, dejó arrastrarse por Ritsuko como un niño haría con una madre enfadada, dócil. A medida que se alejaban de camino a la villa, la presión que sentía en el pecho, lejos de desaparecer, iba en aumento. Era como si alguien le estuviese comprimiendo el corazón desde dentro.
Entonces, por un instante, creyó oír una vocecilla que le susurraba en lo más profundo de su mente:
—Te advertí que dejaras eso en casa cada vez que salieras…
Era la misma voz que le había hablado en Shinogi-to, cuando había sufrido una sobredosis de omoide junto a Anzu. Datsue sacudió la cabeza y aceleró el ritmo, tratando de no pensar en lo ocurrido. Era lo mejor que podía hacer: no pensar.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80