Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
3/09/2018, 19:50 (Última modificación: 3/09/2018, 20:36 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
En aquel combate, el Uchiha aprendió alguna que otra cosa. Una de ellas, que uno no podía pretender empuñar un arma por primera vez y manejarla como si llevase años practicando. Sí, la destreza adquirida con otros filos seguro ayudaba a manejar con soltura un Dai Tsuchi, pero, ¿maniobrar con ella con la soltura de un Dios? No, ni mucho menos. Y en aquel combate, Datsue había pretendido usar el poder de precisamente un Dios y hacer cabriolas y malabarismos con él mientras mantenía los ojos cerrados.
Una frivolidad. Fue por eso que, mientras su cerebro pensaba en sacar el kunai, liberar el sello, pegárselo al mango, y todo ello con los ojos cerrados, algo falló. Su concentración se vino abajo por un instante. Y, por eso...
¡¡¡BOOOOOOOOOOOOOMMM!!!
El sello explosivo pegado en las costillas de su guardia personal estalló, mandándolo a volar por los aires y cayendo de culo. «¿Qué coño…?» Abrió los ojos justo a tiempo para ver como una saeta atravesaba el recién formado Susano’o directo a…
… su hombro izquierdo.
Una súbita descarga de dolor le arrancó un aullido, mientras el Susano’o, furioso por haber fallado a su hijo, descargaba sendos puñetazos contra el suelo. La mirada iracunda del Uchiha se desplazó hacia Ayame, que le hablaba. Osaba decir que solo se había reído de él. Sí, quizá había sido así, pero para ello había utilizado a Aiko. Usado sin más, sin la mínima consideración por lo que le había ocurrido. Eso no podía perdonárselo.
Y además…
—¿Osas acusarme en público de que te corté el hilo? ¡¿Con qué pruebas!? —exigió—. ¡¿Acaso me viste cortarlo?! —Imposible. A no ser que tuviese ojos en la espalda, había tenido mucho cuidado de hacerlo cuando la cabeza de ella apuntaba en picado hacia el suelo—. ¡¡¡Maldita mentirosa!!!
Apretó los dientes mientras se llevaba la diestra al astil de la flecha y la partía, dejando allí la punta. No quería arriesgarse a sacarla y que el hombro empezase a sangrarle a borbotones. Se llevó una mano al portaobjetos y tomó una píldora estimuladora de sangre. Luego trató de mover el hombro para tantearlo. Mala pinta. Muy mala pinta. Ya podía ir olvidándose de blandir un arma con aquel brazo. Iba a molestarle incluso para realizar sellos.
«Hija de puta… Pero la culpa es mía. No he hecho más que hablar y hablar…»
Era el momento de callarse y atacar. Apoyó el brazo bueno sobre una rodilla y se irguió. Su mente ya no pensaba en atacarla verbalmente, sino de forma física. Sacó el kunai ya preparado de su portaobjetos, y le pegó un sello explosivo en el mango, tras liberarlo de su palma izquierda, tal y como iba a hacer antes. De un fuerte latigazo con la diestra, lo lanzó directo hacia el pecho de la kunoichi, esta vez sin el fogonazo de luz como efecto sorpresa.
PV:
125/220
–
-30
–
-15
–
+10
–
CK:
157/310
–
+10
–
-5
– (por liberar sello, cancelados en el anterior turno y vueltos a gastar en este)
–
· Hikaridama (gastada)
· Kunai (volando hacia Ayame)
· Sello explosivo de clase B (sellada en la palma izquierda de Datsue, ahora en el mango del kunai)
· Ōkina Chirōgan
¤ Ippan no Fūinjutsu ¤ Técnica de Sellado General - Tipo: Apoyo - Rango: C - Requisitos: Fūinjutsu 15 - Gastos: 10 CK (sellado de objetos y armas), 5 CK (liberar) - Daños: - - Efectos adicionales:
Sella objetos y armas en pergaminos
(Fūinjutsu 30) El usuario gana la capacidad de sellar objetos y armas de cualquier extensión (preguntar a un administrador en caso de duda) en pergaminos. Además, puede guardar gases venenosos, líquidos...
(Fūinjutsu 60) El usuario gana la capacidad de sellar objetos y armas de cualquier extensión (preguntar a un administrador en caso de duda) en cualquier tipo de recipiente (preguntar a un administrador para saber qué recipiente podría ser válido, solo es posible sellar 1 objeto), y en su propio cuerpo (1 por cada 10 de Inteligencia)
- Sellos: Buey → Serpiente → Tigre → Jabalí → Carnero (mantenido durante unos segundos) - Velocidad: Moderada - Alcance y dimensiones: (ver descripción)
Técnica estándar de fūinjutsu, que utilizan muchos shinobi con diferentes niveles de maestría en técnicas de sellado. Los ninjas con un nivel de maestría bajo son capaces de sellar objetos y armas, normalmente de tamaño pequeño o mediano, y únicamente en pergaminos. Los ninjas de nivel medio son capaces de sellar muchos tipos de sustancias distintas en pergaminos. Los ninjas de nivel alto, en su propio cuerpo o incluso en recipientes.
La técnica no funciona instantáneamente. Para sellar objetos en un pergamino, se ha de abrir ese pergamino. En el caso de querer guardar algo en el propio cuerpo, no es necesaria tanta preparación. Para guardar cosas en un recipiente externo, se ha de disponer de uno válido (obviamente). En cualquiera de los tres casos, se ha de estar a menos de tres metros de donde se va a sellar el objetivo, y a menos de diez del objetivo. Una vez realizados los respectivos sellos, se mantiene el último y el objetivo se deshace en una masa de chakra, que viaja a velocidad moderada hasta introducirse dentro del lugar donde se desee sellar. Entonces aparece la marca deseada, y el sellado se completa.
Se ha de remarcar que esta técnica de sellado no dispone de una clave para nada complicada. Los sellos podrán ser rotos y su contenido liberado por cualquier practicante de fūinjutsu con suficiente maestría (15, 30 ó 60).
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Pero el segundo frente seguía con las armas levantadas.
«Eso es.»
Y se entremezclaba con el frente terrenal...
—¿Osas acusarme en público de que te corté el hilo?
Ayame se llevó ambas manos a la cabeza, con un gemido de malestar.
«LE HIZO ESO Y MUCHO MÁS.»
—¡¿Con qué pruebas!?
—Callaos... —suplicó Ayame, temblando.
Pero las palabras de Datsue no hacían más que avivar el fuego que sentía. La rabia... La ira... Ayame cerró los ojos, aferrándose con todas sus fuerzas a los recuerdos de las desgracias que le había traído perder el control: Los férreos ojos de su padre, el secreto que debía mantener para que todos estuvieran a salvo, el aterrorizado gesto de Daruu al contemplarla en su forma salvaje... Tenía que agarrarse a ellos o lo perdería... Lo perdería...
«¡La deshonró frente a la Arashikage! ¡La hizo ser el hazmerreír de la aldea y de la familia!»
—¡¿Acaso me viste cortarlo?!
Ayame se encogió sobre sí misma, temblando con violencia. Temblando de miedo, de rabia... Pero debía seguir agarrándose a sus recuerdos... Debía hacerlo... Pero, aterrorizada, comprobó que estaban comenzando a diluirse... ¡Ya no podía retenerlos!
¿¡Es QuE No QuIeRe VeRLe
MUERTO!?
—Aléjate... Uchiha... —murmuró entre dientes. La espalda le ardía. Quemaba. La abrasaba...
—¡¡¡Maldita mentirosa!!!
Y aquella fue la gota que colmó el vaso. Intentó agarrar de nuevo el recuerdo del gesto severo de su padre, pero fue como intentar agarrar el agua.
—No quiero volver a verle nunca más... —repitieron sus labios, igual que se lo dijo a Zetsuo. El aire empezó a calentarse a su alrededor. Primero lento, apenas unas pequeñas ondulaciones en el ambiente; pero luego se volvió más rápido, más frenético.
Pero una parte de su cerebro seguía resistiéndose. Daruu. Tenía que pensar en Daruu... ¿El mismo Daruu que la había traicionado para irse con el Uchiha?
El aire en ebullición evaporó sus lágrimas y vibró con fuerza. Sintió un pinchazo en el pecho y Ayame lanzó un desgarrador grito de rabia y dolor contenidos. El suelo debajo de sus patas se quebró, formando un nuevo cráter destinado para ella sola.
MATÉMOSLO.
Su cuerpo pareció estallar. Energía blanca, pura, que emanaba de cada poro de su piel. Piel que se regeneraba y se quemaba a marchas aceleradas. Pero ella no parecía sentirlo. ¿Pero quién era ella? Su cuerpo había mutado hasta hacerlo irreconocible. Envuelta por completo en aquel halo blanco, extendiéndose sobre su cabeza en forma de cuatro cuernos y ondulando tras su espalda dos colas.
—DESAPARECE.
Y abrió sus fauces, unas fauces surcadas de dientes afilados como navajas, y el aire se volvió aún más pesado cuando una ingente cantidad de energía en forma de bolutas negras y blancas comenzaron a arremolinarse como un enjambre en ellas... Una bala de energía en estado puro que después engulliría y terminaría por estallar hacia delante en forma de láser, dispuesto a borrar de la faz de Onindo al Uchiha y a su gigante.
· Bandana (Frente)
· Portaobjetos (Pierna derecha)
· Portaobjetos avanzado (Detrás de la espalda) · Sello explosivo de clase C (Pegado en el Susanoo)
· Kunai: 18 PV
· Bijūdama: 315 PV
¤ Capa de Chakra (Versión 2) - Tipo: Apoyo, Ofensivo - Requisitos: Ninguno - Gastos: 27 CK por onda de chakra - Daños:
12 PV por contacto
40 PV por coletazo
40 PV embestida
45 PV por onda de chakra
- Efectos adicionales:
Se accede a la reserva de chakra de la Versión 2
+20 a Fuerza, Agilidad, Resistencia, Aguante y Poder
Defensa de 20 PV
-20 PV/turno en caso de no controlar al bijū
- Velocidad: Muy rápida (onda de chakra) - Alcance y dimensiones: -
El chakra del bijū se convierte en una forma humanoide que concede al jinchūriki una enorme ventaja en el campo de combate sin liberar por completo a la bestia. Usando el cuerpo del jinchūriki como una especie de endoesqueleto, una capa de chakra puramente blanco lo envuelve. Las manifestaciones físicas del correspondiente bijū que son apenas apreciables en la primera capa se vuelven mucho más nítidas en esta versión, reproduciendo una especie de versión de la bestia en miniatura: la masa muscular se incrementa, y la cornamenta y las colas están claramente definidos ahora. Aunque, dado que el velo de chakra se atañe a la forma del cuerpo de su jinchūriki, las características físicas de este son aún distinguibles.
Al entrar en la versión dos de la capa de chakra se produce una masiva cantidad de chakra que es capaz de formar cráteres por debajo de su cuerpo y destruyendo en el proceso cualquier tipo de restricción que pudiera haber estado impidiendo sus movimientos previamente. Nuevamente se incrementan sus capacidades y la capa actúa como una especie de protección frente a ataques externos.
Entrar en esta etapa, para un jinchuuriki que no ha controlado a su bijuu, significa terminar por cederle el control de su propio cuerpo. Durante este estado, el jinchuuriki no puede utilizar técnicas de su repertorio. A cambio, puede lanzar ráfagas de chakra muy poderosas y acceder a la técnica más destructiva de los bijuu: la bijuudama.
En el momento en el que el jinchūriki le concede el total control de su cuerpo al bijū, su capacidad de distinguir entre amigos y enemigos se desvanece y atacará a cualquier cosa que se interponga en su camino hacia su objetivo. Esta forma acarrea numerosas consecuencias para el mismo jinchūriki también, ya que las propiedades corrosivas del chakra queman su piel. Las habilidades regenerativas garantizan que los daños se vayan curando, pero con el tiempo se va acortando su esperanza de vida por la masiva destrucción y creación de células. En el caso de que el jinchūriki controle a su bijū no sufrirá ninguno de estos daños, y se mantendrá consciente.
Para el jinchuuriki del Gobi que no ha controlado a su bijuu, a medida que va perdiendo el control de su cuerpo, va creciendo en su espalda la quinta y última cola. De formarse la última cola, el usuario moriría y el bijuu saldría al exterior.
¤ Bijūdama
¤ Esfera de Bestia con Cola - Tipo: Ofensivo - Requisitos: Capa de Chakra versión 2 o Forma Bijū Liberada - Gastos: 0.6*X CK - Daños: X PV - Efectos adicionales: - - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones:
La bomba ocupa X/10 decímetros de diámetro, y la explosión abarca X/3 metros de tamaño.
El láser ocupa de ancho el doble de la esfera y el doble de la explosión hacia delante.
La Bijūdama es la técnica definitiva de un bijū. Para formar el ataque, el usuario concentra chakra positivo negro y chakra negativo blanco, lo reúne en una esfera y lo comprime dentro de su boca. El chakra necesita ser balanceado en una proporción 8:2, respectivamente, o será contraproducente. Para finalizar, puede dispararlo en forma de una enorme explosión de energía hacia delante en proporción a su tamaño (mucho más grande en la forma completa de la bestia) o en forma de bala de color oscuro que provoca igualmente una enorme explosión al impactar contra algo. La bijūdama es increíblemente densa y pesada, y el jinchūriki se puede ver hundido en la tierra en el proceso de creación. Usada cerca de otros bijū, puede ser combinada aumentando drásticamente su tamaño y su poder destructivo.
Datsue escuchó a un viejo —y borracho— marinero decir una vez que en una ocasión, en un día tranquilo, las ratas de su barco se pusieron a saltar y correr como locas por la cubierta. Horas más tarde, aquel mismo barco se hundiría bajo una de las tormentas más salvajes que el viejo había presenciado —y sufrido— en su larga vida. Muchas son las historias de perros, gatos y más animales prediciendo grandes desastres naturales. Era algo que superaba casi cualquier lógica, y Datsue, poco dado a tragarse nada que su mente no pudiese racionalizar, no era muy creyente de aquellos cuentos.
Hasta aquel momento.
Porque lo sintió. De algún modo, lo vio venir. Antes incluso de que sus ojos captasen un chakra sobrenatural inundando la circulación de Ayame. Antes incluso de que aquella carga pesada y asfixiante le apresase el cuello y le encogiese el corazón. Antes de que se le erizase la piel y su cuerpo empezase a temblar de puro sobrecogimiento. Lo vio venir. Lo sintió en la atmósfera. En el cambio de presión en el aire. En… algo.
En su instinto.
Tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no dejarse llevar por él. Era Uchiha Datsue, sí. El mismo que había conseguido el poder de un Dios. Y, aún así… Aún así sensaciones que creía haber dejado atrás volvían a invadirle. Sensaciones demasiado familiares. Sensaciones que le hacían formar el sello del Carnero y le chillaban en el oído que ejecutase el condenado Sunshin no Jutsu.
El cuerpo de Ayame había mutado. Transformado. Aparte del impresionante aura blanco que la envolvía, una cornamenta había crecido en su cabeza, además de entrevérsele varias colas a su espalda. ¿Era aquello a lo que se había tenido que enfrentar Akame? ¿Así era él? «No… Esto sobrepasa el poder de Shukaku. Esto es… Esto es un Bijū al completo».
Sintió que algo se le revolvía en las tripas. ¿Shukaku? ¿Su sangra Uchiha? Ojalá. Probablemente solo eran ganas de vomitar. «¡Sigues teniendo a Susano’o!», se obligó a recordar.
Entonces fue cuando lo percibió. Una cantidad insana de chakra, tanta que hacía daño a la vista, arremolinándose en la boca de Ayame. ¿No había hecho él lo mismo cuándo…?
¿Cuándo había decapitado a la estatua de Sumizu Kouta?
—¡¡Ayame, espera!! —rugió. Demasiado tarde. Siempre demasiado tarde.
Un potente láser salió despedido de la boca monstruosa de Ayame e impactó contra él con la fuerza de un coloso. En un instante, sintió vértigo. El mismo vértigo que alguien siente al tirarse de un décimo piso y ver el suelo acercársele peligrosamente. El Susano’o trató de contenerlo abriéndose de brazos. Pero era inútil. Inútil. Aquel poder superaba al de un Dios.
Entonces, lo supo. Supo que aquello era, de nuevo, por su culpa. Supo que si no hubiese provocado a Ayame más allá de cualquier límite humano, aquello no habría pasado. Supo que aquella vez no estaba su Hermano para salvar el día y detenerlo. Supo que aquella vez no estaba un Jōnin para pararle los pies y perder su brazo por el camino. Y supo que, aquella vez, habría consecuencias reales. Que la gente moriría. Que la Paz se rompería.
Su mano, todavía formando el sello del Carnero. Ahora su cuerpo le exigía a gritos un Kawarimi no Jutsu, consciente de lo que iba a pasar. El Susano’o no resistiría. Tenía que irse, tenía que irse, tenía que irse…
Akame.
Eri.
Nabi.
«Lo siento…»
¿Estarían todos ellos detrás? ¿Incluso Daruu? ¿Cómo iba a rescatar a Aiko sin él? ¿Formarían todos ellos parte de los daños colaterales de su mala boca? ¿De su permanente irresponsabilidad? ¿Cómo iba a mirarse en el espejo de nuevo? ¿Cómo iba a vivir siquiera?
Lo tenía, lo tenía…
Era un fuego mayor al del Amateratsu quemándole por dentro. Era un sentimiento mayor al odio de Izanami hirviéndole en las entrañas. Era algo más poderoso que la gloria bombeando el corazón.
Lo sentía, lo sentía...
Era más que adrenalina. Era más que la sangre Uchiha bullendo en sus venas. Era algo que escapaba a su querida lógica. Algo que no nacía de su mente, sino de su corazón. Era algo instintivo, sobrenatural, místico, primitivo… Tan antiguo como el nacimiento de la humanidad.
Lo tenía, lo tenía. Lo sentía, lo sentía…
Era algo que creía haber matado hacía mucho tiempo. Algo por lo que había luchado en deshacerse. Era una debilidad. Era un peso en la espalda que no quería tener. Era una fuente de problemas. Era un causante de guerras. Era un estorbo. Era lo que más detestaba en aquel mundo. Era…
… era amor.
¡Lo tenía, lo tenía! ¡Lo sentía, lo sentía!
La Bijūdama desintegró al furioso Susano’o como simple papel carbonizado y se encontró con un poder desconocido para cualquier Bijū.
Se oyó un chirrido de otro mundo.
Se oyó un estruendo de otra dimensión.
El láser que era la Bijūdama giró sobre sí misma, convirtiéndose en una vorágine succionada por la pupila del Migi no Mangekyō de Datsue. Había invocado a Aizen Myō-ō. Había convocado al Dios del Amor. Y no importa cuánta lujuria viertas sobre él, Aizen siembre la recibirá con los brazos abiertos.
Hincó una rodilla al suelo, exhausto, sin atreverse a comprobar si había logrado absorber todo el láser o parte de éste se había escapado hacia las gradas. Su pecho, subiendo y bajando con dificultad. Sus pinturas alrededor de los ojos, goteando arrastradas por el sudor. Le faltaba el aire, pero necesitaba gastarlo un poco más.
—Ayame… ¡Ayame! Ahí atrás hay compañeros tuyos. Kaido. Daruu. Sé que eres mejor que esto. Sé que eres mejor que yo. Por favor… ¡detente! —Lo intentó. Lo intentó pese a saber que era inútil.
«Necesito más chakra para ejecutar el Gogyō Fūin. Necesito más… Shukaku. ¡Shukaku! Hijo de perra, ¿¡estás ahí!? Solo un poco… ¡Solo dame un poco!»
PV:
135/220
–
+10
–
CK:
29/310
–
+10
–
-138
–
Susano'o
0/165
–
-165
–
1 AO mantenida
–
Agotamiento en el turno siguiente
–
*Mangekyo Sharingan activado*
No sabía muy bien cómo calcular el choque de la Bijuudama con el Susano’o, y prefería no preguntar para no spoilear. Se supone que hay que restar los daños con el Poder de cada uno sumado. Pero claro, la bijuudama es parte del bijuu y no de Ayame, así que… ¿Qué Poder tiene? Para no pillarme las manos, lo calculé con el más alto que hay en Manuales, 140.
(315 + 140) – (165 + 60) = 230 PV restantes.
Para que una Bijuudama realice ese daño, necesita 0,6*230 = 138CK. De ahí mi gasto con el Aizen.
–
· Hikaridama (gastada)
· Kunai (Pecho Ayame)
· Sello explosivo de clase B (Mango del kunai)
· Ōkina Chirōgan
2/5 turnos
–
¤ Aizen Myō-ō ¤ Dios del Amor - Tipo: Apoyo - Rango: S - Requisitos: Uchiha 80, Migi no Mangekyō - Gastos: X CK (sellar), 10 CK (liberar), X: gasto de la técnica a sellar - Daños: - - Efectos adicionales: (ver descripción) - Sellos: - - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: 2 metros
Dicen que Aizen Myō-ō es capaz de transformar la lujuria en amor. En el caso de Uchiha Datsue, cuando su ojo derecho refleja el poder de dicha deidad, la afirmación parece acercarse a la realidad.
Y es que, con el Migi no Mangekyō, Datsue es capaz de absorber cualquier tipo de Ninjutsu (que se encuentre a 2 metros de distancia o menos) con tan solo mirarlo. A simple vista, parecerá que lo está succionando, haciendo que la técnica en cuestión se transforme en una vorágine que se introduce en su ojo. Luego, en el momento que quiera, puede liberar la técnica sellada. Solo puede tener una técnica sellada al mismo tiempo.
Y así, la lujuria recibida devolvió amor.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
En las gradas, cundió el pánico. Hanabi se levantó y comenzó a dar órdenes a izquierda y derecha. Buscó la mirada cómplice de Yubiwa, pero no la encontró. Buscó el rostro de Shanise para culparla, mas no lo halló. En su lugar, sólo encontró el caos.
Shinobi y civiles por igual gritaban. Unos por miedo, otros por tratar de controlar la situación, con más o menos éxito. El líder en funciones de Kusagakure, descubrió Hanabi, estaba más allá, en otra parte de la grada, reagrupando a sus ninjas. La de Amegakure se había esfumado, pero probablemente estaba haciendo lo mismo, y además asegurándose de que alguien se ocupaba de Ayame.
Hanabi rió, triste. Lo había sabido. Todo el mundo lo sabía, desde hacía mucho tiempo. Sólo era cuestión de tiempo.
La paz de Shiona llevaba mucho tiempo muerta.
Eran de nuevo tiempos para los dispares intereses de los ninjas.
Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es
Llevaba un tiempo sujetando a sus impulsos con férreas cadenas de acero, pero aquello fue el fin. Primero, aquél demonio gigantesco de color turquesa. El injusto castigo al que sometía el Uchiha a su pareja. Las señales de advertencia. Y ahora aquella figura demoníaca.
Ya había visto a Ayame ceder ante el bijuu mucho tiempo atrás, pero aquello era algo que no se le parecía en nada. Era chakra puro. Extrañamente, cuando otrora se había sentido paralizado por el terror, ahora su cuerpo se movía solo.
Tenía que evitar que Ayame causara una catátrofe.
Estaba ya en la arena cuando el Gobi disparó aquél haz de energía. Daruu no se detuvo a comprobar si había impactado en Datsue. Si había causado más daños. Si había muerto gente.
Daruu sólo formulaba una secuencia de sellos. Una palmada. Se abalanzó sobre el cuerpo de la Bestia y la placó.
Entonces, desaparecieron.
Deberían haber desaparecido. Ambos emitieron un breve destello rojizo y se quedaron en el sitio.
«No, no, no... ¡No, por qué! ¡Dejé la marca en la estatua! ¡MIERDA, JODER, NO!»
Entonces levantó el rostro y la vio. Su boca dentada emitía vapor, como si ardiera con la fuerza de cien incendios.
Uchiha Datsue contra Aotsuki Ayame. Ahí sí, me acojoné. Se iba a liar. Dos jinchurikis, que ya se odiaban sin saber que el otro era un jinchuriki. ¡Y uno de ellos era Datsue! Apaga y vamonos. Estábamos todos muertos. Sudaba como un kuseño en el desierto, me picaba el culo por tenerlo sentado en aquellas gradas y no en mi segura y alejada casa. Pero no podía irme sin más. Miré a la grada especial de los participantes y allí estaba Eri, si pasaba cualquier cosa, tendría que estar ahí para evitar una catástrofe.
Y Datsue hizo de las suyas. Empezó a soltar un discurso la mar de emotivo y que contagiaba la uzunecidad. Y, por supuesto, a Ayame no le sentó bien, pero vamos, que nada le sentaba bien a esa mujer. Si una mierda era capaz de ponerla burra, demasiado tiempo con Datsue le podía hacer implosionar la cabeza de pura rabia.
Ayame atacó por la espalda a Datsue, Datsue invocó a Satanás para que le ayudase, lo normal en un combate entre PUTOS LOCOS. Que yo no era muy listo, no tenía mucha memoria, ¡PERO JURARÍA QUE ALGUIEN HABÍA DICHO ALGO DE NO REVENTAR AL PÚBLICO! Sin embargo, los jinchurikis eran más chulos que un ocho.
Tras repartirse de lo lindo entre los dos y que Datsue invocase a Satan, como no, Ayame se puso burra. Burra profunda. Burra mojada, burra brillante. Y la gente empezó a entender que esto se iba a la puta. Empezaron a correr y a lloriquear por todas partes. Como no paraba de vigilar de cerca la grada de los participantes vi como un chico clavadito a Daruu saltó sin pensárselo a la arena.
Le imité, pero al revés, yo salté de las gradas a la zona para los participantes.
— ¡Eri! ¡Hay que salir de aquí! ¡YA!
Stuffy no quitaba ojo a lo que en su momento había sido Ayame, con una mezcla de miedo y enfado. La mitad de sus pulgas le decían que atacase mientras la otra mitad le decían que huyera. Yo lo tenía más claro, todas mis pulgas decían que teníamos que salir de ahí y dejar hacer a los profesionales. Yo no sabía ni papa de Fuinjutsu ni bijuus.
Aquel día no parecía haber prometido mucho desde el primer momento en que había abierto sus cansados y pesados ojos. Había estado nerviosa y revuelta, como si supiera que algo no iba a salir bien desde el principio, pero se contuvo y se dijo a sí misma que aquello no era ni más ni menos que otro síntoma de los nervios por estar en la recta final del examen.
Así que tras sus preparativos y la verborrea de cada prueba sobre lo que tenían que hacer y lo que no, ella tomó asiento en las gradas, donde todos los participantes podían disfrutar de los combates que los precedían.
Pero aquello se convirtió en algo más que un combate, en algo más personal cuando Datsue, tras su perorata, había provocado a Ayame hasta límites extremos. Estaba horrorizada, mordiéndose las uñas hasta lograr hacer herida en uno de sus dedos de la mano izquierda. ¿Adónde quería llegar con todo aquello? ¡Se le estaba yendo de las manos!
«Cállate, por favor Datsue, concéntrate... Me dijiste que pasarías desapercibido, lo prometiste...» Le pedía mentalmente, más fue en vano, porque Ayame se descontroló. Eri se levantó de un salto y apoyó ambas manos en la barra que les separaba, mirando fijamente a la muchacha que poco a poco dejaba de serlo para pasar a ser lo más parecido a una bestia, algo que ella no podía ni imaginar viniendo de la dulce e inocente Ayame, quien había cantado junto a ella.
Apretó los labios y con ellos, el agarre que ejercía sus manos contra la barra que tenía delante. Debería huir, ayudar a evacuar a los demás civiles que allí se encontraban, expuestos al peligro que suponía estar allí. Pero una vocecilla en su interior decía que aquello no era lo que ella quería, no; ella quería ayudarles, quería hacer algo por sus amigos y no quedarse sentada por una vez en su vida mientras los que le importaban se mataban entre ellos.
—¡Eri! ¡Hay que salir de aquí! ¡YA!
Fue tarde para ella, pues se incorporó cogiendo impulso para colocarse encima de la barra, se giró hacia donde había escuchado la voz de Nabi, que se le antojaba lejana, y, formando una tímida sonrisa; hizo el sello del carnero con su mano izquierda y desapareció...
...Justo para aparecer detrás de Aotsuki Ayame, o lo que una vez fue aquella risueña muchacha, solo para no meterse en medio de la pelea pero poder interferir en ella lo suficiente para poder evitar más daños.
Movida por un impulso para poder salvar a todo aquel que algún día le había importado, la joven pelirroja tomó su muñeca derecha y la sujetó con su izquierda, abriendo su diestra completamente. De cada dedo comenzó a a surgir una llama morada formando un kanji diferente en cada uno, y, justo cuando se formó el último, impactó su mano en la espalda de la bestia.
«Por favor, Ayame-san...»
CK: 66/200 -14(Sunshin no Jutsu), -120(Gogyō Fūin)
¤ Sunshin no Jutsu ¤ Técnica del Parpadeo Corporal - Tipo: Apoyo - Rango: D - Requisitos: Ninjutsu 40 - Gastos:
14 CK/20 metros
52 CK para huir de un combate
- Daños: - - Efectos adicionales: Cada uso restará 10 puntos de aguante durante los próximos 5 turnos - Sellos: Carnero/una mano - Velocidad: Instantánea
El Sunshin no Jutsu es una técnica basada en un movimiento ultrarrápido, permitiendo a un ninja moverse de cortas a largas distancias a unas velocidades casi imperceptibles. Para un observador cualquiera, resulta como si el usuario se hubiera teletransportado. En ocasiones, se utiliza una pequeña señal para camuflar los movimientos iniciales del usuario. Esta técnica se basa en el uso del chakra para vitalizar temporalmente el cuerpo y moverlo a velocidades extremas. La cantidad de chakra requerida depende en la distancia total y la elevación entre el usuario y el destino. La técnica puede usarse, además, para escapar del campo de batalla. Las diferentes villas tienen variaciones de esta técnica, e incluyen un elemento extra para distraer al oponente. En Konoha, se utiliza un rastro de hojas.
¤ Gogyō Fūin ¤ Sello de los Cinco Elementos - Tipo: Apoyo - Rango: A - Requisitos: Fūinjutsu 70 - Gastos: 120 CK - Daños: - - Efectos adicionales: Deja inconsciente a un rival durante 5 turnos, anula su regeneración de CK hasta un contra-sellado, inhibe los poderes de un jinchuuriki - Sellos: Sello especial de la técnica (mantenido durante unos segundos) - Velocidad: Moderada - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
El usuario realiza un sello especial, tras lo que muestra la palma de la mano hacia el lado contrario de su cuerpo, sujetándose la muñeca con la otra mano. En sus dedos aparecen unas extrañas llamas moradas en las que se forman los cinco kanjis correspondientes a los cinco elementos chinos: metal (金), madera (木), agua (水), fuego (火), y tierra (土). Al estampar los cinco elementos contra la piel o la ropa de un adversario, cinco marcas de llama unidas por fórmulas de sellado aparecen en su piel, y éste se desmaya. El sello impide que el chakra del oponente funcione correctamente, así que, hasta que sea retirado, no podrá regenerar chakra a menos que esté durmiendo o descansando plácidamente. Si el sello se coloca sobre un sello de jinchuuriki previamente localizado, inhibirá los poderes de jinchuuriki de ese usuario, lo controle o no. Si el jinchuuriki establece un vínculo de amistad con el bijuu, sin embargo, es capaz de romper el sello a voluntad una vez se despierte.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
4/09/2018, 01:27 (Última modificación: 4/09/2018, 11:24 por Uchiha Akame. Editado 2 veces en total.
Razón: Me resté mal los PV de la quemadura y el CK del Uzume XD
)
«Oh, por todos los dioses de Oonindo... ¡Esto tiene que ser una broma! ¡Una maldita broma!»
El jōnin más joven de su promoción había estado, por petición expresa suya, en una de las posiciones de vigilancia más cercanas a la arena durante aquel combate. Akame todavía llevaba el torso vendado y los pinchazos que sentía en la espalda con cada movimiento brusco, los sedantes que había dejado de tomar hacía apenas una semana y las horrendas cicatrices que de seguro le quedarían, atestiguaban el miedo que sentía de que las cosas se salieran de madre durante aquel encuentro. "Una corazonada", le había dicho a los responsables de la organización para que le dejaran estar en ese preciso puesto durante ese preciso combate.
Bendita —o maldita— corazonada.
Mientras el suelo se quebraba ante la furia desatada del bijuu y las miradas atónitas de todos los presentes —Akame incluído—, el joven Uchiha contempló horrorizado cómo todo se venía abajo cual castillo de naipes. Ayame, convertida en un monstruo descontrolado incluso más furioso de lo que Datsue había estado. La Bijuudama, idéntica a la que casi le mandase a él mismo al otro barrio, siendo absorbida por el Mangekyō Sharingan de su Hermano.
El caos. El terror. La destrucción inminente.
«¡Muévete joder, eres el maldito Profesional!»
Y ahí iba otra vez. Mientras el Dejá vu se apoderaba de él, Akame bajó hasta la arena con un par de ágiles saltos, sus ojos carmesíes analizando la situación. «Necesitamos un contrasellado», recordó con rapidez. Sin embargo, él no tenía ni idea de Fuuinjutsu —ahora lo lamentaba profundamente por segunda vez— y Datsue apenas tenía chakra en sus reservas. No iba a ser suficiente...
Entonces la vió. Una muchacha pelirroja que había saltado al terreno de combate desde el palco de los participantes.
«¡Eri-san!»
Akame no dudó, porque sabía que los dioses tenían un retorcido sentido del humor, y en aquel momento había entendido que su pelea y posterior incidente con Datsue no había tenido otro propósito que prepararle para ese exacto instante. Para que supiera lo que tenía que hacer.
—¡¡¡Eri-san!!! —la llamó mientras él mismo corría también hacia la bestia descontrolada—. ¡¡¡Cógete de mi mano!!!
El corazón le latía a mil pulsaciones por segundo, y durante unos breves instantes, Akame dejó de escuchar nada que no fuese aquel incesante martilleo en sus oídos. Cuando estuvo lo suficientemente cerca pudo ver a un joven de pelo negro y atuendo de Amegakure que había derribado de un placaje a la jinchuuriki. No le prestó mayor atención.
Las tres aspas negras que orbitaban alrededor de los ojos del Uchiha adoptaron una nueva forma para acomodarse al inminente poder que estaban por liberar, y un halo de energía carmesí rodeó al joven jōnin, provocando chispazos de chakra que empezaron a saltar a su alrededor.
«Lo siento... Pero... La primera regla es... ¡No herir a los espectadores!»
Extendió la mano zurda a su compañera Uzumaki, que ya había alcanzado su posición, y trató de aferrarle la suya. El chakra de Akame se arremolinó en torno a ambos un instante antes de que el shinobi placase a Ayame y al joven de la Lluvia de forma idéntica a como éste lo había hecho momentos atrás.
El jōnin trató de pensar en el sitio más desierto que conocía.
Zzzzup.
Los cuatro desaparecieron.
—
Pese a que no fue la primera vez, dolió tanto o más como aquella. Era esa sensación, tan extraña como agresiva, de que algo que iba contra las leyes más básicas de la Naturaleza acababa de suceder.
Los cuatro aparecieron en mitad de las vastas Planicies del Silencio, rodando por el suelo por la fuerza del impacto. Akame se apresuró a levantarse apenas la cabeza dejó de darle vueltas, y sólo entonces se dio cuenta de que parte de su brazo derecho —con el que había embestido a la jinchuuriki descontrolada— estaba quemada. La adrenalina ayudaba a mitigar el dolor, sin embargo.
Buscó con la mirada a su compañera, al shinobi de la Lluvia... Y a la bestia.
—Eri... Tienes que... Tienes que darle en el sello —masculló Akame, todavía dolorido por el esfuerzo—. Es la única manera. ¿Conoces... Conoces la técnica, verdad? —añadió, rezando a todos los dioses que conocía para que así fuese.
PV:
218/230
–
-12
– CK:
182/280
–
-18
–
-50
–
-10
–
-10
–
-10
–
reg. dividida
–
Sharingan activado
–
Inventario
Hitai-ate con el símbolo de Uzushiogakure [en la frente]
¤ Uzume ¤ Diosa del Amanecer - Tipo: Apoyo - Rango: S - Requisitos: Uchiha 80, Hidari no Mangekyō - Gastos: 50 CK - Daños: - - Efectos adicionales: (ver descripción) - Sellos: - - Velocidad: Rápida (preparación), Instantánea (teletransporte) - Alcance y dimensiones: (ver descripción)
Habilidad del Mangekyō izquierdo de Uchiha Akame, cuya esencia reside en evitar la confrontación y el enfrentamiento. Utilizando este poder, el usuario es capaz de teletransportar su propio cuerpo a otra ubicación en apenas un parpadeo, tras concentrarse durante unos instantes. El ejecutor también puede llevarse consigo objetos inanimados u otras personas (ya sea voluntariamente o no), pagando un extra de 10 CK por persona, mientras sea capaz de establecer contacto físico directo.
El ejecutor debe tener en su mente una idea aceptablemente clara del lugar al que va a "saltar", por lo que es necesario que o bien ya haya estado (para Inteligencia menor a 60 puntos), o lo haya visto previamente (Inteligencia igual o mayor a 80).
Pese a que se trata de una técnica poderosa, presenta varias debilidades. Además de su alto coste de chakra y el daño para el ojo del usuario que supone, el ejecutor se rodea de un aura chisporroteante de su propio chakra unos segundos antes de ejecutarla; lo que implica que debe tenerse cierto margen de tiempo para poder esquivar un ataque con ella. Además, un enemigo que ya la conozca podrá identificarla fácilmente e incluso cortar la canalización hiriendo al usuario antes de que sea capaz de teletransportarse.
Daruu sintió calor. No el calor agradable del fuego encendido en una chimenea, sino el beso ácido de las llamas cuando uno intenta atravesarlas empapado en combustible. La técnica había fallado. El Gobi le estaba mirando. Todo parecía indicar que ese era su fin
Y lo más triste es que su propia vida no le importaba una mierda. Sólo le importaba Ayame. Sólo le...
• • •
De pronto, ya no estaba allí. Algo había golpeado contra ellos y los había separado. Ayame, o lo que antes había sido Ayame, yacía a unos cuatro metros de su posición. Y a su derecha, una voz familiar...
—¡Vosotros! —Eran nada más y nada menos que Uchiha Akame y Uzumaki Eri—. Pero... ¿dónde? ¿Cómo?
Daruu observó el paisaje. Estaban en una llanura, estaban... ¡En la Planicie del Silencio!
—¡Por favor, ayudadme! ¡No podrá vencer su voluntad ella sola! —exclamó, intentando levantarse. Las quemaduras le dolían.
Deberíamos esperar a que conteste Ayame. Los demás pueden seguir contestando e interactuar!
«¿Pero qué clase de monstruo eres, Uchiha Datsue?»
Umikiba Kaido no era de los que se impresionaba fácilmente. Había visto cosas, hecho otras tantas. Se podía decir que tenía cierta experiencia. Pero lo que ahora se mostraba frente a él y otro centenar de espectadores como una de las batallas más icónicas de la última época le abrió, sencillamente, los ojos. Tumbó el velo de su propia existencia y le demostró que en aquel mundo de ninjas, habían bestias más peligrosas que él.
Pues ahora presenciaba la colisión de un Dios, que atosigaba a una ínfima mortal.
O eso creerían todos y cada uno de los que no conocían a Ayame. Pero Ayame no era sólo Ayame. Ayame era...
Daruu lo presintió, y a través del Amedama, también Kaido. No era una corazonada, sino el instinto de la camaradería que apuntalaba hasta el detalle más obvios para ellos dos: que Aotsuki Ayame era más peligrosa durante sus momentos de mayor debilidad. Que se resarcía cuando se encontraba en el punto más bajo. En lo más profundo.
Era la primera vez que lo veía de primera mano. Al Bijuu tomando posesión. Adueñándose de un ser endeble y timorato que, humillado y vencido a partes iguales, sentía la necesidad de levantarse una vez más para acabar con el causante de su angustia. De su dolor.
Una masa de chakra transformando su cuerpo en lo indescriptible, cuernos, colas.
Ya lo había dicho antes: Ayame no era sólo Ayame. Ayame era...
Lo que vino luego fue una demostración desmesurada de poder. De un ataque fuera de este mundo, y de una defensa prodigiosa. El caos se adueñó de Uzushiogakure y se empezó a sentir en el aire el cómo la paz fortuita empezaba a desmoronarse junto con los muros del coliseo.
«¿Daruu? ¿¡Daruu?!»
Sólo vio la silueta de un hombre preocupado arrojarse a la boca del lobo. Venciendo sus temeridades y dejándose llevar por el amor. Kaido no amaba a nadie, sin embargo, pero no iba a dejar que su compañero muriera en un ínfimo intento de salvar a su amada. No de esa forma.
Para su pesar, llegó a la arena muy tarde. Apenas medio segundo. En el que él, la jinchuriki, Eri y Akame desaparecieron en una vorágine giratoria que consumió el espacio.
—P-ero... ¡¿qué cojones?! —espetó, confundido. Miró a su alrededor tratando de darse una respuesta a sí mismo aunque no la consiguió. Entonces buscó en las gradas, a Zetsuo. A Kori. A Shanise. A ninguno los vio. Al que sí encontró fue a...—. ¡Datsue! ¡¿a donde cojones se la ha llevado? ¡¿Adónde se ha llevado Akame a mi jodida Jinchuriki?!
Datsue no sólo le tendría que responder a Umikiba Kaido. Sino también a Nokomizuchi, su fiel compañera.
Todo se precipitó. Tras detener una jodida Bijuudama, vio a Daruu correr hacia Ayame. A pecho descubierto. De hecho… «¿Qué coño? ¿Va a abalanzarse sobre ella?»
—¡Qué alguien detenga a ese puto suicida! —rugió Datsue, demasiado agotado para hacerlo él mismo. Entonces vio a Eri. Y al segundo, a su Hermano. Los cuatro desapareciendo en una vorágine giratoria que deformó la mismísima realidad—. ¡Mierda!
¡Tenía que haber ido con ellos! Aunque, por otro parte, ¿de qué utilidad iba a ser? Apenas tenía chakra, y estaba agotado. Sabía que Eri podía arreglárselas. Era una Uzumaki, después de todo. Y Akame sabría controlarla. Ya tenía experiencia en ello, por desgracia —o por suerte—. Y, por encima de todo, ellos nunca le habían fallado. «Confío en vosotros, chicos. El destino de Oonindo está en vuestras manos».
Aquel breve momento de paz se vio interrumpido por el Tiburón. Había bajado a la arena y le increpaba. Este pudo ver que los ojos del Uchiha habían recobrado su habitual color negro. Apoyó un brazo en la rodilla y se irguió, tratando de aparentar estar en buena forma. Tratando de disimular que no estaba echando el pulmón por la boca.
—A un lugar donde tu jodida jinchuriki —le imitó—, no arrase con la mitad de mi Villa y de paso con cientos de civiles e inocentes.
Pero la verdad es que no tenía ni idea. ¿El Valle del Fin? ¿Las Planicies del Silencio? Esos eran los mejores lugares para llevarla, sin duda. Aunque… Un pensamiento oscuro y vil cruzó su cabeza por un instante. ¿Y sí…?
«Akame es un profesional. Sumará dos y dos y entenderá que el tratado de Paz está, cuánto menos, roto. Pero de ahí a llevarlos a Kusagakure para quitarnos un problema de encima… No. No, coño, no. No sin el consentimiento de Hanabi, al menos. No sin su consentimiento».
¿Qué hacer? ¿Qué hacer? Daigo había venido completamente preparado para la ocasión con una libreta pequeña, un lápiz y un zumo de frutas. Esta era su ocasión de recabar información, pues en ninguna de las pruebas anteriores había nada que pudiera mirar, pero no era tan fácil.
Desde sus días en la academia el boxeador no había tocado lápiz y papel para hacer apuntes, simplemente no sabía por donde empezar y el espectáculo que se habían montado no lo ayudaba en lo absoluto. Por el momento solo había llegado a ver un discurso que consiguió inspirarlo e incomodarlo a partes iguales, un —quizá merecido— ataque a traición, un intercambio de burlas y...
«¿¡Un demonio!?»
Sí, aquello definitivamente tenía que ser un demonio, o lo que Daigo pensaba que sería lo más cercano a un demonio que vería jamás en su vida.
Dios, cuánto se equivocó.
Desde es preciso momento Daigo ya sentía que aquello no podía acabar bien, nada bien, era imposible que terminara bien.
El demonio que había invocado Datsue no dudó un solo instante en descargar toda su irá sobre Ayame. La insultó, la provocó y finalmente...
Finalmente despertó algo en Ayame, algo que el peliverde jamás había imaginado.
No le hizo falta ver más, no quiso ver nada más para saber que tenía que actuar, que aquello era peligroso, que si se tomaba un solo segundo más en observar llegaría un segundo demasiado tarde.
Así que actuó.
Mientras el potente haz de chakra que había disparado Ayame era detenido por Datsue, Daigo formó el sello de carnero y se movió a toda la velocidad que le permitió su cuerpo directo hacia Aotsuki Ayame.
No estaba acostumbrado a utilizar aquella técnica, de hecho no estaba acostumbrado a las grandes velocidades en general, por ese motivo en ningún momento pudo ver como otros genin también se acercaron a ella.
Pero eso no le importaba, no le importaba nada, sólo quería ganar tiempo, permitir que todo el mundo pudiera evacuar a salvo incluso si aquello significaba acercarse a la bestia que se había apoderado de Aotsuki Ayame.
La apresó con brazos para impedirle el movimiento mientras concentraba chakra verdoso en la planta de sus pies para manterse inmóvil ante cualquier forcejeo, incluso a pesar del dolor que le provocaba sólo tocar la capa de chakra que la rodeaba.
—¡No te mue...!
Pero lejos de ser la potencia descomunal de la bestia, fue el impacto del cuerpo de otro shinobi sobre Ayame lo que la liberó de su presa.
—¿vas?
Incluso a pesar de que hacía un segundo la estaba sosteniendo, Aotsuki Ayame desapareció por completo de la vista del peliverde junto al resto de genin que la rodeaban.
Daigo miró sus manos, incrédulo. No conseguía entender lo que acaba de suceder, no conseguía creer lo que acababa de suceder.
—P-ero... ¡¿qué cojones?! —escuchó. Él mismo no lo habría dicho mejor—, ¡Datsue! ¡¿a donde cojones se la ha llevado? ¡¿Adónde se ha llevado Akame a mi jodida Jinchuriki?!
¿Su Jinchuriki? ¿En verdad había acabado de presenciar una fracción del poder de una bestia con cola?
Datsue respondió, aparentando normalidad. Daigo por su parte canceló la técnica que lo mantenía fijo al suelo y se acercó a él.
—Vamos, seguro que sabes algo, hay mucho en juego.
Daigo le apresuró, desesperado. Tenían que encontrarlos, tenía que ayudarlos.
Vida
130/150
–
-20
–
Chakra
116/140
–
-10
–
-14
–
Inventario:
Hitai-ate (Frente)
Esposas supresoras de chakra (colgadas de la parte derecha de su cadera)
¤ Nechaku-sei ¤ Pegajosidad - Tipo: Apoyo - Rango: E - Requisitos: Ninjutsu 20 - Gastos: 10 CK - Daños: - Efectos adicionales: Puede utilizarse sobre una persona para adherirse a ella durante un turno como máximo. - Sellos: - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: Cuerpo a Cuerpo
Técnica que consiste en utilizar chakra para dotar al usuario de la capacidad de adherirse a cualquier superficie. Esta adherencia es mucho más fuerte que la que utiliza la escalada vertical, tanto que incluso es poco práctico utilizarla para correr en cualquier superfície. Si se utiliza sobre una persona esta podrá escaparse inmediatamente siempre y cuando su fuerza supere el poder del usuario, de lo contrario se verá atrapada durante un turno como máximo.
La técnica se cancela en cuanto el objetivo, o el usuario reciben cualquier daño.
¤ Sunshin no Jutsu ¤ Técnica del Parpadeo Corporal - Tipo: Apoyo - Rango: D - Requisitos: Ninjutsu 40 - Gastos:
14 CK/20 metros
52 CK para huir de un combate
- Daños: - - Efectos adicionales: Cada uso restará 10 puntos de aguante durante los próximos 5 turnos - Sellos: Carnero/una mano - Velocidad: Instantánea
El Sunshin no Jutsu es una técnica basada en un movimiento ultrarrápido, permitiendo a un ninja moverse de cortas a largas distancias a unas velocidades casi imperceptibles. Para un observador cualquiera, resulta como si el usuario se hubiera teletransportado. En ocasiones, se utiliza una pequeña señal para camuflar los movimientos iniciales del usuario. Esta técnica se basa en el uso del chakra para vitalizar temporalmente el cuerpo y moverlo a velocidades extremas. La cantidad de chakra requerida depende en la distancia total y la elevación entre el usuario y el destino. La técnica puede usarse, además, para escapar del campo de batalla. Las diferentes villas tienen variaciones de esta técnica, e incluyen un elemento extra para distraer al oponente. En Konoha, se utiliza un rastro de hojas.
-
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
La última prueba del examen daba inicio, el primer combate era indicado para abrir con broche de oro aquella tradición tan peculiar en dónde nos exigían entretuviésemos al público y a los altos mandos, en dónde hacer gala de nuestras habilidades y técnicas sería evaluado y recompensando con un chaleco y una insignia; sí... No eramos muy diferentes de animales de circo o cualquier otro tipo de show más.
Datsue contra Ayame, una batalla que se me antojaba interesante, como todas las demás, no obstante, quería ver cuánto había crecido la kunoichi, cuánto había mejorado Uchiha. El inicio fue digno de pelicula o telenovela de drama, el shinobi entró pintorreteado y dió un discurso, uno de esos que iban con la intención de tocarle la moral al rival, una combate psicológico, uno muy bien montado.
Ella terminó cayendo en su juego y los ataque físicos no tardaron en llegar, parecía una batalla normal, con un poco más de tensión entre los combatientes de lo común, pero nada extraordinario, o eso pensaba yo cuando vi alzarse aquel ser colosal, me levanté para verlo bien, para asegurarme de lo que veía, un ser totalmente digno y ajeno, algo nueva, nunca antes visto para mi. —¿Qué es eso?— Musité anonadado por las características de aquella técnica, por su fuerza y poder.
"Pobre Ayame" Pensé al ver a lo que se enfrentaba, sí yo hubiese estado en su lugar probablemente hubiera desistido ante aquel esqueleto gigantesto, aquella bestia de carne y músculo, que se regeneraba, que despedía un aura totalmente infernal, una que hacía erizar mi piel.
Todo parecía haber terminado para la pelinegra, noté como su derrota estaba a la vuelta de la esquina, como temblaba, como dudaba. "Es el fin... Nunca esperé ver algo así aquí" Y aquella aseveración quedó muy por debajo de lo que apareció a continuación...
Las altas temperaturas de Uzu se volvieron anormalmente más alta, podía ver las ondas de calor y energía surgir del cuerpo de la kunoichi, como un manto de energía engullía su cuerpo y la roeaba de un chakra puro, un chakra totalmente blanco, uno que se me antojaba muy, pero muy peligroso. "¿Ahora qué?" No podía despegar los ojos de la arena, del coloso de Datsue que se acercaba lentamente mientras seguía provocandole, mientras aquella masa amorfa de energía tomaba forma de cuernos y colas.
"Cuernos y colas... Ella es! Ella es la guardiana" Deduje bastante tarde en realidad.
La bestia en que ahora se había convertido Ayame estaba concentrando una gran cantidad de chakra en forma de pequeñas esferas en su hocico, fue en cuestión de segundos en que ella, o eso, o ambos, no sabía bien qué; disparó directo a Datsue, y más atrás de él a nosotros...
—CORRAN!!— Vociferé con la estúpida idea de que podríamos escapar de un ataque como ese, me veía muerto, muchos cadáveres, mucha sangre a mi alrededor...
No miré para atrás, no quería ver como mi vida se escapaba ante aquella onda de energía, por lo tanto no pude ver como aquel colosal ser le hacía frente a aquella bijudama, pero sí pude sentir las ondas secundarias a su explosión, los gritos de la gente, el fuerte, sonido, la desesperación de todo a mi alrededor.
El suelo tembló y removió el polvo de la estructura.
Miré a ver a todos los participantes, pero era tarde, solo estaba Juro, Karamaru y yo; los busqué con la mirada y busqué la posición adecuada para ver la arena. —¿Están bien? ¿Necesitan algún tipo de atención médica?— Me dirigí al par que se encontraba conmigo.
Mis ojos percibieron la presencia de Daruu muy cerca de la bestia que en su momento fue Ayame, a un costado de ellos se encontraba Daigo y al otro Eri, la pelirroja; otra figura hizo acto de presencia, Uchiha Akame apareció de la nada y todos se volvió confuso, el espacio y tiempo se retorció, un remolino abstracto se comió a aquellos cuatro...
Y entonces la imagen de un Kaido retardado apareció, encolerizado con Datsue.
Todo aquello me parecía totalmente irreal, un escalofrío recorrió mi cuerpo, la incertidumbre me inundó, nunca había estado en una situación similar.
Los gritos, la desesperación, el calor, mi corazón latiendo a mil por hora...
Volteé a ver lentamente a Karamaru y a Juro nuevamente, quería asegurarme de que estuvieran totalmente bien antes de ir a ayudar a alguien más. Fue entonces cuando me percaté de su presencia, Nabi estaba ahí también! Muy cerca de nosotros, con Stuffy a su lado. —Hey, Nabi! ¿Estás bien? ¿Hay muchos heridos?— Pregunté rápidamente mientras me acercaba a Inuzuka.
Hablo - "Pienso" - Narro
Color de diálogo: Limegreen Byakugo no In: Inicio 19/04/2018
4/09/2018, 09:49 (Última modificación: 4/09/2018, 09:55 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
El láser salió despedido desde sus fauces con un silbido hipersónico. Chocó contra el gigante, y cada fibra de su ser se estremeció de excitación. ¡Por fin se pulverizaba! Era cierto que, después de todo, se necesitaba el poder de otro gigante para combatirlo. Y entre sus muros aguardaba su verdadera presa...
Pero toda aquella excitación se vio convertida rápidamente en un profundo sentimiento de frustración cuando el láser, lejos de alcanzarlo, fue absorbido en un extraño remolino que fue a parar a uno de aquellos condenados ojos.
—Ayame… ¡Ayame! Ahí atrás hay compañeros tuyos. Kaido. Daruu. Sé que eres mejor que esto. Sé que eres mejor que yo. Por favor… ¡detente!
Ayame se habría detenido, por supuesto. Aquella niña débil y demasiado buena para lo que le convenía lo habría hecho. Pero lo que se alzaba frente al Uchiha no era Ayame. Era un ser que transcendía a todos aquellos ridículos humanos. Y por eso le dedicó un bramido de ultratumba que reverberó por todas y cada una de las gradas.
Habían pedido espectáculo. Ella se los iba a dar.
Caos. Exclamaciones. Polvo. Chillidos de terror. Pasos apresurados y erráticos. Órdenes dadas al viento.Todo se arremolinaba a su alrededor como si de un enloquecido enjambre se tratara, pero la bestia se limitaba a ignorarlo deliberadamente. Tenía los ojos fijos en su presa, arrodillada y jadeante, ahora debilitada por el continuo uso del chakra, y se acercaba a él con pasos marcados. Se detuvo a pocos metros de él, y arrastró su mano por el suelo como lo haría un caballo o un toro a punto de embestir. Inclinó la cabeza, mostrando las puntas de sus cuernos...
Y entonces sintió unos brazos cerrándose en torno a su cuerpo. Un leve chisporroteo siseó en el aire cuando la energía que envolvía el cuerpo del Gobi abrasó la piel de aquellos que intentaban apresarla. Se revolvió sobre sí misma con un chillido y con el azote de una de sus colas se quitó de encima a una de las moscas. Un chiquillo de pelo verde. Pero no era el único. Junto a ella cayó otra persona, una a la que conocía muy bien...
«No...»«¡NO ME MIRES!»
Otra de sus colas se abalanzó sobre Amedama Daruu con la intención de barrerle, pero algo volvió a embestirla con fuerza...
Y cuando volvió a reincorporarse miró a su alrededor, crispada, airada. Ya no estaban en el estadio, ni siquiera estaban en Uzushiogakure. Todo lo que le rodeaba ahora eran llanuras. Llanuras interminables alfombradas de hierba verde oscuro y anegadas de charcos. Y no estaba sola. Tres molestas moscas la habían acompañado. Pero entre ellas no estaba la única a la que quería aplastar.
El Gobi bramó con toda la energía de sus pulmones, con toda la rabia del depredador que sabía perdida su presa.
Y entonces escuchó al otro de ojos carmesíes. Le daba instrucciones a su compañera para volver a sellarla. ¡Ah, no! ¡Claro que no! ¡No iban a detener la de nuevo! ¡¡NO AHORA QUE TENÍA LA LIBERTAD AL ALCANCE DE SUS PATAS!!
Una tercera cola apareció tras su espalda. Tres contra tres. Las sacudió hacia los tres shinobi, liberando una onda de chakra abrasador hacia cada uno y después echó a correr. A correr tan rápido como le permitían sus patas. No tenía ninguna dirección en mente, tan sólo huir hacia delante, y retomar la libertad que antaño le fue arrebatada.
· Bandana (Frente)
· Portaobjetos (Pierna derecha)
· Portaobjetos avanzado (Detrás de la espalda) · Sello explosivo de clase C (Pegado en el Susanoo)
· Contacto: 12 PV a Daruu, Daigo y Akame · Coletazo: 40 PV a Daigo · Onda de chakra: 45 PV a Eri, Daruu y Akame
¤ Capa de Chakra (Versión 2) - Tipo: Apoyo, Ofensivo - Requisitos: Ninguno - Gastos: 27 CK por onda de chakra - Daños:
12 PV por contacto
40 PV por coletazo
40 PV embestida
45 PV por onda de chakra
- Efectos adicionales:
Se accede a la reserva de chakra de la Versión 2
+20 a Fuerza, Agilidad, Resistencia, Aguante y Poder
Defensa de 20 PV
-20 PV/turno en caso de no controlar al bijū
- Velocidad: Muy rápida (onda de chakra) - Alcance y dimensiones: -
El chakra del bijū se convierte en una forma humanoide que concede al jinchūriki una enorme ventaja en el campo de combate sin liberar por completo a la bestia. Usando el cuerpo del jinchūriki como una especie de endoesqueleto, una capa de chakra puramente blanco lo envuelve. Las manifestaciones físicas del correspondiente bijū que son apenas apreciables en la primera capa se vuelven mucho más nítidas en esta versión, reproduciendo una especie de versión de la bestia en miniatura: la masa muscular se incrementa, y la cornamenta y las colas están claramente definidos ahora. Aunque, dado que el velo de chakra se atañe a la forma del cuerpo de su jinchūriki, las características físicas de este son aún distinguibles.
Al entrar en la versión dos de la capa de chakra se produce una masiva cantidad de chakra que es capaz de formar cráteres por debajo de su cuerpo y destruyendo en el proceso cualquier tipo de restricción que pudiera haber estado impidiendo sus movimientos previamente. Nuevamente se incrementan sus capacidades y la capa actúa como una especie de protección frente a ataques externos.
Entrar en esta etapa, para un jinchuuriki que no ha controlado a su bijuu, significa terminar por cederle el control de su propio cuerpo. Durante este estado, el jinchuuriki no puede utilizar técnicas de su repertorio. A cambio, puede lanzar ráfagas de chakra muy poderosas y acceder a la técnica más destructiva de los bijuu: la bijuudama.
En el momento en el que el jinchūriki le concede el total control de su cuerpo al bijū, su capacidad de distinguir entre amigos y enemigos se desvanece y atacará a cualquier cosa que se interponga en su camino hacia su objetivo. Esta forma acarrea numerosas consecuencias para el mismo jinchūriki también, ya que las propiedades corrosivas del chakra queman su piel. Las habilidades regenerativas garantizan que los daños se vayan curando, pero con el tiempo se va acortando su esperanza de vida por la masiva destrucción y creación de células. En el caso de que el jinchūriki controle a su bijū no sufrirá ninguno de estos daños, y se mantendrá consciente.
Para el jinchuuriki del Gobi que no ha controlado a su bijuu, a medida que va perdiendo el control de su cuerpo, va creciendo en su espalda la quinta y última cola. De formarse la última cola, el usuario moriría y el bijuu saldría al exterior.