Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Mientras la shinobi médico le respondía, comenzó a darse cuenta de que había demasiada gente allí reunida para que fuese una mera casualidad. Al principio pensó que llegar hasta allí le brindaría algunas respuestas y sin embargo, lo único que había ocurrido era que el número de interrogantes no hacía nada más que subir.
La tenue voz del herido atrajo su atención un instante, parecía estar delirando aunque su aspecto había mejorado gracias a los cuidados de la shinobi médico que le trataba.
La joven Hyuga terminó de cubrir al muchacho antes de incorporarse. Lanzó un interrogante que se perdió en la nada, todo el mundo parecía estar igual de confuso que ella, así que no había respuesta a su pregunta.
Sus ojos hicieron un rápido barrido por la zona, el muro de fuego y algunas señales de destrucción indicaban que había habido algún tipo de combate, algo que concordaba a la perfección con que hubiese allí un herido. ¿Habían luchado el rubio y el convaleciente? Y lo más importante, ¿Sí lo habían hecho por qué? Comenzaba ya ha divagar cuando una voz conocida la sacó de sus cavilaciones, la voz provenía de un chico peliblanco pegado a una espada. No era otro que Kazuma, que además parecía conocer al resto por lo que pudo deducir por sus palabras.
—Parece que estamos destinados a encontrarnos siempre en circunstancias extrañas, Kazuma— comentó la peliblanca con un sonrisa mientras apartaba los cabellos mojados que se pegaban sobre su rostro
De repente sintió como un escalofrío, algo hizo que su mano fuese instintivamente hacia el mango de la pequeña kodachi que llevaba a la espalda, justo en la parte posterior de su cintura. Mitsuki la detuvo a la altura del muslo. ¿Por qué había hecho eso? ¿A qué venía esa sensación de temor que la invadía? Su mirada descendió hasta detenerse en su portaobjetos, allí descansaba el trozo de gema que la había llevado hasta allí. Su corazón comenzó a latir fuertemente en aquel instante, algo le decía que debía de proteger aquel pequeño objeto de los demás. ¿Pero por qué? ¿Codicia? ¿Deseo? ¿Por qué sentía ahora esa necesidad imperiosa de defender algo como aquello? En su vida había sentido un sentimiento como aquel, la desconfianza y el recelo se apoderaba de ella lentamente... a la vez que la idea de poseer la gema completa comenzaba a surgir en su cabeza. Al fin y al cabo, si ella estaba allí por culpa de la gema el resto también debía de estar en las mismas circunstancias y alguien de los allí presentes debe tener el trozo que le faltaba. Era tan tentador poder completar aquella gema, como el temor que le surgía en pensar que uno de los allí presentas acechaba para tratar de robársela a ella y completarla para él.
La voz de Yota sacó a la peliblanca de sus tribulaciones, no entendió muy bien que es lo que quería decir pues justo en el mismo instante la tierra comenzaba a temblar bajo sus pies y el sonido de rocas cayendo se sobrepuso a todo lo demás. Mitsuki flexionó un poco las piernas para bajar su centro de gravedad, a la vez que se agarraba al suelo con su chakra para evitar caerse, en apenas unos instantes se vio rodeada por una semiesfera de piedra gigantesca. Una esfera comenzó a brillar junto al shinobi de Taki que yacía en el suelo, su color rojizo casi la cegó cuando giró sobre sí misma para observar que ocurría. No podía dar crédito a todo lo que estaba pasando, pues de repente un pilar surgió de la nada desde el suelo y la brillante gema se adhirió a él.
De nuevo las dudas, infinitas preguntas y sin respuesta se agolpaban en la mente de la joven que trataba de organizar sus ideas. Aunque en aquel instante, lo único que tenía claro era que fuese quién fuese el que había levantado aquella cúpula estaba a años luz de ella en ninjutsu y eso era muy peligroso. Sobre todo, si ese alguien iba detrás de su preciado tesoro.
Curiosamente todo individuo vivo allí presente la había pasado por alto completamente, ni siquiera Haruto siendo su compañero de aldea se había dignado a responderle o a darle señal de haberla escuchado, absolutamente nada, del mismo modo todos los demás que se hicieron presentes por mucho que se hayan topado prefirieron mantener distancias. ~ Claro… Si no doy motivos para que me señalen no existo… ~ Fue lo primero que se cruzó por la mente de la kunoichi que había decidido retirarse de la zona y seguir con la búsqueda de aquella persona que había escrito aquella carta.
- Ritsuko… No deberías separarte… - Le decía aquella suave voz femenina que solo la kunoichi era capaz de escuchar. - ¿Para qué voy a quedarme? ¿Para hacer bulto? - Preguntó de mala gana la chica que decidió guardar el fragmento de la gema en el portaobjetos.
Habiéndose alejado ya unos metros de lo que parecía ser el centro del espectáculo, la tierra comenzó a sacudirse con la suficiente fuerza para tumbar a la frustrada chica y dejarla recostada boca arriba en el lodo, en el momento justo para ver como una estructura se le venía encima. - Su puta madre… - Llegó a quejarse la kunoichi antes de levantarse y salir corriendo para evitar morir aplastada.
Finalmente las ruinas de lo que alguna vez fue un templo quedaron completamente inmóviles a unos metros de la kunoichi que apenas alcanzó a ver como de la tierra comenzaba a levantarse algo extraño que por la distancia apenas podía vislumbrarlo como una estructura negra, como una sábana inmensa que de a poco fue cubriendo a los shinobis dejándolos casi totalmente a oscuras, lo suficiente para que Ritsuko por lo menos no viera prácticamente nada.
- ¿Y ahora...? - Preguntó a la nada la pelirroja que intentaba recuperar el aliento. - La gema… - Respondió con serenidad la mayor. La azulada gema que se encontraba aprisionada en el puño de la chica, no podía verla por la pobre iluminación de aquel lugar, pero podía sentirla entre sus dedos y la palma. Guardarla en el portaobjetos era una buena opción, pero era más que seguro que no la sentiría y en cualquier momento alguien podría robársela sin que llegase a percatarse pero tenerla en la mano también era complicado, principalmente porque la imposibilitaba a realizar sello alguno. - ¿Qué tal la boca...? - Consultó la mujer que curiosamente había dicho lo mismo que estaba pensando Ritsuko.
Sin ninguna mejor opción, la kunoichi se llevó la gema a la boca y allí la retuvo entre la lengua y los dientes, total, a la hora de pelear en busca del otro pedazo de la gema no le afectaría en lo más mínimo tener la boca cerrada. ~ Ahora… ¿Quién de ellos la tiene...? ~
Por mucho que la hayan ignorado totalmente, estaba claro que el resto de shinobis había llegado al lugar por algún tipo de convocatoria, podría ser que los demás tuviesen fragmentos de otras cosas pero era más que seguro que alguno de todos ellos tendría la otra mitad del zafiro que tenía Ritsuko, la pregunta era quién.
Poco a poco la kunoichi de rojiza cabellera iba ordenando sus ideas y a causa de la pésima iluminación que tenía ahora mismo pefirió quedarse cerca de aquellas ruinas que habían caído muy cerca suyo, ¿Cómo las encontró? Tanteando el aire hasta que alcanzó algo sólido. ~ Si hago algo para iluminarme todos sabrán donde estoy… ~ Se decía a si misma mientras se mantenía de cuclillas dándole la espalda a la estructura más que nada para evitarse que su silueta fuese tan fácil de vislumbrar. Ahora mismo Ritsuko estaría tal vez a unos quince metros de la columna central donde la primera gema se había incrustado.
¿O quizásNada más di la voz de alarma, indicando hacia donde se iban esos tipos que había tras la cortina de fuego todo empezó a derrumbarse como si fuera un frágil castillo de naipes. Deliciosa ironía. Alguien se había molestado en traernos a todos, o al menos a la gran mayoría, hasta aquel lugar y ahora lo que debíamos hacer era cooperar. tomarnos la mano y ayudarnos si queríamos volver a nuestras aldeas.
Desde mi posición en aquel tronco pude empezar a ver como algunas de las ruinas empezaban a derrumbarse. En principio no estaba en peligro, pero un bloque de piedra dio un fuerte golpe a la base del tronco, segándolo y empezó a caerse hacia adelante.
-Hostia puta..
Traté de mantener el equilibrio, si me lanzaba al vacío desde aquella altura el golpe acabaría siendo mortal, así que esperaría a que el tronco cayese para saltar y pisar tierra firme. Y así fue como lo hice. Esperé al momento justo y di un brinco hacia un lado para mantenerme a salvo a medida que aquella cúpula, sin duda obra de algún demonio o algún hijo de puta, nos iba cubriendo nuestras cabezas y todo lo que éramos capaces de ver a nuestro alrededor. al final no se cerró, sino que en su punto más alto había un hueco, hueco al que no llegaríamos por mucho que nos esforzásemos.
Mientras tanto, Mitsuki y Eri seguían junto a aquel muchacho, el moribundo. El tipo empezó a reaccionar balbuceando cosas sin sentido al mismo tiempo que recibía la ira del rubio, ¿se habrían llegado a pegar? No, por las palabras del Uchiha de Uzushio no tenía pinta. Actuando por puro instinto me acerqué, quedando cerca de la Hyuga, la peliazul y el moreno de Takigakure, mirando de reojo al rubio al cual se le habían dirigido un par de tipos, también de Uzushio.
*¿Qué cojoens pasa aquí?*
Nada encajaba. Pero si algo tenía claro es que debíamos ir todos a una y no por separado, gritándonos y poniéndonos verdes los unos a los otros.
-Por mucho que le chilles no creo que pueda aclararte mucho, ¿No lo ves? Está hecho una mierda- Le aclaré al rubio-Bien, y ahora lo que debemos hacer es colaborar, porqué... ¿queréis volver todos a casita, verdad? Chillándonos y buscando jaleo no vamos a salir de esta cúpula-añadí alzando algo la voz para que pudieran escucharme todos
-Por lo que veo todos somos ninjas, así pues... ¿Alguien tiene alguna técnica que pueda romper esa cúpula?-
El ambiente turbio y lleno de explosiones parecía haber cambiado. Como un huracán alejándose poco a poco la calma comenzaba a apoderarse del aire. Ya no más ruidos extraños ni destellos gigantes, todo parecía una noche común y corriente.
«Parece que ya podré dormir, el espectáculo seguro terminó»
Que tan equivocado estaba. Un temblor hizo que tuviera que apoyar sus manos en el suelo de lo alto de la torre para no perder el equilibrio. Como si estuviese en el medio del mar y su oleaje, podía sentir al edificio ir de un lado para otro preparado para caer sobre la tierra. Su base no pudo resistir el impacto de ese terremoto y el lugar donde estaba Karamaru empezó a caer en dirección al lugar que pocos segundos atrás había llamado su atención.
Ya no tenía lugar donde agarrarse, sus cosas habían volado por los aires y solo quedaba él en dirección al piso. Por más que saltase iba a recibir daño así que esperó y trató de salir de la estructura poco antes de que llegue a destino. Se podía escuchar de forma constante las piedras dando contra el suelo hasta llegar al momento de que la punta chochase con la tierra. Karamaru llegó a dar un salto que de poco le iba a servir, cayo sobre el suelo a gran velocidad y comenzó a rodar hacia delante.
Una pendiente pronunciada se encontraba en su camino, y se la llevo de lleno. Giró sobre esta, ensuciando aun más sus vestimentas, para finalmente quedarse dolorido en el suelo. Se encontraba boca abajo, con el estomago y su frente apoyados en el suelo. Todavía tosía de tanto polvo y tierra que había tragado.
Seguía con los ojos cerrados esperando a que el cuerpo le reaccionase después de tanto golpe, pero pudo notar como las luz o la poca luz que iluminaba la zona se iba desvaneciendo. La esfera de piedra lo había rodeado aunque el todavía no se enteraba, como tampoco lo hacía con respecto a la fiesta de gennins que se estaba dando a solo centímetros de donde estaba. Ahora el también estaba en el centro del tumulto.
Su cuerpo se hallaba cerca de la gema y del pilón que la había tragado, pero el calvo todavía no se daba cuenta de su presencia. Seguía tosiendo y agarrándose con la mano los lugares donde le dolía el cuerpo.
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"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
6/02/2016, 16:04 (Última modificación: 6/02/2016, 16:05 por Inuzuka Nabi.)
Kunie, al igual que Haruto, está tan impactada por lo sucedido que no puede reaccionar, solo observa impasible la escena.
Han transcurrido 72 horas y no ha contestado a MP.
Haruto y Kunie ya habeis sido saltados una vez, la proxima caereis inconscientes hasta el final de la trama y no podreis seguir participando. ): No nos abandoneis, Juro nunca lo haria.
7/02/2016, 16:52 (Última modificación: 7/02/2016, 16:53 por Inuzuka Nabi.)
Ni en la noche más oscura se veia tan poco como en aquella cupula cuya única luz era la de la luna que entraba por en estrecho agujero que habia en la parte más alta. Así una columna cilindrica de luz se alzaba en el centro exacto del terreno atrapado entre las paredes. El resto de la estancia, a más al borde estaba menos se veia, llegando a una oscuridad casi total en los extremos.
Nabi se acercó a la columna donde se habia incrustado su gema, intentó sacarla, pero la mayoria de la supeficie de la misma estaba dentro de la piedra, haciendo que fuera imposible agarrarla. Por error, la acabó metiendo más en la columna. Ésta se levantaba en un borde de la circunferencia formada por la luz que entraba por el techo. Al empujar la esfera dentro de la columna de piedra, un breve temblor precedió a que surgieron tres columnas más, todas en el borde de la circunferencia de luz y separadas entre ellas por la misma distancia. Agarró a Eri y tiro de ella hacia donde estaba él porque justo donde estaba ella estaba saliendo una de las columnas. De nuevo, se levantaron apenas un metro.
¿Tres columnas más? Eso solo puede significar una cosa... Joder.
—¡Joder Nabi! ¿En qué clase de problema te has metido ahora?
-Por lo que veo todos somos ninjas, así pues... ¿Alguien tiene alguna técnica que pueda romper esa cúpula?-
Se habia dejado llevar por la situación y se habia olvidado que estaba rodeado de gente, y no gente normal y corriente, un montón de Gennins desconocidos y de diferentes aldeas que podian hacer cualquier cosa en cualquier momento.
¡Tened cuidado con lo que intentais para romper la cupula o nos quedaremos todos aqui enterrados!
¿Quien habia sugerido eso? ¿Qué demonios estaba pasando? Con sus ojos apenas veia nada. Mantuvo a Eri agarrada, era mejor no separarse. Localizó a Kazuma y Juro y se acercó lentamente a ellos, eran la apuesta más segura. Revisando de nuevo las caras de los ninjas que estaban ahí confirmó una cosa que le estaba comiendo por dentro. Sí, habia un puto tiburon entre ellos. ¿O le estaba afectando la oscuridad? Se frotó los ojos y una vez estuvo cerca de Kazuma le contó sus sospechas.
Kazuma, creo que hay tres esferas más. Ya has visto como ha quedado el chaval que ha completado su gema. No sé que va a pasar, mantente alerta e intenta no verte envuelto en choques de Katon y Futon.
Con la mano izquierda agarraba a Eri y la derecha la tenia sobre el mango de su Kodachi, pasara lo que pasara, no iba a ser bueno. Desde su posición, pudo ver que a los pies del cabeza de tiburon una pequeña piedra cuya forma no podia identificar desprendia un brillo blanco que se podia apreciar de sobra en aquella densa oscuridad, fuera lo que fuera estaba originando su propia luz. Tenia que ser una gema, pero el rubio prefirió esperar a ver como reaccionaba el azulado shinobi de Ame.
Mitsuki, Kaido, Ritsuko, Kazuma y Juro. Sentis una necesidad de contacto con vuestra media esfera. A menos que soltarla tenga la intención de conseguir otra media esfera, teneis que tener algún tipo de contacto con la vuestra, si no es así os pondreis nerviosos y ansiosos. Pero, oh, hay un brillo extraño en el suelo. ¿Es de algún color? ¡No lo sabes! Es un brillo normal, como el de un faro. ¿Eso que quiere decir? ¡QUE ES TU OTRA MITAD, OBVIAMENTE!
Pero un estupido pescado esta jodidamente al lado, es obvio que va a llegar antes que tú a cogerla. ¡¡DEBE MORIR!!
P.D. Si conoceis a Kaido y os cae bien podeis titubear o incluso aliaros con él en vez de matarlo.
Los demas, podeis comeros un moco mientras ellos se matan.
7/02/2016, 19:13 (Última modificación: 7/02/2016, 19:16 por Uchiha Datsue.)
Que Datsue se iba a vengar era una certeza absoluta. Tanta, como que en aquellos momentos estaba lloviendo sobre Amegakure. Aquel chico lo había zarandeado, ultrajado, humillado. Para un Uchiha cualquiera, aquello bastaba. Los Uchihas de sangre más pura podían hasta inventarse que le habían faltado al respeto sólo para poder vengarse de alguien, pues para ellos era una necesidad tan básica como comer o fo... O dormir, o dormir. Hasta aquel momento, Datsue se consideraba más bien un Uchiha mestizo… pero ahora ya no estaba tan seguro.
Trató de levantarse y finalmente pudo hacerlo. Tenía la boca seca y sentía hambre, mucha hambre, como si no hubiese comido nada en toda una semana. Las rodillas le temblaban y parecía que fuese a caer en cualquier momento...
... pero no lo haré.
No, no lo haría. La maldición del odio Uchiha le sostendría.
Entonces se permitió analizar la situación. El terreno había cambiado. Una cúpula los había envuelto a todos, con un único orificio situado justo encima de él. El fulgor de la luna caía por el agujero, bañándole con su luz divina como si se tratase de un Dios. Recordó lo bien que se había sentido momentos antes, con la gema en su interior. Había sentido tanto poder, tanta clarividencia… que ahora en comparación se sentía como una mierda. Como una mierda de mosquito, imperceptible y minúsculo.
Bajó la mirada del cielo y contempló su alrededor. Había muchas caras nuevas, muchas siluetas confundidas entre las sombras. Pensándolo bien, quizá debería tomarse un alto con su venganza. Al fin y al cabo, era un plato que se servía frío, ¿no?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Sintió una mano envolviendo su brazo derecho con suavidad haciendo que la joven kunoichi del remolino se colocase de nuevo sobre sus dos piernas, intentando mantener el equilibrio como buenamente pudo. Antes de poder formularse la pregunta en su mente, una columna salió de donde hace unos segundos ella se encontraba. Tragó saliva y viró su vista hacia la persona que le había ayudado, encontrándose con el rubio de nuevo.
Luego escuchó un montón de palabras, gente hablando a la vez.
Eri no entendía nada, estaba muy confusa, demasiado confusa, y tenía el instinto de querer ayudar al chico que acababa de caer del cielo a pocos centímetros de ellos, pero el agarre del Uchiha rubio se lo impedía, es más, tiró de ella hasta situarse cerca de los dos chicos de Uzushiogakure que más conocía. ¿Pero y el chico herido? ¿Y el otro chico al que había curado? ¿Y Yota, Kaido, la Hyuuga y todas esas personas que allí se encontraban?
De nuevo giró la vista hacia su excompañero del Crayon Uchiha y escuchó con dificultad lo que le murmuraba a Kazuma, reprimiendo un gritito de horror. ¿Más gemas? ¿Acaso pasaría lo mismo que con el otro chico? ¡No tenía tanto chakra para curarlos a todos! O sí... Pero acabaría exhausta. ¡Pero ellos sufrirían! Jopetas... Una luminosa luz llamó su atención, pero no quería prestarle atención, prefería esperar a ver qué ocurría.
Sin embargo, sus labios se abrieron. -Nabi... ¿Qué... Pasa? Parece que sabes más de lo que muchos aquí sabemos... - O esa era su sensación. Miró a Juro por unos instantes y le sonrió, él parecía tranquilo...
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Haruto es incapaz de asimilar lo que esta pasando y la presión de la situación le supera brutalmente, no solo no consigue salir del shock sino que cae inconsciente tras soltar un horripilante chillido de puro terror.
Off: Haruto esta totalmente fuera de la trama sin posibilidad de volver por segundo salto consecutivo.
13/02/2016, 00:02 (Última modificación: 13/02/2016, 22:33 por Eikyuu Juro.)
Si, sin lugar a dudas había un gran festival de bandanas. Estaba encerrado en una cupula, con su tesoro en forma de una preciosa gema, y con un grupo de ladrones listos para robarsela en cuanto se despistase.
-Por lo que veo todos somos ninjas, así pues... ¿Alguien tiene alguna técnica que pueda romper esa cúpula?-
Un chico de su propia aldea se alzó para preguntar en una nueva forma de escapar. En el fondo, Juro sabía que era algo necesario incluso. Sin embargo, la idea de defender su gema era demasiado importante. ¿Y si ese chico trata de robarla mientras le ayudaba? No, no, No. Que fuese otro.
¡Tened cuidado con lo que intentáis para romper la cúpula o nos quedaremos todos aquí enterrados!
Nabi volvió a gritar, consiguiendo durante unos momentos la deficiente atención de Juro. Momentos que durarían poco. Tres columnas entonces surgieron a partir de un leve temblor terrestre. Tres columnas, como en las que se había metido la gema roja misteriosa.
"Esto es tan extraño... Yo solo quiero salir de aquí, con mi gema. Y con su otra parte. Eso estaría bien."
Otros genins se pusieron igual de tensos que él, mientras que el resto no se esperaba lo que pasaría dentro de poco. Igualmente Juro no se dio cuenta de nada. Estaba demasiado absorto en su gema. Pronto, sintió una necesidad aún más imperiosa. Necesitaba tocarla, tenerla. Sentir el calor de su gema.
La sacó desesperadamente del bolsillo y la agarró. Suspiro de alivio en cuanto sintió su duro tacto. Menos mal. Seguía ahí y estaba con él. Mientras, vio de reojo como Nabi cogía a Eri y se alejaba junto a Kazuma, y en dirección a él. Parecía tratar de reunir a sus compañeros. Primero se acercó a Kazuma, mientras Eri entró en contacto en el campo de visión del genin, y le sonrió.
Ahí comenzó la verdadera locura.
Como si la gema protestase por la poca atención de Juro, esta hizo aún más su extraño efecto en él. Juro apretó todo lo fuerte que pudo aquel objeto con su mano izquierda, necesitaba la derecha. Al otro lado, había un brillo.
“No puede ser… La gema. Mi gema, mi gema. Es mía. Es mía. Me pertenece”
Un brillo blanco estaba delante de él… el brillo de la gema que le faltaba. Y justo ahí, había un tío raro, de piel grisácea y de dientes muy afilados. Le recordaba a algo… ¿Un animal? Si, algo así.
¿Qué importaba quién fuese? ¡Iba a por su gema!
Volvió a mirar hacia el lugar donde estaban sus tres compañeros por inercia, volviéndose a encontrar con la mirada de Eri, si es que aún seguía mirándole. Ahí estaban sus compañeros. Si fuese él mismo, desearía ir con ellos y protegerse mutuamente. Sí, eso habría estado bien. Si tan solo no sintiese este horrible deseo. Si tan solo no hubiese tenido aquella necesidad tan fuerte.
Pero la gema era más fuerte que su voluntad. Su mirada se perdió del todo y se olvidó completamente de sus compañeros.
Sintió un gran impulso por correr y librarse de aquel tío. Tenía que llegar antes que él, eso seguro. Metió su mano derecha en el portaobjetos y comenzó a avanzar.
Justo cuando iba a dar un paso, un horrible sonido se haría escuchar. No era otro más que uno de los chicos, uno rubio, que cayó al suelo inconsciente. Todos se habían distraído con él. Era el momento.
“Ahora. Ahora. MUEVETE”
Juro corrió con todas sus fuerzas y sacó algo de su portaobjetos. Con la mano izquierda, llevaba la gema agarrada. Con la derecha, ocultaba bajo la manga una bomba de sonido. Tras unos segundos, la lanzaría contra el suelo – cuando llevase ya mitad de camino probablemente – provocando otro chillido aun más desgarrador que el anterior. Con eso se libraría de su competidor.
Se taparía los oídos en el acto – apretando el dorso de la mano para no taparse el oído con la gema, claro - mientras avanzaba hasta llegar a la otra mitad. Con la confusión, se lanzaría a por ella con su mano derecha, esperando que, o bien no la hubiese cogido, o bien el susto le hubiese hecho soltarla. Si la tenía aun en la mano, trataría de usar la mano libre para arrebatársela aunque acabase en un forcejeo, a pesar de que su fuerza no era muy buena.
El tiburón de Amegakure no llegó a sentirse afligido en ningún momento por la extraña situación a la que se veía expuesto en ese momento. A diferencia del buen número de jóvenes extranjeros reunidos allí bajo circunstancias evidentemente sospechosas, nada de lo sucedido había logrado hasta ese entonces sacar al gyojin de su solemne parsimonia, la cual le mantenía sereno e imperturbable; lejos de las cercanías al centro de la cúpula donde según él se cocía todo el meollo del asunto.
Siempre pensó que de mantenerse lejos de la muchedumbre, todo continuaría viento en popa. Podría regresar a casa luego de haber presenciado un acontecimiento sin lógica ni razón, con cúpulas mágicas apareciendo de la nada y con gemas fundidas en misticismos: todo sin haberse mojado tan siquiera un poco.
«La gema... ¿dónde está?»
Pero de pronto, sus propias dubitativas lograron comerle la cabeza. Le invadió un falso sentido de necesidad y pareció verse obligado a rebuscar en sus bolsillos para cerciorarse de que su media gema aún estuviese allí guardada, a pesar de que nadie se le había acercado lo suficiente como para arrebatársela sin que él se diese cuenta.
La tomó con su mano derecha y dejó que sus ojos la observaran por medio minuto. Entre tanto, Kaido fruncía el ceño, confundido, buscando una pizca de lógica y razón en su repentino comportamiento. Pero aunque nada parecía tener sentido, le fue imposible seguir preguntándose nada; a razón de la aparición de un nuevo retazo de luz que retó en desigualdad de condiciones a la imperante oscuridad de la noche.
Fue justo bajo sus pies, tan cerca que podía probar el dulce sabor de la victoria. Pues bajo la luminosidad yacía una gema similar a la suya, la cual podría ser su otra mitad.
Pero resultó evidente que no era el único que pretendía tenerla. Porque pudo observar a la distancia como uno de los reunidos salió desprendido de su posición en dirección a la ubicación de Kaido, luego de lo que pudo haber sido una eficiente distracción. Pero el gyojin no se vio afectado en lo absoluto por cuales fueran las vicisitudes de su alrededor, su atención era en su totalidad para la gema y nada más.
De aquello sólo pudo percibir peligro. Peligraban sus dos gemas, porque la que estaba en el suelo fue suya en cosa de segundos gracias a la cercanía que había entre él y el artilugio. Fueron sus manos las que protegieron con recelo las dos piezas, envolviéndolas en un manto protector del que probablemente no saldrían nunca. Ni el indecoroso estruendo producido por lo que pareció ser una bomba sonora le sacó de la ebriedad emocional generada por la tenencia del las dos piedras.
«Mía»
El avance de su ahora contrincante se vería frenado por su propia embestida. Kaido se abalanzó con el hombro por delante y dejó que su cuerpo recibiera la arremetida, a fin de generar un choque que les hiciera botar a ambos. Una vez recompuesto del asunto, afrontaría al infractor con la mirada, no sin antes picotear al aire con la cabeza y mover la mandíbula un par de veces para aminorar los efectos de la bomba.
—Te sugiero que des vuelta y vuelvas a donde están tus amiguitos —dijo, victorioso—. la piedra es mía.
Introdujo ambas en la rendija de su cinturón, dejando así sus manos libres. Ahora tenía como defenderse, desde luego.
Todo había decaído hacia la locura y la oscuridad, como si estuvieran en la mente de alguien malo y retorcido. Por un instante pensó que por fin había sucumbido a la locura de Bohimei, pero se dio cuenta de que si fueran sus propios pensamientos todo sería más gris y en espacios abiertos. Tampoco le convencía el que fuese una ilusión, pues el olor terroso, la suavidad del lodo y el sonido de la lluvia le parecían demasiado presentes y claros.
«Necesito mi gema, necesito tocarla.»
De manera extraña lo domó la necesidad de tocar su gema, por lo que se dedicó a sostenerla bajo su oscura capa. De pronto algo lo sacó de su retorcido deleite; un sujeto no muy inteligente que proponía demoler la cúpula. Cosa que resultaba nada recomendable, puesto que era una cúpula y estas solo colapsan hacia dentro si las golpeas desde dentro. En su mente era posible que los demás también estuvieran experimentando aquella locura.
—Kazuma, creo que hay tres esferas más. Ya has visto como ha quedado el chaval que ha completado su gema. No sé qué va a pasar, mantente alerta e intenta no verte envuelto en choques de Katon y Futon.
Las palabras del Uchiha lograron que tomara un poco de conciencia sobre la situación. Claro, su rostro y postura indicaban su típica calma absoluta, pero por dentro lo carcomía la ansiedad por completar su gema. Se limitó solo a escuchar a su compañero y sin responder comenzó a caminar hacia uno de los extremos para tomar distancia.
Trataba de tomar aire y calmarse mientras caminaba en las sombras. Sabía que su mente se encontraba caótica y sus pensamientos dispersos, sabía qué pasaría si hacía contacto con su espada. De por sí Bohimei ya causaba estragos en su cabeza, y no quería ni imaginarse cómo se pondrían las cosas si lo conseguía tan inestable.
«¡Vamos cálmate, tienes tu gema y solo te falta la otra mitad! ¡Tranquilízate!» —Se gritaba a sí mismo.
La demencia vino de la nada. Un brillo a los pies de un chico extraño, el evidente pensamiento colectivo de que era la media gema que faltaba, su compañero corriendo y un sonido desgarrador. Se movió solo por el instinto de equipo que le pedía seguir a Juro. Se movió mientras todo se agitaba ante el comienzo de un combate. Y antes de poder darse cuenta, ya había llevado las manos hacia su espada.
—Te sugiero que des vuelta y vuelvas a donde están tus amiguitos —dijo, victorioso—. la piedra es mía.
—Yo te sugiero que te quedes quieto y me entregues la gema —dijo, siniestro—, si quieres conservar la cabeza claro está.
En medio del alboroto el Ishimura se había movido hacia el extremo opuesto con la intención de esperar a quien tenía la gema que buscaba. Para cuando aquel chico con facciones de pez se detuvo a hablar, el ojos grises ya estaba detrás de él como una sombra, si, como una sombra que sostenía un mortal filo a escasos centímetros de su cuello.
«Cortale la cabeza, cortarle la cabeza y toma aquello que tanto quieres.» —Ya era tarde para él, pues en el impulso del momento había echado mano a su katana, solo esperando que aquel sujeto hiciera algún movimiento en falso para así decapitarlo.
16/02/2016, 17:35 (Última modificación: 16/02/2016, 17:35 por Inuzuka Nabi.)
Mitsuki cae redonda al suelo por la presión psicologica ejercida por la esfera, su media esfera rebota y rueda hasta quedarse en medio del haz de luz lunar que hay en el centro de la cupula. Quedando a la vista de todos.
48 horas.
Si en el siguiente turno no confirma su presencia saltaremos directamente, sin esperar.
¿Qué era lo que pasaba en el centro de la bendita cúpula? A saber, Ritsuko estaba demasiado ocupada mirando desde la oscuridad, lugar teóricamente seguro en especial porque su gema seguía dentro de su boca y por ende si se le daba por iluminar algo nadie se enteraría de todas maneras. - Los demás han de tener gemas también… - Sentenció una fémina inexistente que en teoría se encontraba al lado de la pelirroja que seguía de cuclillas. - Seguo, peo seía suicida… - Respondió a secas en lo que se sentaba en el piso para estar más cómoda.
Las opciones para ella eran muy pocas, sabía muy bien que al menos dos de ellos pertenecían a la misma aldea y por como se habían estado hablando momentos antes probablemente eran conocidos, en otras palabras ir a intentar algo contra ese grupo sería suicida, al menos podría esperara en la seguridad de las ruinas hasta encontrar un buen momento. - ¿Y si los demás consiguen las gemas...? - Preguntó preocupada la mujer flotante. - Es va a fala ua miad. - Puede que hablar con una piedra en la boca no sea muy bueno cuando se supone que estás intercambiando opiniones con alguien más, pero como la mujer solo existía en su mente le entendía de todas maneras.
La espera se estaba haciendo eterna para la pelirroja, en serio no planeaba hacer nada hasta que se terminasen de matar inclusive con aquella sensación de ansiedad que si bien era habitual en ella ahora se estaba potenciando considerablemente. ~ Necesito las demás… ~ Era lo que pasaba por su mente mas no se movía de su lugar.
Finalmente la acción comenzó, o por lo menos eso era lo que ella pudo deducir al ver como una serie de pilares adicionales se alzó y más tarde un fuerte chillido que seguramente la habría dejado sorda de haberse encontrado mucho más cerca. - A ver cuanto tardan… - Dijo la madre de la kunoichi sacándole las palabras de la boca. ~ Cuando se haga el silencio… ~ Pensaba Ritsuko mientras se mantenía al margen de todo. La sensación de la gema en su boca de alguna manera la mantenía… Relativamente cuerda.
16/02/2016, 22:30 (Última modificación: 17/02/2016, 02:06 por Sasagani Yota.)
De pronto surgieron tres pilares más, cerca del que ya estaba levantado tras un temblor y todo ello con una luminosidad que dejaba mucho que desear, siendo incapaz de ver lo que sucedía mucho más allá. Estaba empezando a angustiarme por la peligrosidad de aquello. Aquel escenario emanaba una sensación de puro descontrol para cualquiera de los que estábamos allí metidos. Por supuesto, no tardé en imaginar que todo aquello era controlado por los tipos que vi huir tras la cortina de fuego. Lo más probable es que mientras iban situando las piezas sobre su tablero macabro se estuviesen partiendo de la risa.
¡Tened cuidado con lo que intentais para romper la cupula o nos quedaremos todos aqui enterrados!
Tenía razón a medias, debí darme cuenta antes de proponer nada. Pero...
*Por si no te habías enterado, ya estamos encerrados, cerebrito* respondí dentro de mi cabeza a aquella voz desconocida.
Tan solo llegaba a ver la posición de Mitsuki y el chico que estaba tumbado en el suelo, el cual ahora parecía encontrarse mejor ya que se había levantado. Pero la Hyuga no podía decir lo mismo. Había caído fulminada al suelo, perdiendo su gema, la que la había llevado hasta allí, desplazándose hasta la luz central.
¿Fue la piedra lo que le hizo perder la consciencia?
De ser así di las gracias al cielo, puesto que la que me llevó a mí era del mismo color pero en cuanto empezó a moverse anteriormente la perdí, seguramente volando hasta el mismo sitio. Me acerqué hasta ambos.
-¡Eh, Mitsuki! ¿Estás bien?-trataba de hacerla reaccionar, dándole un par de cachetes en su mejilla, pero fue en vano, ninguna reacción. Estaba completamente desmayada. Desvié la mirada al chico debilitado-Oye, muchacho, ¿Qué diantres ha pasado aquí? ¿Por qué estabas tumbado echo trizas en el suelo antes?-
Esperaba que pudiese darme alguna respuesta.
Me levanté de nuevo y le miré directamente a la cara.
-Mira, creo que vamos a tener que cooperar si queremos salir ilesos de esta. Mi nombre es Yota-
Le tendí la mano hasta que...
¡¡KABOOM!!
Llevé mis manos a mis oídos cuando pudimos oír aquel estruendo sonoro.
*¿Una bomba?*
-¿Ves lo que te digo? Esto me da demasiado mal rollo...-
Si alzábamos la vista, podríamos ver el destello de algo bajo los pies de alguien que ya conocía, Kaido. El tipo del látigo y el de la superkatana estaban junto a él, el segundo apuntándole con su arma. ¿Qué había sucedido en ese pequeño espacio de tiempo para que se hubiese ganado tantos enemigos?