Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
«¡Maldición! No encuentro la gema, desearía que hubiera un poco de luz.»
Como si los dioses del mal hubiesen escuchado su deseo, las heridas en la tierra comenzaron a rebosar en una sangre brillante y ardiente. El repentino resplandor lo cegó por un momento, pues sus ojos tenia ya rato acostumbrados a la oscuridad reinante. La repentina claridad le reveló la realidad de la situación. La cúpula se caía a trozos, el suelo era engullido por un poso de flamas y la gente corría de un lado a otro.
Pudo escuchar como Nabi gritaba algo y como todos los presentes corrían hacia una pequeña zona que parecía ser el único lugar seguro. Era un pequeño círculo central, que a medida que la tierra circundante iba desapareciendo, se iba transformando en un pilar de roca que prometía mantener a salvo a todos los que aceptaran abordarlo.
En aquel instante, entre unas rocas cercanas que estaban a punto de caer, pudo ver la gema que estaba buscando. Ahí, cercanas y tentadoras, sobre una roca que se precipitaría hacia el vacío ardiente con el más mínimo de los añadidos a su peso. La oportunidad se manifestaba macabra y cautivante.
—¡Maldición! Está tan cerca.
«Vivir o morir, he ahí el dilema ¿No es así?» —Escuchó aquella voz tan familiar justo cuando sus músculos estaban por poner en marcha su caminar funesto.
—Pero… Pero necesito la piedra. —Le aseguro a la aparente nada.
«Y yo necesito a mi amo, pero este planea abandonarme cruelmente a quien pueda encontrarme entre sus restos calcinados, y todo por una pieza de bisutería barata… Después de tantas promesas y experiencias juntos ¿planeas separarnos por tan poco?»
—¡Joder, Bohimei! —Gritó mientras comenzaba a correr hacia su compañero rubio y el pilar de la salvación.
En medio de tanto parloteo mental casi se había quedado sin suelo por el cual llegar a su objetivo, por lo que tuvo que volar.
Desde una pequeña cornisa que se recién se había formado, dio un gran salto hacia el vacio. Bien sabia que le faltaría aproximadamente medio metro de salto para llegar, pero entonces, en medio del aire y las llamas, esgrimió su katana y la clavo en la roca del pilar a modo de ancla. La misma quedo en un ángulo de cuarenta y cinco grados, quedando firmemente afianzada y salvándole el pellejo.
¿Gente matándose a unos metros? Da igual, la gema tenía prioridad y tenerla en el estómago no era nada lindo, menos a sabiendas de lo que le había pasado al Uchiha tras completar su gema. ~ ¿Así es como me moriré? ~ Un final nada interesante y hasta aburrido, morir por una dichosa gema que se tragó por accidente.
Luego de haberse vomitado su cena y varias arcadas de por medio, además de la asfixia por una bendita gema que se negaba a salir, logró sacarla, en una asquerosa masa viscosa mezcla de ramen y jugos gástricos. En otras palabras una porquería pero que iba a necesitar lo quiera o no.
—¡Ritsuko! —rugió—. ¡Aquí!
Escuchó a la distancia, una voz sin lugar a dudas conocida pero de la que nunca se esperó señales ni nada por el estilo. Pero tenía toda la razón, si no se movía de allí la tierra se la tragaría literalmente y como cualquiera de los allí presentes la pelirroja quería vivir. Sin tomarse más tiempo del que tardó en regurgitar el fragmento del zafiro la chica emprendió la carrera hacia donde se encontraba su compañero.
La tierra seguía fragmentándose y todo dentro de la cúpula comenzaba a iluminarse a causa del fuego subterráneo, siendo así la carrera de la chica se complicaba más y más. - ¿Cómo mierda pasó...? - Se preguntó a si misma mientras eludía las grietas a base de saltos o rodeos en algunos casos y finalmente cuando estaba a muy poco la tierra se desmoronó bajo los pies de la pelirroja.
Lejos de detenerse, Ritsuko dio un salto con la intención de agarrarse del borde de la plataforma del centro de la cúpula al cual no llegó, pero si que logró pegarse al muro como lapa. Fue allí cuando la chica aprovechó para mirar detrás y ver con más detalle donde se había metido. En palabras sencillas, el infierno. ~ Mierda… ~ Pensó la chica al ver como aquello caía. - Luego te compras otra, no seas suicida. - Le espetó su madre en lo que ambas observaban como la gabardina se iba al garete.
- Datsue… ¿Cómo mierda pasó esto...? - Consultó mientras subía por el lateral de la plataforma hasta llegar a donde estaba todo mundo y donde en teoría podría relajarse al menos unos segundos ya que la tierra allí no se hundía ni fragmentaba. El zafiro lo tenía atrapado en su diestra, nada de la misma estaba visible aunque sin gabardina ni máscara el colgante que Reiji le había regalado estaría totalmente expuesto. ~ Ahora… ¿Quién tiene mi gema...? ~
Ya ni quería escuchar al gilipollas de Takigakure, que se fueran él y su puto ego bien lejos o le acabaría dando una buena hostia merecida, ¿Tanto le costaba ver que solo quería ayudarle para salir vivos de allí? Sin embargo no hacía más que escupirme en la cara. Volví a cargar con Mitsuki cuando el rubio dio la voz de alarma, indicando que fuéramos a la zona que, sorpresivamente, no había resultado maltrecha por los derrumbes de la técnica de Eri. era realmente particular que aquella zona y solo aquella zona se mantuviese en pie, ajena a todo lo que estaba sucediese, como si un aura divina la protegiese.
Instantes después mis ojos se centraron en el tipo de la katana, el de cabellos blancos y bandana de la aldea. El muy necio había saltado prácticamente al vacío. Su salto no le permitiría llegar a tocar tierra y acabaría derritiéndose en el fuego subterráneo que aguardaba hambriento bajo los pedazos de suelo intactos. Una telaraña voló hasta él clavándose en su cuerpo.
-¡Cógela!- le advertí.
El hilo pegajoso capturó la mano que no estaba armada y en ese momento tiré con fuerza para hacerlo volar a tierra firme, no muy lejos de la zona donde Kaido estaba llevando su estratagema. Desde luego no sabía valorar las situaciones, seguramente presa del pánico de la situación, totalmente superado por la adversidad.
*Bien, ahora hay que poner a salvo a Mitsuki*
Y eso es lo que iba a hacer, debía dejarla en la zona segura. Corrí tanto como pude para llegar en el menor tiempo posible y la acabaría dejando recostada allí mismo.
*Aquí estarás a salvo, por ahora..*
Me voltee para ver como llevaba la situación Eri. Ante él estaba el recién ayudado Kazuma, por detrás la zona segura donde estaba al lado del rubio y del moreno del látigo. Había que aprovechar la situación y hacer efectiva la superioridad númerica. Pero gracias a la escaramuza de Yachi sabía cual era el punto fuerte del tipo. Podía licuarse y si le atacabamos de bien seguro que sacaría a relucir su habilidad, por lo que probablemente el golpe que debería ser para él acabase siendo para la maltrecha kunoichi del remolino.
-¿Qué cojones está haciendo el gilipollas este?- les pregunté a mis camaradas-¿En serio cree que puede ganarnos a los cinco? Puto inconsciente-
Chasquee la lengua.
-Puede transformar su cuerpo en agua, hay que ir con cuidado con ese cabrón-
La información lo era todo en los tiempos que corrían y era importante que los dos que estaban a mi lado y podían oírme estuviesen al tanto.
Karamaru pensaba que la vela se había apagado al tocar el suelo, antes de caer al abismo. Pero no, solamente había bajado su intensidad por el tacto con la tierra y todos los presentes se llevarían la sorpresa de su vida. Primero un terremoto que rompe el suelo, y luego, un infierno bajo esos agujeros que generaba el temblor. Si alguien podía llegar a tener mal a suerte, nunca se compararía con lo que estaban viviendo todos esos gennin. Gennin que el calvo solo escuchaba gritos y pasos y siluetas moviéndose de acá para allá.
¡Venid todos aqui! ¡Es el sitio más seguro!
¡Ritsuko! ¡Aquí!
¡Hey! ¡Nabi! ¡Ayúdame!
¡Ven! ¡Ya! ¡Acabaremos muertos sino vamos con Nabi!
El cenobita venía de rezagado. Su punto de salvación estaba siendo invadido por unas cuantas personas antes de que llegase. Un hombre que se clavaba a uno de los pilares y luego salía despedido para atrás, una silueta que se colgaba del borde para después subir, y otros que llegaban con mejor suerte y facilidad a la tierra firme.
El suelo se resquebrajaba haciendo imposible poder correr en línea recta. Lo único que quedaba era saltar de entre los pedazos que parecían firmes, o mejor dicho, los que todavía no habían comenzado su descenso. Pero poco a poco Karamaru se acercaba y el tumulto de gente se hacía cada vez más notorio. Quería contar cuantos eran pero su concentración debía de enfocarse en otra cosa. No ser chupado por el fuego que lo corría a sus espaldas.
«Tu sabes que puedes llegar, tu lo sabes, eres shinobi, vamos, vamos, vamos...
El suelo que no le permitía ir en línea recta hacía que tenga que rodear la plataforma mientras se acercaba. Giró y giró alrededor de ella hasta darse cuenta que frente a él, y también yendo hacia la plataforma, había dos personas que trataban de obtener un lugar en ese lugar de salvación. ¿Qué podía hacer un monje al que le enseñan que ayudar al otro es primordial? Olvidarse de ese redondo pedazo de tierra y acercarse a las dos figuras.
Poca atención les había prestado, no sabían si eran shinobis, kunoichis, civiles ni tiburones, pero el tomó el cuerpo de la persona que estaba siendo ayudada y cruzó su brazo por la espalda y puso la mano en su pecho para hacer fuerza y ayudar a la otra persona a llegar más fácilmente a la zona segura. Dos individuos cargarían mucho mejor a otro que uno solo. Lamentablemente, estaba dejando un fiel amigo atrás. No había visto al peliblanco y lo dejó a su propia suerte.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
Antes de todo aquel follon, el ambiente ya era confuso con diez personas diferentes hablando a la vez. Ahora que todos intentaban sobrevivir se habia vuelto exageradamente peligroso y cualquier accidente podia desatar el caos y acabar con una batalla campal intervillal.
Sin duda, se habia vuelto una locura. Kazuma seguia buscando algo en el suelo a pesar de que este era cada vez más inestable y menos solido, hasta que finalmente no pudo ignorar la inseguridad en la que se encontraba y se lanzó a por salvar el pellejo, por suerte, el único desconocido de Uzu para el rubio le lanzó una especie de cuerda viscosa que parecia más una goma que una cuerda. Sin embargo, Nabi tenia su atención en Eri, que en su huida habia caido al suelo, pero antes de que el rubio fuera en su ayuda un extraño ente azulado se apareció ante ella y la ayudó a levantarse de forma poco caballerosa.
Pero... si ha perdido la cabeza... ¿Qué coño?
-Puede transformar su cuerpo en agua, hay que ir con cuidado con ese cabrón-
¿Transformarse en agua? ¿Pero eso es fisicamente legal?
Como ya todos habian sospechado, aquel polvo y pequeñas piedras que caian de la cupula fueron creciendo hasta que todo el techo se desmoronó totalmente. Él gracias a su sharingan podia discernir perfectamente el movimiento de las rocas y su velocidad. Así pudo ver como un enorme trozo de cupula se precipitaba sobre Eri y sus ayudantes, ambos de Ame. Sin pensarselo dos veces hizo el sello del carnero y se preparó para usar una tecnica que aún no habia usado fuera de los entrenamientos. Empezó a correr mientras el chakra se acumulaba en sus piernas, y saltó. Encontrandose en el aire con el enorme trozo de materia inanimada que salió despedido mientras que Nabi, habiendo chocado con una piedra a una velocidad tan grande cayó directo hacia el suelo. Por suerte, en el choque la mayor parte del daño la habia recibido en el brazo derecho, que era lo que habia puesto por delante, siendo consciente que era la forma en que lanzaria más lejos.
Al caer, concentró chakra en la suela de sus sandalias para adherirse a la primera superficie que tocara. Aunque su brazo derecho ya no le respondia. Cayó en una superficie horizontal en la que no se detuvo, sino que se dirigió rapidamente al único sitio seguro. Metiendo prisa a los dos Amegakurienses.
¡Daos prisa! No nos queda mucho tiempo
En cualquier caso, él podia volver a usar esa tecnica y no caer al fuego, aunque a saber donde caia si hacia eso. La cupula habia caido totalmente, pero por suerte, la mayor parte se la habia llevado él con aquel golpe, ahora eran piedras sueltas, aunque algunas de un tamaño considerable. Su sharingan le permitia esquivar la mayoria gracias a que sus piernas no se habian visto comprometidas por su imprudencia. Se encontraba justo detras de los shinobis de Ame que llevaban a Eri, por si estos morian o huian, para protegerla.
Caos. Esa era la palabra que mejor definía la situación. Gritos, chillidos, piedras cayendo del cielo, las puertas del infierno abriéndose en el suelo… El Uchiha no podía quejarse. Aquella era una aventura de las grandes, de las que había soñado protagonizar en muchas noches de insomnio.
Sin embargo, ahora que lo vivía en carne y hueso… ya no le atraía tanto. Eso por no decir que temblaba de cabeza a los pies. Por los Dioses… ¡qué acabo de graduarme!
Observó como Ritsuko hacía caso a su llamada, como buena compañera de Aldea. Saltó hacia él, pero en el último momento una porción de tierra se derrumbó y cayó al vacío…
… para seguidamente surgir de nuevo de las profundidades. Buena chica.
- Datsue… ¿Cómo mierda pasó esto...? —preguntó cuando se puso en pie.
—No sé porqué todos piensan que conozco la respuesta —respondió el Uchiha, que ya era la tercera vez que le preguntaban lo mismo. Tendré cara de listo—. Pero no tengo ni la más remota idea… ¡Larguémonos de aquí! —rugió, mientras corría tras los pasos del Uchiha rubio y otro pequeño grupo de shinobis.
Ya llegaría el momento de hacerse preguntas. Ahora lo primordial era poner los pies en tierra firme.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Como si su grito desesperado hubiese funcionado, no Nabi, sino Kaido, había decidido acudir en su rescate - pero nada de lo que cabría esperarse de una persona educada, al menos podría celebrar que siguiese con vida -, por ello agradeció en sus adentros que el chico-pez ayudase a la peliazul de tal manera, ¡no moriría calcinada ni hecha cenizas!
''¡Muchas gracias Kaido-san!''
Caminando como buenamente podía además de intentar seguir el paso apresurado del de Amegakure, un chico de escaso pelo se unió en su ayuda, y los tres tomaron rumbo hacia el único lugar seguro, o aparentemente el único lugar seguro mientras piedras, escombros y partes de la cúpula en general caían, sin embargo la huérfana estaba tan sumergida en el mar de sus pensamientos que no notó como algo se dirigía sobre su cabeza, no hasta que su rubio amigo acudió a su rescate, pegándose contra el escombro de considerable tamaño para redirigir su trayectoria hacia otro lugar.
-¡Nabi! ¿Estás bien? - Preguntó girando su cabeza, observando como el chico se había posicionado a su espalda, sorteando - al igual que ellos -, las piedras, que aunque pequeñas, podrían causar bastantes daños sobre sus cabezas, y suspiró al comprobar que estaba entero, y que, dentro de lo que cabía, se podía apreciar que no tenía muchos daños - aunque el golpe tuvo que doler, eso seguro -, ¡al menos la cúpula ya se había desmoronado! -¡Vamos Kaido-san, Calvo-san! - Animó mientras aceleraba el paso caminansdo a la pata coja.
Una vez en la zona segura, cuando todas las piedras hayan caído y el suelo deje de desmoronarse, no dudaría en precipitarse a huir de aquel lugar, solo de pensarlo tiritaba del miedo, o quizás del frío... La verdad es que lo único que quería era llegar a casa.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
12/03/2016, 23:33 (Última modificación: 12/03/2016, 23:35 por Eikyuu Juro.)
"Este chico es tonto"
Fue lo único que Juro pensó, en cuanto vio como Kazuma literalmente pasaba de su cara, y no solo corría indiferente a la suerte del pobre Juro, si no que encima en el acto se tiró literalmente hacia la lava cuando ya no le quedó suelo. Y luego era él el masoquista.
Afortunadamente, un chico le salvó la vida. Juro no pudo ver quién era, pero lucía un pelo pelirrojo. Le salvo la vida de alguna forma, con una especie de hilo o algo así. Tiró y Kazuma salió a la superficie. Juro retrocedió aun más, consciente del problema en cuanto vio como el suelo cercano a él se desmoronaba, y lejos de rendirse, corrió hacia ellos evitando dichas grietas.
"Vale, vale, no pasa nada. Kazuma tendrá la gema. Seguro. Necesito estar con alguién."
- ¡Joder Kazuma, estoy aquí! - exclamó, bastante nervioso. Comenzó a correr en dirección hacia Nabi - -Vamos, Vamos, Vamos...
Pudo ver como la situación empeoraba. El techo poco a poco estaba desmoronando, y a punto estuvo de aplastar a Eri, acompañada de un calvo y de... Espera, ¿Ese tipo no estaba muerto? ¡Había visto su cabeza rodar!
El techo siguió desmoronándose, y Juro se dio cuenta de que no era el momento ni el lugar de pensar en eso.
Alcanzó a Kazuma, siendo el que más cerca estaba, gracias a que había perdido suficiente tiempo en sobrevivir y esas cosas. Así que trató de seguirle en la carrera, y vigilar el techo. Antes de que hubiese más desmoronamientos mortales, habría que llegar a la maldita zona segura.
Solo esperaba que Nabi y Eri supieran donde iban, porque iban tras ellos...
Mientras ayudaba a la muchacha a ponerse en marcha hacia un lugar seguro, el tiburón no pudo percatarse del peligro que acechaba sobre ellos. Y es que el estruendo de los escombros cayendo por todos lados, aunado al caluroso oleaje de las llamas en el subsuelo eran de por sí suficientes distracciones como para tener que estar viendo hacia arriba a ver qué iba cayendo hacia dónde. Era una cúpula demasiado grande y lo importante era seguir moviéndose, o eso pensaba él.
Quizás la poca preocupación ante tan evidente peligro como resultaban ser el descenso de inmensas rocas se debía a su ya conocida capacidad. Podía ser aplastado sin ningún problema, pero probablemente fuera él el único superviviente. Ni Eri, o el calvo que apareció de la nada a ayudarle, llegarían a la zona segura.
No obstante, y a pesar de la resolución de seguir avanzando; una enorme piedra —como era de preverse—. fue directo hacia ellos. Pero desde la diestra del escualo apareció el segundo salvador del día, el muchacho de cabellos amarillos y ojos rojos, quien se abalanzó hacia ellos hasta dar un gran salto.
«¿Pero qué coño?»
El muchacho voló, técnicamente. Fue así su ascenso que impidió que el pedazo de cúpula cayera sobre su compañera, y por ende; sobre el par de extranjeros de la lluvia. Un choque lo suficientemente fuerte para enviarla en dirección contraria, cayendo de nuevo tras ellos e indicándoles que era tiempo de moverse, con mucha más prisa.
Kaido le dio dos palmadas en la espalda a Eri para que se moviera y le siguió el paso hasta la zona segura, no sin antes darle un vistazo al cabeza de vidrio cuyo cráneo brillaba bastante gracias a las intensas llamas que les rodeaban. Hasta podía iluminar una sala oscura, o eso pensó el tiburón.
Pero en fin, que ya había completado su buena acción del día. Se trataba de Eri, una buena chica, y no pasaba nada con perder, quizás; un poco de su mala fama de rufián por no dejarle morir de una forma tan triste, sepultada en un montón de piedras creadas por algún fenómeno de circo.
—Díganle al pelo de caspa que se atrevió a rajarme el cuello que le haré una visita luego. De momento, será mejor salir de aquí todos... en una sola pieza, preferiblemente.
Entonces rebuscó con la mirada, intentando encontrar con celeridad la ruta más indicada para dejar atrás semejante desastre. Se encontró con caras familiares, rutas bloqueadas y uno que otro completo desconocido que no venían al caso.
Si sus ojos no eran capaces de encontrar la salida, esperaba que los de otros sí lo fueran, pues era evidente que el tiempo se les agotaba.
La prisa por alcanzar la seguridad del pilar le jugó una mala pasada al peliblanco. Resultaba que había olvidado quitar la cubierta de chakra de su espada, por lo que cuando está impacto con la roca, sólo se introdujo en una hendidura superficial. Claro, se dio cuenta de todo esto cuando al apoyar su peso sintió como perdía agarre y comenzaba a caer.
«¡Maldición!» —Rugió en su interior cuando ya daba su vida por perdida.
Pero justo cuando estaba siendo esperado por el caluroso abrazo de las llamas en el fondo, una especie de proyectil viscoso le pego contra el pilar. El impacto contra la roca le hizo perder el aire, pero poco importaba si le había salvado la vida.
—¡Joder Kazuma, estoy aquí! —exclamó, bastante nervioso. Comenzó a correr en dirección hacia Nabi—. Vamos, Vamos, Vamos...
Como pudo se subió al pilar y alzó un pulgar en señal de que estaba bien para que sus compañeros lo vieran. Le hubiera gustado gritarles que se encontraba en buenas condiciones, pero el encontrarse boca abajo y sin aire le imposibilitaba el dar otras señales verbales. Por supuesto aún tenía fuerzas para sostener su espada, siempre tenía fuerzas para ello.
Mientras yacía recuperándose podía escuchar los gritos, las llamas, los derrumbes y un fuerte sonido de impacto que se había escuchado justo por encima de él. Todo se le hacía extraño; si bien todo se estaba volviendo una lluvia de peligros tras otros, se encontraba muchísimo más calmado que cuando sostenía la gema. Quizás fuera porque la suya propia se había caído en alguna parte, permitiéndole de a poco volver a sentirse como siempre.
—Díganle al pelo de caspa que se atrevió a rajarme el cuello que le haré una visita luego. De momento, será mejor salir de aquí todos... en una sola pieza, preferiblemente.
«Hijo de bacalao… Ninguno rufián se mete con mi cabello.» —Su reacción fue instantánea en cuanto escuchó la afrenta. Ciertamente no eran momentos para pelear, pero no iba a permitir que una decapitación fallida le intimidara.
—¡Bien, Sirenita, cuando sea o ahora mismo si quieres! —Exclamó, haciendo referencia a los femeninos y delicados seres mitológicos del mar, mientras se levantaba como podía—. La próxima vez que te licues mearé sobre tu acuoso ser, a ver si te quedan ganas de recomponerte.
Que deprimente resultaba el no recibir ninguna respuesta en ese tipo de situación, era como dar palos de ciego no saber por qué había pasado todo eso y siquiera por qué fueron ellos justamente los convocados. Aunque esto último no parecía importarle a muchos, después de todo estaban más preocupados por salvarse el pellejo del suelo que no paraba de fragmentarse. ~ Tendría que haberme quedado en casa… ~ Se decía a si misma la pelirroja mientras analizaba lo mejor que podía a cada persona que ya se encontraba en aquel círculo de tierra que parecía mantenerse firme allí.
¡Larguémonos de aquí!
Dijo un listillo justo antes de comenzar a correr en dirección a otro grupo de shinobis. - ¿¡Dónde mierda vas!? - Exclamó la kunoichi en lo que atrapaba a su compañero por el cuello de la camiseta para dar un tirón y detenerle. - ¿No te das cuenta que vienen hacia aquí? - Agregó tras asegurarse que el Uchiha ya no se movía, por lo menos no en esa dirección donde la tierra seguía cayendo.
Ellos al menos ya se encontraban en el círculo de piedra que no parecía que fuese a derrumbarse, mientras que el grupo al que se dirigía Datsue estaba corriendo justamente para alcanzar dicho círculo. - O sea que por allí no se puede escapar… - Deducciones obvias de parte de una kunoichi con algunos patos volados. ~ ¿Por dónde...? ~ Esa era la pregunta cuya respuesta Ritsuko buscaba en sus alrededores hasta que un par de genins comenzaron cierto intercambio de palabras que le dejaba en claro que posiblemente terminasen por matarse. Con un poco de suerte lo lograban...
-Legal no sé, pero lo he visto con mis propios ojos-
Y además no solo lo vi en la sardina de Amegakure, lo llegué a ver en otra persona, por lo que toda alucinación quedaba descartada. Era un poder bien real. Curioso pero real.
Pero de pronto se le cruzaron los cables al rubio. Como si un chispazo le hubiese hecho reaccionar, vio una pedrusco de la hostia descendiendo hasta donde Kaido y el calvo estaban socorriendo a Eri y saltó, saltó como si tuviera un par de muelles en sus sandalias, golpeando la roca con la maldita cabeza y partiendola en varios pedazos. Eso si, logró su objetivo, ninguno de los 3 citados anteriormente había sufrido daños y según parecía, el de Uzushio estaba bien.
*¿Y esto si es legal?* me dije irónicamente a mi mismo.
-¡Eh, tío! ¿Estás bien?-me fui acercando hasta el Uchiha de cabellos dorados-Ahoras no me digas que ese salto si fue legal-hice una clara alusión a la pregunta que hizo él anteriormente.
-¿Estáis todos bien? Hay que largarse de aquí cuanto antes ¡Vamos, vamos!-
Hice un ademán rápido con la mano pidiendo rapidez y la dirección a seguir. Debíamos permanecer en la zona central, la que no se destruía, al menos hasta que la cúpula se derrumbase por completo o lográsemos discernir una salida que no fuera peligrosa.
Tampoco me había olvidado de Mitsuki. Seguía desmayada en la zona segura, a mi lado, y seguía pendiente de ella.
*Ya van dos las veces que tengo que salvarte la cogotera... A ver si en la tercera reunión que tengamos te espabilas, joder*
Cual película de acción, sintiéndose a cámara lenta, los tres ninjas caminaban bajo piedras que le caían solo a centímetros. El ruido de las llamas bajo los pies, el de las rocas chocando con otras, el de los gritos y voces de las demás personas, todo eso y más parecían estar, por momentos, demasiado distantes. La confusión que se apoderaba del cerebro bajo la calva hacía que Karamaru pierda concentración y no vea una gran piedra que le caía justo sobre la cabeza. Pudo verla, si, pero muy tarde y justo cuando afortunadamente un rubio la rompía. Había dado un gran salto desde la plataforma hasta ese lugar, el cenobita no sabía cómo, pero lo agradecía como pocas veces lo había hecho.
Hecho la vista atrás y pudo notar que ese shinobi seguía consciente y podía caminar igual que ellos. Ahora solo se tenían que concentrar en caminar, y muy rápido, si no querían terminar siendo solo cenizas volando en el aire.
«Yo se que este no es mi momento, yo se que llegaremos...»
Karamaru se sentía confiado y más pronto que tarde llegaba a la zona que tanto deseaba llegar junto a dos peliazules. Fue en ese momento en el que el pelado pudo ver a la rescatada, una bella dama, y un... ¿Pez?
«¿Pero qué carajos?» fue su pensamiento acompañado de una cara que oscilaba entre el asombro y el asco. Lo que parecía un tiburón bípedo humanoide y raro con una bandana de Amegakure sobre su frente estaba parado junto a él. No había palabras más exacta para definirlo que fenómeno, pero era de su aldea y tendría que tratar por todos sus medios de tenerlo a su lado. Después de todo, más amigos significan más ayuda.
Para su sorpresa y próxima alegría pudo ver a un Kazuma extenuado en el suelo. No podía olvidar esos blancos cabellos que una vez vio en las costas del norte. Parecía que todos estaban a salvo del infierno que era el entorno pero como en todo grupo si estaban esas luchas internas.
Díganle al pelo de caspa que se atrevió a rajarme el cuello que le haré una visita luego. De momento, será mejor salir de aquí todos... en una sola pieza, preferiblemente.
¡Bien, Sirenita, cuando sea o ahora mismo si quieres! La próxima vez que te licues mearé sobre tu acuoso ser, a ver si te quedan ganas de recomponerte.
Un compañero de aldea y un amigo se enfrentaban en una pequeña disputa. Había que calmar las aguas y lo único que pudo hacer fue interponerse entre ambos y decir unas pocas palabras.
Vamos a calmarnos. Podemos definir las peleas luego, ahora lo importante es; ¿Cómo podremos salir de aquí?
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
Las segundos se hicieron decadas, los minutos siglos, pero antes de que pudieran darse cuenta, casi una decena de personas se encontraban apretujados de forma un tanto imprudente en dos metros redondos de espacio. El espacio vital de cada uno habia quedado en la inexistencia.
Gracias a Sama-sama bendito, todos habian salido más o menos ilesos, y todos habian llegado a la "zona segura" antes de que todo lo que quedaba de la cupula cayera de golpe hacia la habitación en llamas, provocando un desplazamiento de la tierra de alrededor que acabo de enterrar completamente la estancia y de paso, apagó el fuego.
Sin embargo, no todo era luz y color, de hecho, habia de todo menos luz y color. El humo desprendido por la cantidad ingente de llamas se sumó al masivo polvo que salió del derrumbe acompañado del alud de tierra que cayó acto seguido. Antes de que los muchachos pudieran organizarse, ver algo o directamente buscar a quien sacarle la cabeza para satisfacer ese impulso de matar a alguien que dominaba a todos en aquel recinto, o a casi todos.
En aquel humo, en apenas unos segundos, varias manos aparecieron de la nada y en unos instantes habian conseguido sacar a la fuerza a varios de los shinobis que ahí se encontraban. Ellos sentirian que algo les agarraba con una fuerza que nada tenia que ver con la que poseian en esos momentos, como escualidos gennines que eran. Otros sentirian como unas agiles manos les quitaban alguna pertenencia, o ni siquiera sentirian nada, como niños asustados y lejos de casa que eran.
Al despejarse la densa niebla, humo, polvo que habia entre Nabi y el resto del mundo pudo ver lo que de verdad habia ocurrido, a cada lado del circulo, fuera del mismo pero cerca de los pequeños pilares que asomaban del mismo, se encontraban algunas personas entre las cuales podia reconocer a Juro y Kazuma, ambos estaban uno encima del otro, literalmente, en un lado, despues justo en la dirección contraria se encontraban Ritsuko y Kaido, y en la perpendicular a estos dos, un portaobjetos y media gema blanca.
El rubio tardó de más en reaccionar, pero finalmente, se llevó la mano al muslo derecho. Sin duda, ese era su portaobjetos. Alrededor del circulo y de los muchachos que se encontraban fuera del mismo habia una docena de Nabirutos. Apenas tendria un par de años más que Nabi, o al menos, eso aparentaba. Era igual de rubio que él y su ropa era asquerosamente semejante, si descontamos que la de nuestro querido heroe se encontraba llena de barro y sangre y arañazos por todas partes.
Todo eso habia ocurrido en un instante, y para cuando fue a reaccionar, otro suceso se le adelantó, como llevaba pasando durante toda la noche. Una fuerte onda expansiva fue provocada por la gema blanca, que era la única que tenia sus mitades libre, se reconstruyera, haciendo que cada media esfera se lanzara hacia la otra con una fuerza atronadora.
Como si de una canción se tratara, las demas hicieron lo propio imitando a sus predecesoras. Atravesando todo tejido, ya fuera artificial, vegetal, mineral o animal, cada mitad se encontraria con su gemela, como dos polos opuestos que se encuentran a una distancia tan corta que resultan imposibles de separar. Uno de los clones del rubio malevolo se acercó a la ahora completa gema blanca, que brillaba con una intensidad bastante lamentable si la comparabamos con las otras, y la forzó dentro de su columna haciendo gala de una enorme cantidad de chakra.
Lo habeis hecho genial cargando las esferas, habiamos hecho apuestas, pero desde luego ninguna predecia que fuerais taaaaaaaaaaaaaaaan inutiles. Supongo que es dificil darte cuenta de que te estan sorbiendo chakra lentamente cuando te estas enfrentando con un montón de shinobis.
Os amenazaria, de verdad, pero en serio, sois unos gennins paquetes que no podeis ni con vuestras hormonas contra doce yos, creo que es bastante obvio que no deberiais intentar nada.
Mientras estaba con su conmovedor discurso cada orbe se habia incrustado en su correspondiente columna y estas se habian hundido en el suelo a una velocidad impresionante, sin embargo, a la de la gema blanca parecia costarle, como un viejo cruzando la calle.
El Uchiha era consciente de que su brazo no le iba a contestar para nada, y aunque podia hacer sellos con solo uno... No tenia la seguridad de que nada de eso fuera suficiente para acabar con él, ya lo habia intentado antes, sin todos esos cortes, magulladuras, moratones, dislocaciones y cansancio. Ahora su prioridad era salir de alli con todos los compañeros de villa que pudiera, y estos parecian tener algún tipo de sindrome suicida, así que lo mejor seria esperar a que los tios esos consiguieran lo que fuera que habian venido a buscar.
Nabiruto acabó por hundir la última columna a presión, mientras sus clones vigilaban vigilantes que nadie intentara hacer nada raro. En cuanto el orbe se habia escondido bajo tierra un simbolo apareció en el circulo sobre el que se encontraban, eran dos piedras de diferente tamaño una al lado de la otra. A Nabi le sonaba ligeramente de algo.
Del centro, salió escupida una esfera del tamaño del puño de un bebe de manos obesas de color dorado. Nabiruto dió un salto mientras hacia sellos, que finalizó justo cuando llegó a la esfera, al cogerla, tanto él como los clones desaparecieron con un puff, y un pequeño pedo de humo.
No habia más luces, ni más clones, ni más humo, ni más espectaculo, solo eran los gennins asustados que se habian enzarzado en algo que no entendian y que habian acabado como habian llegado, las manos vacias y un mal sabor en la boca. Malheridos y lejos de casa.
Nabi, con los ojos negros clavados en Eri, se acercó a ella y fue el primero en abrir la boca tras la desaparición del extraño muchacho.
Vamonos a casa.
Serio y tajante, como era él. Lo dijo lo suficientemente alto como para que todos y cada uno de los presentes lo oyera. No habia cabida para las dudas ni para las sospechas ni para la culpabilidad ni para el sentido de la justicia, ni para nada. Eran shinobis recien salidos de la academia, su prioridad debia ser siempre entregar toda la información posible a su kage. Que es lo que Nabi haria en cuanto pusiera pie en Uzushiogakure.
Debia comprobar que sus compañeros tambien llegaban sanos y salvos a Uzu, y si tenia que escoltarles, lo haria sin dudar. No tenia intención de pelearse con nadie, y si alguien de su villa lo intentaba, lo detendria. No era ni el momento ni el lugar, todos habian quedado bastante humillados ya, no iba a dejar que removieran la mierda por siempre.
—¿¡Dónde mierda vas!? —Escuchó gritar a Ritsuko, mientras le daba un tirón a su yukata—. ¿No te das cuenta que vienen hacia aquí?
La cara de Datsue era todo un poema. ¿Pero qué mosca me ha picado? Lo que había estado a punto de hacer no tenía ni pies ni cabeza. Era un sinsentido completo, algo totalmente impropio de él. ¿De verdad el miedo y el ansia por salir de allí le habían confundido tanto como para correr hacia el vacío? ¿O es que se había vuelto imbécil de repente?
— O sea que por allí no se puede escapar…
Aquel comentario le sentó como una patada en la boca del estómago. Era una deducción más que obvia, pero tras lo que acababa de hacer era entendible que se lo recordase, como una madre explicaría a su hijo que debía limpiarse las manos antes de comer.
—S-si… ¡P-por supuesto! —farfulló—. Ha debido ser un Genjutsu… —trató de disimular—. Ten cuidado con eso, ¿me oyes? ¡Alguien está lanzando Genjutsus para confundirnos! —alarmó a Ritsuko.
Pero el Uchiha no tuvo tiempo a comprobar qué tal había sentado su última mentira. La cúpula terminó por caer entera, enterrando el fuego del subsuelo y levantando una extensa polvareda. De pronto, sintió unas manos sacándole de allí. No tuvo tiempo ni para asustarse. Cuando se quiso dar cuenta, estaba tirado en suelo firme, rodeado por una docena de shinobis rubios y sus antiguos compañeros.
—Pero qué cojo…
¡BAM!
Un nuevo estallido: gemas blancas volando en el aire; uno de los rubios hablando sabe Dios qué cosas. A Datsue le pitaban los oídos por el estallido y no escuchaba nada. Luego, el suelo tembló al engullir las columnas, que levantaron más humareda. Pese al polvo, pudo distinguir un brillo dorado en el aire, que desapareció pocos segundos después seguido de todos los shinobis rubios.
Un caos, vaya. Un rompecabezas que el Uchiha no era capaz de descifrar ni en sus mejores sueños.
—¡¿PERO QUÉ COJONES ES TODA ESTA MIERDA?! —estalló, fuera de sí. Entre el pánico a morir, la aparente salvación y que nada tenía sentido, el Uchiha estaba a medio camino entre una crisis nerviosa y un ataque de ira.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80