Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Él también sonrió aunque con mucha menos tensión que Shanise. No dejó de prestar mucha atención a la mujer, pues con Daruu había tenido suficientes sorpresas desagradables.
— Como le dije a tu genin, antes de que empezase a apuñalar, en cuanto tenga la certeza de que Aotsuki Ayame está estable para el transporte, podréis llevarosla. Puedes decirle a los especialistas que quieras que vengan a echarle un vistazo, ya que veo que no tienes mucha confianza en nada, básicamente.
»Respecto a Daruu, está echándose una muy merecida siesta. Le pedí que fuera a hablar contigo para que vinieses a por Ayame y se negó de malas maneras. Soltó una rabieta sobre lo acontecido con Datsue y supongo que ya te imaginas lo que pasó después.
Hizo una pausa y se apoyó en el mostrador para ponerse algo más serio.
— Lo único que hizo Uzushiogakure fue salvaguardar la villa y a todos sus habitantes e invitados, nada más. Sin embargo, me he encontrado con una tensión terrible entre nuestras villas. Tu clon (es decir, tú) se abalanzó sobre Datsue, supongo que a sabiendas de lo que aconteció entre él y Aotsuki Ayame. ¡Te abalanzaste sobre uno de mis genin, que además acababa de salvarnos el culo parando una bijuudama! ¿Por qué pensáis que secuestraríamos a Ayame? ¿Que violaríamos el pacto y volveríamos a usar los bijuus como arma? ¿De qué no me he enterado?
Parecía terriblemente consternado por el hecho de que tanto Kusagakure como Amegakure hubiese aceptado sin problema ninguno que él había roto el pacto solo porque sus shinobis intentaban salvar su villa de la destrucción. ¿Qué clase de confianza de mierda era esa? Tenía que haber algo más.
Encaré al interlocutor, claramente enfadado. Entonces vi que eran los gemelos de Kusagakure, vi los colmillos, entendí el comentario y todo encajó.
— ¡Hostias! ¡Un Inuzuka! Pensaba que solo erais unos gemelos muy feos. ¡Encantado de conocerte, primo! ¡Yo soy Nabi! Inuzuka, claro. Pero eso es obvio así que llamame Nabi. Este es Stuffy.
Pero Stuffy parecía poco dispuesto a dialogar con nuestros parientes lejanos, más bien parecía preparado para lanzarse a su cuello.
— Venga, calmaos, chicos. No ireis a quedar mal delante del de las cejas de Kusagakure. Si tiene esas cejas es porque puede, seguro que es por lo menos, casi kage.
Shanise entrecerró los ojos y no dejó de intercambiar miradas entre el cuerpo inerte de Daruu, de Akame y de Hanabi. Quizás en otra ocasión hubiera discutido con él, quizás hubiese cuestionado su versión, amenazado con que si la canción que cantaba Daruu al despertar no era la misma que la que estaba cantando él habría consecuencias. Pero ahora la prioridad era otra. Daruu no había parecido entender esto último.
—Supongo que malinterpreté que uno de tus jounin se teletransportara con dos de mis ninjas Dios sabe dónde después de que el genin que se burló en varias ocasiones de esos dos ninjas humillara públicamente a uno de ellos —dijo Shanise, sin desdibujar la sonrisa falsa—. Cosas que pasan. Bien, supongo que entonces puedo esperar aquí mismo a que Ayame esté estable. ¿Verdad?
»Oh, y tranquilo, no esperaría que una villa tan respetada como Uzushiogakure hiciese algo como usar a los bijuus como arma. Está claro que jamás se os ha pasado por la cabeza, y desde luego, nunca se os ha ocurrido algo así.
La caballería llego a su ritmo. O mejor dicho, al mio. Para estar en mal estado e incluso heridos, tanto Datsue como Eri se movían mucho mas rápido que yo. La experiencia, ¿pero que esperaban? Ni siquiera habia logrado completar una maldita misión, pero oye, allí me tenían, como un buen soldado, defendiendo a la villa. O al menos, intentándolo. Y a todo esto, parecía que yo era el único en todo el lugar que todavía no sabia que mierdas estaba pasando.
Al parecer los peces gordos de las otras aldeas habían llegado justo antes que nosotros, y uno de ellos, el de kusagakure, estaba plantado frente a la puerta del hospital, mientras que el chico al que llamaban Nabí, estaba ahí, conteniendolos a todos para que no entraran junto a su valiente compañero peludo. Y nosotros tres, por la retaguardia. Y aun así, nuestro numero era mucho menos. Los de Kusagakure, contando al tio del perro que era muy parecido al de Nabi, eran seis. Nosotros, contando al perro, eramos cinco. Aunque si hacíamos bien las mates, yo solo contaba como media, pues todos aquellos, no solo mas informados que yo de la situación, parecían mucho mas fuertes.
Pese a las palabras de Nabi, puse la mano sobre la empuñadura de la espada, quedándome justo a la izquierda de Datsue, a la espera de que alguien se moviera o hiciese algo. Era una situación realmente tensa, pero no pensaba bajar la guardia por nada y si tenia que intentar cortarle la cabeza a un kusajin que se pasase de la raya, que así fuera. Y digo intentar por que, como ya he mencionado, todos ellos parecían estar a un nivel muy superior al mio.
Y por fin, los tres que faltaban se unieron a la fiesta, claro que un poco tarde y descordinados, pues Datsue se había decidido a adelantarles en el último momento —y eso que ella era más rápida—, el caso, que había llegado justo cuando le estaba preguntando a Nabi qué había pasado allí.
Había un hombre en la puerta del hospital que le recordó vagamente a alguien al cargo de Kusagakure, pero ahora no recaía en él, solo en todos los chicos de Kusagakure que se arremolinaban cercanos a él y en Nabi.
— ¡Datsue! ¡Que ya está aquí todo cristo! ¡Está el de las cejas mirando! ¡No podemos pegarnos con los de Kusagakure así de buenas!
Nabi tan expresivo como siempre...
No reparó mucho en los kusajines, quizá algo más en Juro o incluso el otro Inuzuka que estaba ahí delante, hasta que una araña, UNA ENORME ARAÑA, salió de la cabeza de otro chico —uno rubio— y se dirigió al hombre de Kusa de antes.
— ¡Eh, cejotas! No nos han presentado, soy Kumopansa, un placer.
«¡Qué puto asco...!» Pensó para sus adentros mientras se tensaba, justo detrás de Datsue. Podía con todo, de verdad, menos con eso, «por favor...», comenzó a rezarle a Shiona-sama, «Si nos apaleamos, que yo no me pegue con ese...» Pidió.
—Controla tus modales, burdo intento de Inuzuka —advirtió al chico.
Lo que faltaba, ahora Nabi metiéndose en peleas. ¿No era que ya estaba todo más o menos controlado? ¿No podían dejar de lanzarse mierda a cada momento que pasaba?
—Nabi, por favor, calla —pidió con la voz más suave posible.
Pero eso obviamente no se iba a cumplir.
— ¡Hostias! ¡Un Inuzuka! Pensaba que solo erais unos gemelos muy feos. ¡Encantado de conocerte, primo! ¡Yo soy Nabi! Inuzuka, claro. Pero eso es obvio así que llamame Nabi. Este es Stuffy. Venga, calmaos, chicos. No ireis a quedar mal delante del de las cejas de Kusagakure. Si tiene esas cejas es porque puede, seguro que es por lo menos, casi kage.
—Que. Te. Calles. —pidió de nuevo, esta vez más tensa que antes mientras seguía a la defensiva, porque si no comenzaban una batalla campal ahí mismo era porque tenían la paciencia de dioses con aquel muchacho.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
La situación llegó a su climax final. Ante la inminente confrontación entre los dos bandos, aparecieron dos figuras representativas: una era la cabecilla de Amegakure, y mano derecha de Yui (Shanise, creía que se llamaba). Otra era el hombre que conocía muy bien: Yubiwa.
Llegaron justo a tiempo. Y Juro pudo respirar tranquilo. Porque eso significaba que estaban salvados. Que habían logrado su objetivo: ganar tiempo.
« Y de una forma diplomática, gracias a mi » — pensó, sonriendo. Habían evitado la pelea inicial, al menos. El diálogo había triunfado.
Shanise entró en el hospital, y Juro se lavó las manos. Ya era problema de Amegakure. Ellos habían cumplido como mensajeros que eran, y eso le dejó más que suficiente.
—Muy bien, chicos, tal y como esperaba de vosotros. Ya podéis dejar de hacer el capullo. — dijo Yubiwa, y Juro se sintió profundamente aliviado.
— ¡Por fin! — suspiró —. Gracias, Yubiwa-dono.
Entonces, de la espalda de Yota surgió una criatura aracnida que casi hace caerse del susto a Yota. ¿Qué cojones era eso y de dónde había salido?
— Yo tampoco conocía a esa... esa criatura — protestó Juro, mientras miraba a la araña —. ¡Hola! ¡Soy Juro!
Por otro lado, Etsu se metió por en medio y se puso a insultarse con Nabi. Otros uzujin llegaron: Uchiha Datsue, Uzumaki Eri, y otro más que no conocía. Pronto, empezaron a interactuar, mientras Nabi empezaba otro de sus discursitos, que probablemente acabarían con todos matandose entre ellos.
— ¡Hostias! ¡Un Inuzuka! Pensaba que solo erais unos gemelos muy feos. ¡Encantado de conocerte, primo! ¡Yo soy Nabi! Inuzuka, claro. Pero eso es obvio así que llamame Nabi. Este es Stuffy. Venga, calmaos, chicos. No ireis a quedar mal delante del de las cejas de Kusagakure. Si tiene esas cejas es porque puede, seguro que es por lo menos, casi kage.
— Nabi — dijo Juro, con un tono más que enfadado —. Controla tu lenguaje. La situación ya es suficientemente tensa como para que le añadas tu toque.
Un par de palmadas que exigían atención inundaron el ambiente, cortando en seco la crispación que comenzaba a sentirse en el ambiente. Yubiwa avanzaba, con gesto serio hacia sus genin.
—Basta, chicos, basta ya. Os he dicho que ya podéis parar, vuestra misión ha concluido —afirmó, dirigiéndose a todos y cada uno de ellos, aunque hacía especial hincapié en los dos Inuzuka, que parecían estar a punto de saltar el uno sobre el otro como perros enrabiados—. Ahora, simplemente, observemos cómo se desarrollan los acontecimientos.
Giró la cabeza con una afable sonrisa. Y sus ojos anillados se cruzaron entonces con los de Datsue y su mirada vagó hasta su hombro herido.
—Deberías vigilar esa herida sangrante, chico. Podría convertirse en algo feo —le avisó, y entonces su rostro adoptó un gesto pensativo—. Por cierto... ¿no te habré visto por la Ribera del Norte?
—Kaido, esa transformación no engaña a nadie. Deja de hacer el capullo —dijo Shanise, a un cualquiera. Kaido era azul, con dientes afilados, y esta persona era un burdo intento de ciudadano de Uzushio. Pero incluso así logró ver a través de su frágil subterfugio.
Él, quien quiera que fuera, sonrió a la par de que un sonoro puff acompañaba una ligera estela de humo que cubría su cuerpo. Luego, de éste, sí que emergió Kaido.
—Bueno, tenía que intentarlo.
Pintoresco como nadie, con ese manojo de dientes mostrándose grácil ante los presentes. No perdió tiempo en ponerse a la par de su superior, plenamente satisfecho de que tanto ella como él conocían del paradero de sus compañeros. No había tenido que ir a avisar hasta el barco, así que ahora su única preocupación era lo que pudiera estar sucediendo allá, en...
El Tiburón de Amegakure acompañó entonces a la jonin, al menos hasta que le fue permitido. Ella se adentró hasta la estancia del Hospital, y él no tuvo más remedio que aguardar entre la asquerosa muchedumbre —llámese kusajin y uzujin a partes iguales— con los brazos cruzados. Chulesco, sonriendo como si aquello le hiciera una puta gracia.
Pero no. Por dentro estaba absurdamente preocupado. Por Daruu, por Ayame. Y quizás, también, por sí mismo.
Lo último que hizo fue mirar a Uchiha Datsue con gallardía. ¿Cómo es que el tiburón había llegado primero que ellos?
6/09/2018, 00:44 (Última modificación: 6/09/2018, 00:45 por Inuzuka Nabi.)
Estaba claro que Shanise no estaba poniendo de su parte. Hanabi bufó y se despegó del mostrador.
— Que uno de mis jounin se llevase a tu jinchuriki descontrolada y a un genin que había decidido que el poder del amor serviría para curarla y le había dado un abrazo, sí, exacto. Mira, Shanise-san, no quiero discutir más por hoy, he tenido más que suficiente. Datsue fue castigado, primero por mi, luego por el karma y después otra vez por mi. Y hoy nos ha salvado el pescuezo. Creo que el cambio es a bien.
Echó un vistazo alrededor y se dio cuenta de que estaban intimidando al personal a base de bien.
— En cualquier caso, no vamos a esperar aquí, ven, vayamos a Cuidados Intensivos, así compruebas que no estemos sacandole nada a Ayame.
Empezó a andar en dirección a las escaleras esperando que Shanise le imitase, caminando a su lado a su mismo ritmo, no delante de ella ni detrás, que bastante tensión había ya.
— El pasado es el pasado. Creía que estaba claro que nosotros estábamos totalmente en contra de Zoku, fue un desquiciado que llegó al poder de malas maneras. Lo único que quiero es tener una paz estable y duradera. Ver la villa prosperar y morir tras una larga y placentera jubilación. Y para eso se necesita confianza, aunque solo sea una pizca. Y hoy no he visto ni una gota de confianza.
Nabi tenía una curiosa forma de informar, pero al menos era medianamente efectiva. Yubiwa estaba allí; los kusajines no iban a entrar en acción —por el momento—; y a juzgar por su última broma, no se había producido ningún tipo de escaramuza.
Claro que, fue abrir la boca, y aparecer las primeras tiranteces. El chico llamado Etsu —al cual había conocido un día en el Puente Kannabi— se encendía como una mecha. Primero, le pegaba sin previo aviso o razón. Ahora, insultaba a su compañero de Villa.
Uchiha Datsue empezaba a cansarse de aquella situación.
Uchiha Datsue activó el Sharingan.
Y, Uchiha Datsue…
… suspiró. Había tenido demasiadas peleas por aquel día. No sería él quien empezase una por una simple provocación. Pero el Dōjutsu lo mantuvo activo, pues uno nunca podía fiarse.
Fue entonces cuando Yubiwa se aproximó al grupo, tratando de poner calma. En un momento dado, hasta se dirigió a él. Aquel hombre siempre le había llamado la atención. No por sus ojos. No por sus cejas. Sino por… por ese aura que desprendía. Era como si, por extraño que pudiese parecer, lo conociese.
—Un placer volver a verle, Yubiwa-dono —realizó una sutil y casi inapreciable reverencia con la cabeza—. Es posible que usted me viese por allí, sí. Más que posible, diría —carraspeó—. Me encantaría quedarme a charlar, pero esta herida me está empezando a joder bastante. Mejor será que entre a que me traten.
Tratando de aparentar calma, rodeó a los kusajines con pasos parsimoniosos, siempre manteniendo una distancia prudente de por lo menos seis metros, y sin perder contacto visual con ellos.
Una vez llegado a la altura de Nabi, se permitió el lujo de darles la espalda. En realidad, no estaba vendiendo su retaguardia. Sabía que Nabi y Stuffy se la tenían cubierta.
—Voy a enterarme de qué cojones está pasando —susurró a su compañero, lo suficientemente bajo como para que nadie más le oyese.
Y, si nada ni nadie se lo impedía, abriría las puertas del hospital y se adentraría en él.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Shanise siguió manteniendo su máscara, atenta a cada palabra que Hanabi escupía pero aparentemente sin concederle ninguna respuesta. Justo hasta el final, cuando ya le había acompañado y el mandatario le preguntó directamente.
—Ahora mismo, que Ayame se recupere, que podamos volver todos al barco y que volvamos a Amegakure de una pieza cargando leches, Hanabi-san —dijo, simplemente.
Mientras tanto, Datsue se adentró preocupado en el hospital. Y allí encontró...
...a Daruu, tirado de cualquier forma en el suelo durmiendo, roncando y sangrando por la nariz.
De todas las cosas que podría encontrarse, de todas las personas que podría haber visto, aquella fue, sin duda, la que menos se esperaba. Daruu roncando en el suelo a pierna suelta. El mundo pendiendo de un hilo. La guerra acercándose como un depredador al acecho. Y él, con sus santos cojones, durmiendo.
«Espera, espera, espera… ¿Lo han sedado?» Ahora que se paraba a pensarlo, cualquier otra hipótesis le parecía disparatada.
La idea que había estado rumiando por todo el camino le golpeó la mente como un martillazo. Ahí estaba su llave. Después de lo hecho por Akame —y lo que él mismo había provocado en Ayame—, un pacto entre ellos sobrepasaba cualquier milagro conocido. Pero…
…¿y sí pedía a Shanise a Aiko a cambio de Daruu? Al fin y al cabo, aquellos cabrones casi acababan con media Villa suya. Por no hablar de que la propia Shanise le había intentado matar. Les debían algo a cambio.
—Lástima que no sea el Uzukage para tomar esa decisión… —farfulló para sí. Buscó con la mirada a la recepcionista más cercana y preguntó—. ¿Y Uchiha Akame? ¿Y Hanabi-sama? —Lo primero era lo primero. Enterarse de qué narices estaba pasando. Ya si eso, luego, maquinaría. Y, en última instancia…
… se dejaría curar el brazo. «Espero que hayas escapado, Keisuke. De corazón».
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Tras Datsue, sin embargo, alguien le acompañó. Segundos después, desde luego; pero los suficientes como para verle allí parado frente a nada más y nada menos que Daruu, apaleado y aparentemente inconsciente.
—Tsch, tsch, tsch —expresó el Tiburón, mientras se chupaba los dientes—. ¿es que no puedes dejar de meter las narices donde no te llaman, colega?
Mientras tanto, rodeó lentamente al Uchiha. Al menos lo suficiente como para que tuviera visión periférica del bienestar de su recién hallado compañero.
—Estas un poco maltrecho, Datsue-kun. ¿Por qué no vas a tratarte esa herida, eh?...
… un Tiburón apareció. «¿Kaido? Pero, ¿cómo? ¿Cuándo? Vinimos a toda leche, y nos conocíamos mejor el camino. A no ser…» Un brillo de comprensión iluminó su mirada. Era un clon. O el clon era el que luchaba contra Keisuke.
Teniendo en cuenta que los clones se desvanecían ante pocos golpes, probablemente el que tenía frente a sí era el Kage Bunshin. Si le atacaba ahora, lo único que conseguiría era pasarle más chakra al original, beneficiándole en su combate contra Keisuke. «Combate que espero no se esté dando. Keisuke, por tu madre, Kaido es demasiado fuerte».
—No lo hagas, Kaido —respondió, haciendo caso omiso a sus comentarios. Sabía que tan solo quería picarle—. No le mates. ¿Acaso sabes siquiera por qué le quieren muerto? —Kaido había tratado de sonsacarle información en su último encuentro, y el Uchiha se había quedado mudo como una piedra—. Su único pecado fue intentar rescatar a una compañera. La próxima Aiko podrías ser tú, conociendo tu temperamento. ¿De verdad se merece la muerte por eso? No tienes por qué desobedecer… —añadió, bajando la voz—. Simplemente… baja el pistón. Tropieza.
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Quería golpear a Datsue. Quería golpear al Inuzuka, por supuesto. Quería golpear a esa monstruosa araña de la cabeza de su compañero. Aunque eso último en cierto modo, hasta se le atragantaba, jamás había visto una jodida araña tan grande. Quería pegar a... no sé, a alguien. Pero Yubiwa hizo un inciso, aclarando que el trabajo ya estaba hecho, remarcando de nuevo que ahora solo quedaba esperar a ver cómo se solucionaba la situación dentro.
Etsu destensó los músculos, al igual que Akane. Se cruzó de brazos, como si nada, y tomó aire. Una buena bocanada de lo único puro y agradable que había en las calles de esa maldita urbe. Bueno, quizás eso y Eri, que era la unica de Uzu que parecía dispuesta a mantener la paz. Akane dejó tras de si una leve nube de humo, volviendo a su apariencia canina, y se sentó en el mismo lugar que estaba. Al igual que el rasta, pareció tomar aire e intentar relajarse.
Entre tanto, el de cejas pobladas pareció interesarse por el Uchiha. El maldito Uchiha. Poco después, éste se dirigió hacia el interior del hospital.
No faltaba que lo dijese, pero cumpliría la orden de Yubiwa, sin rechistar. Después de todo, quería convertirse en el mejor shinobi de todos los tiempos. Y no hay buen shinobi si no se cumple una misión tan sencilla como quedarse quietecito y tranquilo...