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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#19



Datsue escuchó a un viejo —y borracho— marinero decir una vez que en una ocasión, en un día tranquilo, las ratas de su barco se pusieron a saltar y correr como locas por la cubierta. Horas más tarde, aquel mismo barco se hundiría bajo una de las tormentas más salvajes que el viejo había presenciado —y sufrido— en su larga vida. Muchas son las historias de perros, gatos y más animales prediciendo grandes desastres naturales. Era algo que superaba casi cualquier lógica, y Datsue, poco dado a tragarse nada que su mente no pudiese racionalizar, no era muy creyente de aquellos cuentos.

Hasta aquel momento.

Porque lo sintió. De algún modo, lo vio venir. Antes incluso de que sus ojos captasen un chakra sobrenatural inundando la circulación de Ayame. Antes incluso de que aquella carga pesada y asfixiante le apresase el cuello y le encogiese el corazón. Antes de que se le erizase la piel y su cuerpo empezase a temblar de puro sobrecogimiento. Lo vio venir. Lo sintió en la atmósfera. En el cambio de presión en el aire. En… algo.

En su instinto.

Tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no dejarse llevar por él. Era Uchiha Datsue, sí. El mismo que había conseguido el poder de un Dios. Y, aún así… Aún así sensaciones que creía haber dejado atrás volvían a invadirle. Sensaciones demasiado familiares. Sensaciones que le hacían formar el sello del Carnero y le chillaban en el oído que ejecutase el condenado Sunshin no Jutsu.

El cuerpo de Ayame había mutado. Transformado. Aparte del impresionante aura blanco que la envolvía, una cornamenta había crecido en su cabeza, además de entrevérsele varias colas a su espalda. ¿Era aquello a lo que se había tenido que enfrentar Akame? ¿Así era él? «No… Esto sobrepasa el poder de Shukaku. Esto es… Esto es un Bijū al completo».

Sintió que algo se le revolvía en las tripas. ¿Shukaku? ¿Su sangra Uchiha? Ojalá. Probablemente solo eran ganas de vomitar. «¡Sigues teniendo a Susano’o!», se obligó a recordar.

Entonces fue cuando lo percibió. Una cantidad insana de chakra, tanta que hacía daño a la vista, arremolinándose en la boca de Ayame. ¿No había hecho él lo mismo cuándo…?

¿Cuándo había decapitado a la estatua de Sumizu Kouta?

¡¡Ayame, espera!! —rugió. Demasiado tarde. Siempre demasiado tarde.

Un potente láser salió despedido de la boca monstruosa de Ayame e impactó contra él con la fuerza de un coloso. En un instante, sintió vértigo. El mismo vértigo que alguien siente al tirarse de un décimo piso y ver el suelo acercársele peligrosamente. El Susano’o trató de contenerlo abriéndose de brazos. Pero era inútil. Inútil. Aquel poder superaba al de un Dios.

Entonces, lo supo. Supo que aquello era, de nuevo, por su culpa. Supo que si no hubiese provocado a Ayame más allá de cualquier límite humano, aquello no habría pasado. Supo que aquella vez no estaba su Hermano para salvar el día y detenerlo. Supo que aquella vez no estaba un Jōnin para pararle los pies y perder su brazo por el camino. Y supo que, aquella vez, habría consecuencias reales. Que la gente moriría. Que la Paz se rompería.

Su mano, todavía formando el sello del Carnero. Ahora su cuerpo le exigía a gritos un Kawarimi no Jutsu, consciente de lo que iba a pasar. El Susano’o no resistiría. Tenía que irse, tenía que irse, tenía que irse…

Akame.

Eri.

Nabi.

«Lo siento…»

¿Estarían todos ellos detrás? ¿Incluso Daruu? ¿Cómo iba a rescatar a Aiko sin él? ¿Formarían todos ellos parte de los daños colaterales de su mala boca? ¿De su permanente irresponsabilidad? ¿Cómo iba a mirarse en el espejo de nuevo? ¿Cómo iba a vivir siquiera?

Lo tenía, lo tenía…

Era un fuego mayor al del Amateratsu quemándole por dentro. Era un sentimiento mayor al odio de Izanami hirviéndole en las entrañas. Era algo más poderoso que la gloria bombeando el corazón.

Lo sentía, lo sentía...

Era más que adrenalina. Era más que la sangre Uchiha bullendo en sus venas. Era algo que escapaba a su querida lógica. Algo que no nacía de su mente, sino de su corazón. Era algo instintivo, sobrenatural, místico, primitivo… Tan antiguo como el nacimiento de la humanidad.

Lo tenía, lo tenía. Lo sentía, lo sentía…

Era algo que creía haber matado hacía mucho tiempo. Algo por lo que había luchado en deshacerse. Era una debilidad. Era un peso en la espalda que no quería tener. Era una fuente de problemas. Era un causante de guerras. Era un estorbo. Era lo que más detestaba en aquel mundo. Era…












… era amor.

¡Lo tenía, lo tenía! ¡Lo sentía, lo sentía!

La Bijūdama desintegró al furioso Susano’o como simple papel carbonizado y se encontró con un poder desconocido para cualquier Bijū.

Se oyó un chirrido de otro mundo.

Se oyó un estruendo de otra dimensión.

El láser que era la Bijūdama giró sobre sí misma, convirtiéndose en una vorágine succionada por la pupila del Migi no Mangekyō de Datsue. Había invocado a Aizen Myō-ō. Había convocado al Dios del Amor. Y no importa cuánta lujuria viertas sobre él, Aizen siembre la recibirá con los brazos abiertos.

Hincó una rodilla al suelo, exhausto, sin atreverse a comprobar si había logrado absorber todo el láser o parte de éste se había escapado hacia las gradas. Su pecho, subiendo y bajando con dificultad. Sus pinturas alrededor de los ojos, goteando arrastradas por el sudor. Le faltaba el aire, pero necesitaba gastarlo un poco más.

Ayame… ¡Ayame! Ahí atrás hay compañeros tuyos. Kaido. Daruu. Sé que eres mejor que esto. Sé que eres mejor que yo. Por favor… ¡detente! —Lo intentó. Lo intentó pese a saber que era inútil.

«Necesito más chakra para ejecutar el Gogyō Fūin. Necesito más… Shukaku. ¡Shukaku! Hijo de perra, ¿¡estás ahí!? Solo un poco… ¡Solo dame un poco!»






PV:

135/220

+10


CK:

29/310

+10
-138


Susano'o

0/165

-165


1 AO mantenida


Agotamiento en el turno siguiente


*Mangekyo Sharingan activado*


No sabía muy bien cómo calcular el choque de la Bijuudama con el Susano’o, y prefería no preguntar para no spoilear. Se supone que hay que restar los daños con el Poder de cada uno sumado. Pero claro, la bijuudama es parte del bijuu y no de Ayame, así que… ¿Qué Poder tiene? Para no pillarme las manos, lo calculé con el más alto que hay en Manuales, 140.

(315 + 140) – (165 + 60) = 230 PV restantes.

Para que una Bijuudama realice ese daño, necesita 0,6*230 = 138CK. De ahí mi gasto con el Aizen.


Fuerza: 40
Resistencia: 40
Aguante: 60
Agilidad: 50
Destreza: 60
Poder: 60
Inteligencia: 70
Carisma: 60
Voluntad: 50
Percepción: 40 58


· Bandana (Hombro derecho)
· Portaobjetos (Costado izquierdo)
· Portaobjetos avanzado (Costado derecho)
· Chīsana Makimono (suelo)
· Ōkina Hyōrōgan
4/5 turnos

· Hikaridama (gastada)
· Kunai (Pecho Ayame)
· Sello explosivo de clase B (Mango del kunai)
· Ōkina Chirōgan
2/5 turnos






¤ Aizen Myō-ō
¤ Dios del Amor
- Tipo: Apoyo
- Rango: S
- Requisitos: Uchiha 80, Migi no Mangekyō
- Gastos: X CK (sellar), 10 CK (liberar), X: gasto de la técnica a sellar
- Daños: -
- Efectos adicionales: (ver descripción)
- Sellos: -
- Velocidad: Muy rápida
- Alcance y dimensiones: 2 metros
Dicen que Aizen Myō-ō es capaz de transformar la lujuria en amor. En el caso de Uchiha Datsue, cuando su ojo derecho refleja el poder de dicha deidad, la afirmación parece acercarse a la realidad.

Y es que, con el Migi no Mangekyō, Datsue es capaz de absorber cualquier tipo de Ninjutsu (que se encuentre a 2 metros de distancia o menos) con tan solo mirarlo. A simple vista, parecerá que lo está succionando, haciendo que la técnica en cuestión se transforme en una vorágine que se introduce en su ojo. Luego, en el momento que quiera, puede liberar la técnica sellada. Solo puede tener una técnica sellada al mismo tiempo.

Y así, la lujuria recibida devolvió amor.



[Imagen: ksQJqx9.png]

¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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RE: [Primer Combate] Uchiha Datsue vs Aotsuki Ayame - por Uchiha Datsue - 4/09/2018, 00:16


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