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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Ascua, año 220, hace unos meses...

Era un avistamiento poco tradicional. Sarutobi Hanabi, el Uzukage, caminaba por las calles de su Villa tranquilamente, cargado de una bolsa. En la bolsa habían unas cuantas botellas. Algunos refrescos, algunos licores. Eso era lo inusual. Que Hanabi se dirigiese a una fiesta. También era inusual su mueca de preocupación. Normalmente uno no iba a una fiesta con aspecto de estar enfermo.

Llegó a la puerta de la casa de Uchiha Datsue. Una casa grande, bonita. Una casa nueva. Sonrió: el chico se lo había montado bien. Se aclaró la garganta, fingió estar de mejor humor tras tomar y echar aire un par de veces, y llamó al timbre. Se irguió, levantando la barbilla. Y esperó.


Master: Daruu, hueco de rol.

Trataremos de mantener, de momento, una norma de actividad estándar de 72 horas por turno. Podéis contestar en el orden que prefiráis. Si queréis, podemos decidirlo en cada ronda, después de mi post, si en algún momento yo necesito que me contestéis en un orden en concreto.

Esta trama estará ambientada en el mes en el que acabe (aunque lo ideal es que fuese en Viento Gris. Lo malo es que podrían haber... cambios importantes a colación de lo que ocurra. No obstante, como los protagonistas quedaron en hacer una cena para comentar para qué les necesitaba Hanabi, rolearemos también esta fiesta. Por eso he puesto la aclaración con la fecha. Haremos un salto en cierto momento.

Disfrutemos de esta aventura juntos. Nos aguarda alguna que otra sorpresa.
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#2
¡Me voy! —chilló desde la puerta justo antes de cerrarla con un portazo.

Su hermano ni si quiera se había levantado del sofá, sabiendo a donde iba, pues Eri no paraba de hablar acerca de la fiesta en casa de Datsue, quien había invitado al mismísimo Uzukage: Sarutobi Hanabi, el cual no solo había confirmado su asistencia, ¡sino que traía las bebidas!

Ella no pudo evitar sentirse algo mal y hacer una tarta sencilla para tener algo de postre, de vainilla y fresa; la cual llevaba en una cajita de cartón blanca cerrada por un lazo rojo. Su vestimenta era mucho más cómoda que de costumbre y se había dejado suelto el cabello, así que, con una pequeña sonrisa en el rostro y ninguna venda como la vez anterior, se aventuró por las calles de Uzushiogakure hasta la vivienda del Uchiha.

Recordó que tenían que renovar su sello e intentó no olvidarlo para cuando se vieran, y, ¿quién sabía? A lo mejor podían crear un canal con Reiji también, o ya lo tenían y ella era ajena a él, pero bueno, lo importante era renovarlo.

Y... giro por aquí... y ya estaría... —susurraba, recorriendo las calles de su villa.

No tardó en divisar a su Kage, justo allí, frente a la puerta, con la barbilla levantada y algunas botellas en una bolsa que sujetaba. Se acercó rápidamente y lo miró al rostro.

No parecía muy sano.

Buenas tardes noches, Hanabi-sama —saludo Eri, con una reverencia—. ¿Cómo se encuentra?
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—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
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#3
Podría ser un día como otro cualquiera, pero no lo era. Aquel día habíamos quedado en ir a casa de Datsue a celebrar... Algo. ¿Que ahora teníamos un bijuu shinobi? ¿Un Geninju? A ver, acababa de empezar como shinobi, tenia que ser del rango mas bajo ¿No? Aunque claro, hablábamos de una criatura gigante y todo poderosa ¿ANBIJUU mejor? O quizas ese era un rango muy alto para un recién iniciado en la vida shinobi.

¿Que por que estaba haciendo chistes malos sobre ninjas y bijuus en mi cabeza? Por que fuera lo que fuera que Datsue pretendía celebrar en aquella fiesta, había invitado a Hanabi. Y el Uzukage habia accedido. Si, eso me ponía nervioso. Un genin festejando con el kage. Y no solo eso, en el estadio, me había llamado amigo y en el puerto, me abrazado por la espalda. ¿No era eso demasiado cercano? Era normal que estuviera nervioso. ¿Que seria lo siguiente? ¿Bailar juntos en la fiesta? Eso si que no. Con la espada puede que fuese diestro, pero en la danza era como un pato mareado.

Con todos mis nervios y acompañado de Yuuna, quien parecía bastante mas tranquila o que si estaba nerviosa no se le notaba, marchamos a casa Datsue cargados con unas bolsas donde iba la comida. Había un poco de todo, carne, pescado, verduras, cosas para picar. Siempre habia alguien a quien no le gustaba algo en concreto.

En realidad, Datsue tenia una casa cerca de la playa, y Yuuna y yo vivíamos en un barco atracado en el puerto, así que... No vivíamos lejos el uno del otro. Y aún así, cuando llegamos a la puerta, ya estaban allí Eri y el Uzukage, que parecían estar esperando a que Datsue les abriera la puerta.

Buenas noches Eri, Hanabi-sama.— saludé ambos con una leve inclinación.

Buenas noches Hanabi-dono.— Yuuna saludo a Hanabi a la par que yo. —Buenas noches Eri-san, no nos han presentado todavía. —Por un segundo sentí una mirada que podia haberme cortado como la mejor de las katanas. ¿Que culpa tenia yo si no se habia dado la ocasión? —Mi nombre es Yuuna, encantada.
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#4
Datsue, vestido con una camiseta sin mangas, un pantalón corto, un delantal blanco y un gorro de chef blanco, se quitó el sudor de la frente con el dorso de la mano. No era un día especialmente caluroso —en Uzu todos lo eran, en realidad, por aquella época del año—, pero la tensión que atenazaba su cuerpo le había hecho sudar.

¿Estás seguro? —preguntó, aparentemente a la nada, en el jardín de su casa.

Aquel día Uchiha Datsue se enfrentaba a una de las misiones más complicadas de su vida: ofrecer un buen manjar al Uzukage. Podía parecer poca cosa, pero la última fiesta que se había montado atestiguaba que no lo era. Aiko, Reiji, Eri, Nabi y la propia Yuuna habían acudido, entre otros. Y la mayoría se había marchado entre vómitos y diarreas.

¿Estás completamente seguro? —preguntó de nuevo.

Ya había colocado una mesa alargada sobre el césped y un toldo de tela carmesí que le daba sombra. Él se encontraba junto a un horno de leña, también al aire libre, echando salsa de tomate y un chorrito de aceite sobre varias masas de harina que reposaban sobre una mesa circular.

¿Qué a cuánta temperatura está? Me cago en Susano’o, si esto parece la boca de Amatarasu, tío. ¿Has estado en el Volcán de la Lengua Ígnea? —preguntó, aguardando un momento antes de continuar—. Bueno, ¡pues yo tampoco! ¡Pero esto debe ser como estar allí, macho! ¡Debe serlo! ¡El termómetro a reventado y todo! ¿Seguro que la masa estará bien ahí adentro? ¡Mira que tengo de invitado a un Kage! ¡A un Kage! ¡Y al Rompecráneos, nada menos! ¡Adivina cómo se ganó ese apodo! ¡ADIVÍNALO! ¡Por no hablar de una tía que me podría sellar en una dimensión paralela de la que ni tú ni yo tenemos ni puta idea, pero que ni puta idea, y abandonarme allí por toda la eternidad!

Vale, quizá Datsue, además de tenso, estaba algo nervioso.

Está bien, ¡está bien! ¡Te hago caso! ¡Tú eres el experto! —dijo, echando la primera masa al horno ayudándose de una pala de madera que había comprado expresamente para la ocasión. Fue entonces cuando oyó el timbre de casa—. Hostia, te tengo que dejar, tío. ¡Ya te contaré! —exclamó, “colgando” la llamada realizada con su sello de la hermandad intrépida.

»¡Datsuse! ¡Vamos, pequeño! ¡Ve a abrir!

El shiba inu —un regalo de Eri y Nabi hacía ya más de un año— acudió diligente al portal. Y es que el Uchiha le había enseñado, entre otras cosas, a saltar sobre el picaporte para que la puerta se abriese.

¡Hola a todos! —exclamó Datsue, desde el horno, cuando vio que ya estaban todos—. Oh, Reiji, ¡estupendo! Deja los ingredientes por aquí —pidió, echándoles un rápido vistazo. Con la carne que se había traído podían hacer una pizza barbacoa de rechupete. También traía verdura para darle un buen toque y… «¿¡Pescado!?»

Dígase una cosa de Uchiha Datsue: no era un extremista radical como Daruu, pero tenía sus principios. Si alguien quería pescado para su pizza, que se la echase él mismo. Porque Datsue ni borracho.
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¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
1
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#5
Fue a Eri a la primera a quien Hanabi vio. La muchacha le saludó, y Hanabi correspondió con otra reverencia.

Podría estar peor —sonrió, triste—. Oh, mira, ya vienen Reiji y Yuuna también.

En efecto, allá a lo lejos atisbaba sus siluetas. Los chicos llegaron y saludaron, a lo que Hanabi volvió a corresponder. Fue sorprendido por unos alegres ladridos, y un golpe metálico. ¿Había abierto ese pequeño shiba inu la...?

¡Vaya, Datsue! No sabía que tenías un perro. ¿Qué pasa, pequeñajo? —le saludó a él también, agachándose para acariciarlo. Luego, se acercó a Datsue y levantó la bolsa frente a él—. ¿Dónde dejo la bebida? —El Uzukage olfateó el aire y echó un vistazo al horno—. Uff. Qué buena pinta. Nunca he probado una de estas.
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#6
Eri asintió ante la contestación de Hanabi, sin buscar más información pese a que se moría por saber qué le ocurría al de cabellos rubios. Miró hacia donde señaló, y, en efecto; allí estaba Reiji junto a Yuuna.

Eri la conocía solo de vista, nunca se habían presentado de forma cortés, pero sabía que trabajaba junto a Reiji y no parecía muy habladora.

Buenas noches Eri-san, no nos han presentado todavía.Eri negó—. Mi nombre es Yuuna, encantada.

Buenas noches Reiji —saludó a su compañero de oficio y luego se dirigió a la recién presentada—. El gusto es mío Yuuna-san, yo soy Uzumaki Eri, aunque intuyo que ya me conoces —se rascó la nuca, un poco avergonzada.

Datsuse entró en escena.

¡Datsuse! —exclamó, feliz de ver al can abrirles la puerta.

¡Hola a todos!

¡Hola! —saludó, entrando con la caja que llevaba entre las manos—. ¿Dónde dejo esto? Ah, vale, aquí mismo —se contestó ella sola, dejándolo en un hueco del lugar sin que estorbase—. ¿Alguien alérgico a la vainilla o a la fresa?
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#7
Mientras todos nos saludábamos en la entrada de Datsue, presuponiendo que el primero que habia llegado había llamado al timbre, se escucho la puerta abrirse. Había sido obra del pequeño shiba inu que tenia Datsue por mascota.

Saludé a Datsue y deje las bolsas con las cosas donde nos indicó.

No te cortes con el queso, he traído de sobra para que te pases. —Con las bolsas en su sitio y las manos libres, me agache a darle unas caricias en el lomo al perro. —Cuanto tiempo chiquitín ¿Como has estado? Bien ¿Verdad que si?

Me levanté y fui a lavarme las manos, puede que el perro estuviera limpio, pero por si acaso, antes de tocar la comida, mejor curarse en salud. Luego, metí la mano en una de las bolsas que habia traido y saque unas bandejas de cartón.

He traido unas gyozas y unos takoyaki para picar, estan recién hechos, los he comprado de camino.

No había una, si no tres raciones bien cargadas de takoyaki con diferentes salsas por encima y una ración de gyozas. Algunos nos dejábamos llevar por las preferencias, pero... ¿A quien no le gustaban las bolas de pulpo? En esta vida habia dos opciones, o te gustaba el takoyaki o vivías muy equivocado.

Ni te molestes Datsue, ya le dije yo que uno era suficiente, pero a veces es muy cabezón...

Nunca hay suficiente Takoyaki, ademas no llenan.

¿Lo ves?

Cogí una de esas maravillosas y suculentas bolas de pulpo, el mejor alimento que se había inventado jamás, y me la comí.

¿Te importa si me hago un té? —Le pregunté a Datsue, aunque no esperé a que respondiera. —¿Alguien más quiere?

»Por cierto, Datsue, tengo que enseñarte algo.
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#8
Uchiha Datsue apenas iba respondiendo con monosílabos, de tan ocupado que estaba con el horno de leña.

Ahí —decía con una mano señalando la mesa y la otra sujetando una bandeja de masa de pizza cuando Hanabi le preguntaba dónde dejar la bebida.

»Ah... —Eri se respondió a sí misma antes de que Datsue pudiese acabar—. ¡No! —¿Alérgico a la vainilla o la fresa? Dioses, ¡para nada! Ya le llegaba con serlo al huevo—. Lo veo —respondió a Yuuna, de acuerdo con ella respecto a Reiji.

Si algo le molestaba a Datsue… Bueno, en realidad le molestaban muchas cosas. Pero si algo le molestaba especialmente, aparte de recibir un bofetón o cualquier otro golpe en la cara, eso era tirar comida. Era como tirar dinero, ¿y a quién se le ocurría tirar dinero a la basura? A nadie bien de la cabeza, eso desde luego. Ni siquiera los kusareños hacían semejante barbarie.

¡Pues espero que se coma todo! —exclamó, ante la confianza de Reiji de que jamás había suficientes takoyakis. El espadachín, después de anunciar que iba a hacer té, le dijo que tenía que enseñarle algo—. ¿De qué se trata?

Mientras preguntaba, Datsue sacó la primera masa de pizza del horno de leña e introdujo la segunda, solo con base de tomate y un chorrito de aceite. Mientras esta se hacía, el Uchiha empezó a introducir ingredientes en la primera, que estaba a medio hacer. Era un proceso bastante rápido, y pronto tuvo cinco pizzas de tamaño familiar listas para comer. Alguna un poco chamuscadas por los bordes, todavía no acababa de pillarle el punto a aquel horno, aunque así decían que eran las auténticas y originales, ¿no?

La primera pizza era de lo más clásica, y también de sus favoritas. Aparte del tomate picado y orégano como base, contaba con jamón, queso y unas cuantas hojas de albahaca que le había tirado al final. La segunda era como la primera, pero con tomates cherry y champiñones por encima. La tercera era de carne picada, cebolleta, pimiento rojo, queso y una salsa barbacoa que había comprado en el mercado a muy buen precio. La cuarta era… ¡Con piña! ¡Sí, con piña! Datsue no era muy fan de esos inventos, pero al menos no era una locura como echarle pescado. La quinta tenía ese toque picante que le daba el chorizo.
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#9
¿Alergias? ¡No, ninguna! Jo, ¡qué rico todo! Menuda comilona nos vamos a dar, chicos. —A medida que todos iban hablando el Uzuakage se animaba. Sus ojeras, pronunciadas, no pasaron desapercibidas a ninguno de los otros tres. Pero parecía feliz de estar, por una vez, en una reunión extra-oficial con tres buenos amigos. El comportamiento del líder no hacía evidente su rango: quizás lo que deseaba era eso. Distraerse un rato. Olvidarse de la responsabilidad que tenía que mantener. Cogió un takoyaki y se lo metió entero en la boca mientras veía cómo Datsue sacaba una de las pizzas.

De la calidad de los ingredientes no había duda. Que la masa estaba bien hecha tampoco. Pero el horneado... ahí quizás Datsue no escuchó del todo bien la conversación de su compinche. O quizás fuera su compinche el que no había escuchado que Datsue estaba horneándolas en un horno de leña. Los bordes estaban un poco tostados de más. Sea como fuere, la expresión de Hanabi parecía hambrienta. Y es que si uno no es un sibarita, es difícil que la pizza le sepa mal.

Incluso si tiene piña.
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#10
Para Eri, todo lo que había allí delante era un manjar: Datsue se dedicaba a hacer y sacar las pizzas que estaba horneando, ¡nada más y nada menos que en un horno de leña! La Uzumaki no podía evitar salivar de vez en cuando, viendo lo que se cocía en el horno.

Pero eso no era todo, no; Reiji había traido gyozas y takoyaki para dar de comer casi a todo Uzushiogakure. Eri no dudó en agenciarse un buen puñado de ambas, temiendo que se acabaran antes de que las degustase, y eso no podía ser.

Había visto, incluso, que Hanabi le había quitado alguno de su montón, pero no le dio importancia, no mucha, al menos.

Por todos los ninjas del remolino, ¡todo está delicioso! —se atrevió a decir, y luego casi no paró. Es cierto que estuvo reacia a comer pizza con piña, pero, por cortesía, la probó. No entraba dentro de sus gustos.

Antes de que fuese decayendo la fiesta, sacó su tarta y la plantó en un lado del lugar.

¡Servíos cuanto gustéis! —exclamó antes de llevarse un takoyaki a la boca.
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#11
¡Despues de cenar te lo enseño! —Fue lo que le respondí a Datsue cuando preguntó. Sobretodo por que no quería distraerlo mientras cocinaba.

Y no hacia falta que me lo dijesen tres veces, las bolas de pulpo se iban a acabar cien por cien. Si habia alguien en toda uzu que pudiera competir, que no ganar, contra Katsudon comiendo bolas de pulpo, ese era yo. Y pensándolo bien, no era mala idea lanzarle el reto algún dia, solo como excusa para inflarme de todo el takoyaki que pudiera comer. Quizas hasta lo cocinaba Katsudon.

Y hablando de cocina, Datsue no era mal cocinero. Todas estaban buenas, todas. Pero al contrario que los Takoyoki, no tenia sitio infinito para las pizzas, eso era algo que había descubierto comiendo con Daruu en el valle de los dojos. Así que, aunque las probe todas, con la pizza mantuve la calma. Ademas, Eri había traido el postre, y habia que dejar sitio para probarlo.

Solo despues de hacer que desapareciera la ultima bola de pulpo, me servi un trozo de la tarta de Eri. Era muy raro cenar y charlar de todo un poco con el Uzukage sentado a la mesa, pero seguramente era lo que Hanabi necesitaba despues de todo lo acontecido en los últimos días.

¡Esta todo buenísimo!

Yuuna también lo había probado todo. Y se había integrado en las conversaciones aunque conociese de poco a Eri. Era genial que, en tan poco tiempo, se hubiese adaptado a la vida en uzu. Aunque por otro lado, y aunque era un futuro lejano, aún temía que, cuando rescatasemos a su madre, esta la obligara a quedarse en el hierro de nuevo.

La tarta esta muy buena, Eri-san.

Dejando de lado lo que pudiera pasar en el futuro, había que centrarse en lo que uno tenia ahora delante, y yo tenía una buen pedazo de tarta que, había que reconocerlo, estaba buenísima. El nivel de cocina y reposteria en Uzu estaba bien alto.

Y en cuanto acabé con mi pedazo...

¿Te acuerdas Datsue de cuando hablamos sobre el Rasengan y los elementos en el valle los Dojos?

Dije mientras me alejaba un poco de la mesa para situarme en un sitio del jardin donde hubiese bastante espacio y donde no molestase a nadie ni pudiera romper nada. Y entonces hice una pequeña demostración de mi versión acúatica del Rasengan. Podía parecer un pequeño taladro que giraba alrededor de mi mano, pero en realidad la inspiración habia venido de los remolinos que giraban en las costas y daban nombre al país.

¡Lo logré!
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#12
Por un momento, los cinco se permitieron disfrutar. Por un momento, los cinco se permitieron olvidar. Por unas horas, allí no había cabida para los problemas. Ni para los recuerdos funestos. Ni para las batallas futuras. Datsue saboreó aquella tranquilidad. Saboreó cada broma y cada risa. Y saboreó, también, cada trozo de pizza como si fuese el último, aunque estuviesen algo quemadas de más.

La vida le había enseñado que más le valía hacerlo.

Claro que me acuerdo —dijo, cuando Reiji le preguntó sobre su conversación sobre el Rasengan—. ¿No me jodas que has…?

Datsue no necesitó ni terminar la pregunta. El espadachín se había levantado, se había alejado unos pasos y, ante la mirada atónita incluso de Datsuse, había creado lo impensable.

¡Me cago en…! Este chico… De verdad lo has hecho. —Lo había logrado. Había combinado el Rasengan con un jodido elemento—. ¡Se supone que ni siquiera Uzumaki Shiomaru lo consiguió! ¡Reiji, la hostia! Pero, ¿tú te das cuenta de lo que has hecho? —preguntó, admirado—. Como se te ocurra volver a decir algún día que no vales para ninja te reviento a hostias, ¿eh? ¡¡Te zurro hasta quitarte la tontería, ya te lo aviso!! —exclamó, mitad en broma, mitad en serio.
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#13
Hanabi disfrutó aquella cena como si el futuro no le deparase nada, absolutamente nada. Por primera vez en mucho tiempo, pudo centrarse en el presente, y eso alivió un poco la cara de muerto que se había traído de casa. Pero todo lo bueno se acaba, tarde o temprano. Hanabi recordó a lo que había ido realmente. Quizás ahora él mismo hubiese admitido que en el fondo necesitaba el divertimento, también.

Reiji demostró un dominio del Ninjutsu increíble al formar un taladro de agua derivado del Rasengan. Hanabi, gratamente sorprendido, aplaudió espontáneamente. Dejó que Datsue hablase por él, pues el muchacho realmente tenía un dos de palabras.

Y luego... y luego...

Chicos, no quiero estropearos la fiesta, de veras que no —dijo—. Pero tengo algo muy importante que pediros, y debería ser ahora.

»Os prometo que me lo estoy pasando muy bien, y quiero seguir haciéndolo. No obstante os necesito para una misión del rango más alto y del más absoluto secreto. Y sólo puedo contar con gente tan competente y tan fiel a Uzushiogakure como vosotros. Es de extrema gravedad y... es delicado.

»Decidme una cosa. ¿Confiaríais absolutamente en mí, para cualquier, cualquier cosa? ¿Estaréis conmigo? ¿Hasta el final?
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#14
Sonrió feliz de saber que tanto Hanabi, como los demás; habían disfrutado de su postre. Eri se sonrojó ante el comentario de Yuuna, para, posteriormente, pasar a la demostración acuática del Rasengan de Reiji.

¡Lo logré!

Como se te ocurra volver a decir algún día que no vales para ninja te reviento a hostias, ¿eh? ¡¡Te zurro hasta quitarte la tontería, ya te lo aviso!!

La Uzumaki se rió ante el comentario del chico. Tenía razón, no podía negarlo.

¡Felicidades, Reiji! —exclamó ella, dando palmadas—. Ya me dirás como lo hiciste.

Pronto, las miradas se posaron en el Uzukage, quien, a lo largo de la cena había pasado por un amigo más y no aquella persona importante para su villa que era. Eri lo miró cuando les mencionó que tenía algo importante que pedir, centrando toda su atención en Sarutobi Hanabi.

Os necesito para una misión del rango más alto y del más absoluto secreto. Y sólo puedo contar con gente tan competente y tan fiel a Uzushiogakure como vosotros. Es de extrema gravedad y... es delicado.

Eri tragó saliva, intentando prepararse para lo que iba a decir. Entendía que si necesitaba algo, lo más normal era contar con Uchiha Datsue, y, seguramente, en Reiji, quien estaba demostrando con creces ser un ninja de confianza entre las filas del Remolino, en cuanto a ella...

Decidme una cosa. ¿Confiaríais absolutamente en mí, para cualquier, cualquier cosa? ¿Estaréis conmigo? ¿Hasta el final?

«¿Hasta el... final?»

Dudó, durante dos segundos, luego...

Claro, sabe que estoy a su disposición siempre, hasta el final, Hanabi-sama. —Dijo ella, todo lo convencida que pudo.

Aunque parecía querer mandarlos a una misión suicida, o algo así.
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#15
Acepte los halagos del grupo. Datsue tenía razón. Antes quizas era un cero a la izquierda, o tal vez no, pero yo me sentía de esa manera. De un modo u otro, había mejorado, ya fuera con respecto a mi actitud o a mis habilidades. Quizás podia quejarme de no estar a la altura de Eri o de Datsue, pero ya no podia decir que era de todos los gennin, el peor.

Chicos, no quiero estropearos la fiesta, de veras que no —Hanbi interrumpió mis pensamientos, iba a decir algo, asi que me acerqué a la mesa para volver a sentarme. —. Pero tengo algo muy importante que pediros, y debería ser ahora.

»Os prometo que me lo estoy pasando muy bien, y quiero seguir haciéndolo. No obstante os necesito para una misión del rango más alto y del más absoluto secreto. Y sólo puedo contar con gente tan competente y tan fiel a Uzushiogakure como vosotros. Es de extrema gravedad y... es delicado.

¿Competente? Si, como había dicho Datsue, ya no podia decir que no lo era. ¿Fiel...? Eso era un poco mas difícil de asegurar. Durante el pequeño incidente del puerto, había dudado, de todo. Si las cosas se hubieran torcido aquel día, hubiese habido una pequeña posibilidad de que no estuviera en el bando de uzushiogakure. Si aquel dia la villa hubiese puesto en contra de Gyūki, y Yuuna hubiese estado del lado del bijuu...

No había sucedido, así que era mejor no pensarlo, pero tenía una cosa clara: Según las circunstancias, si, sería capaz de dejar de lado mi lealtad a uzushiogakure por Yuuna.

Decidme una cosa. ¿Confiaríais absolutamente en mí, para cualquier, cualquier cosa? ¿Estaréis conmigo? ¿Hasta el final?

Y ahí estaba la pregunta la pregunta. ¿Como podia responderle a eso? "Si, pero..." No era una buena respuesta a esa pregunta, pero era lo que realmente pensaba. Sin embargo, Hanabi, no me había dado nunca motivos para dudar de él. Y había que decir una cosa: Él había confiado en mi para acompañar a Katsudon, y sin eso, todo lo relacionado con Yuuna jamás habría pasado. Tenía que darle un voto de confianza.

Yuuna también parecía no saber que responder, quizas se sentía fuera de lugar por que apenas llevaba un año aquí. Sin embargo, Eri no pareció dudar.

Puede contar también conmigo, haré lo posible para estar a la altura de sus expectativas. —Al contrario de lo que pudiera parecer, no estaba infravaloradome, simplemente era difícil ponerse al nivel de dos Jounin como Datsue y Eri, y si tenía que hacer aquella misión con ellos, tenia que ponerme a su nivel si o si. —Confío en usted

Yo también confío en usted Hanabi-dono, ¿Pero está seguro de que quiere que yo lo escuche?

Sinceramente, era normal que dudase. Aunque con su habilidad con la espada, muy superior a la mía, también era normal que Hanabi quisiera contar con ella para una misión importante.
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