4/09/2018, 09:58
(Última modificación: 4/09/2018, 09:58 por Eikyuu Juro.)
Juro había estado observando, pegado a la silla, aquella horrible batalla. Los contendientes eran un tal Uchiha Datsue, que no conocía de nada, y Ayame, la cual recordaba muy bien de su encuentro (aunque aún se le hacía raro no verla con aquella estúpida mascara de calabaza). No podría decir que apostaba por ella, pero al menos la apoyaba.
El combate había sido intenso. Primero, Datsue había empezado a dar un discurso patriótico (que a él le ha producido ganas de bostezar, por cierto), hasta que Ayame se había hartado y le había atacado. No la culpaba para nada. Pero pronto, se habían enzarzado en una increible batalla. Datsue había invocado una mole gigantesca que Juro no había visto en su vida. Se quedó alucinado, mirando como aquella cosa vapuleaba a Ayame.
— ¿Qué diablos es eso? — Había murmurado. Pero Ayame se había puesto en pie y había luchado. Agua por todas partes. Datsue sellandolo. Ella contratacando.
Y entonces, habían comenzado los verdaderos problemas.
Provocación. Engaño. Poder. Parecía que lo que había entre esos dos era mucho más profundo que una simple batalla de examen. Y Ayame había estallado entre medio, liberando algo maligno, que había hecho que a Juro se le revolvieran las tripas de una manera asquerosa.
«Este poder... ¿Es? » — Lo que le dolía ahora no era el estómago, sino el lugar dónde tenía el sello. Inconsciente, pero reprimido. Sentía ganas de vomitar.
La piel de Ayame había desaparecido. Ahora la recubría una especie de chakra puro y potente, blanco. Cuatro cuernos habían salido de ella, y dos colas. De sus dientes afilados y su aspecto de bestia, surgió una ingente cantidad de chakra, que tragó completamente, hinchandose.
— E-ella es la jinchuriki de Ame... — balbuceó, para sí. ¡La conocía! ¡Él había conocido a la jinchuriki! ¿Cómo era posible algo así? ¿Ahí? ¿En mitad del examen?
Ayame no se detuvo ahí. De sus fauces, un enorme rayo laser surgió, en dirección hacia su contrincante, quién aún se defendía con aquella mole gigante.
« ¿E-este es el poder de un bijuu? » — Otra vez, sentía su estómago arder. ¿Qué clase de poder guardaba en su interior?
El Uchiha resistió tal poderoso embite, pero pareció cansado. Probablemente, no resisitiría otro. ¿Y había alguien ahí que podría invocar un gigante así? Lo dudaba. Probablemente, Uzu quedaría reducida a cenizas si no se actuaba.
Un chico de Amegakure saltó a embestir a la criatura (por alguna razón). No logró mucho, pero Juro pensó fue muy valiente. Otra también saltó, esta vez, una muchacha pelirroja uzujin. La reconoció al instante (¡Eri!). Ella saltó al peligro. Y entonces, otro uzujin más que conocía: Uchiha Akame. Saltaron…
… y entonces, no quedó nada de ellos. Ni de Ayame ni de los otros tres. Desaparecieron.
— No entiendo esto. No entiendo esto — murmuró. No estaban muertos, ¿verdad? Ayame no los había podido pulverizar. ¿Quizá estaban en otro lugar? ¿Algun poder de teletransportación? Era lógico apartar al peligro.
En las gradas, vio más. Uchiha Datsue quieto en la arena. Un ninja de Amegakure (¿era un tiburón o un humano) bajando. Y luego, Daigo, que bajo también.
« ¿Pero este tío es imbécil? » — Lo que le faltaba ya a Kusagakure, meterse en este fregado. Tenía que sacarlo de ahí.
Una voz interrumpió sus pensamientos. Era Keisuke.
—¿Están bien? ¿Necesitan algún tipo de atención médica?—
— Estoy bien. Gracias, Keisuke-san — dijo Juro, dedicándole una sonrisa sincera, pero cargada de nervios —. La situación se esta descontrolando. Es horrible, pero tengo que ir con los míos. Espero que nos volvamos a ver.
Se despidió de Keisuke y de Karamaru (no llegó a ver a Nabi, claro), y entonces, bajó a las gradas, donde se encontraba uno de cada villa. Especialmente, en dirección hacia Daigo. Veloz como un rayo, pronto llegó al a escena de confrontamiento. Al parecer, el tiburón de Amegakure y el Uchiha de uzushiogakure estaban discutiendo (probablente, por Ayame). Daigo parecía querer mediar o meterse en medio. Juro se llevó una mano a la cara.
Llegó abajo, y entonces observó a los dos shinobi ajenos a él. Ni les conocía ni quería ahora mismo. Datsue y Kaido, dos sombras peligrosas para él.
— Uh… ¡Hola! Lamento todo lo que está pasando… por aquí no queremos problemas. Solo voy a hablar con mi compañero — murmuró, acercándose a Daigo —. ¡Gracias! Seguid con vuestra conversación.
Probablemente estaban tan enfrascados que ni se darían cuenta, pero Juro agarró a Daigo del brazo en cuanto pudo, y le habló en un tono de voz más bajo, para que solo le oyera él.
— ¿A quién coño se le ocurre saltar a la grada a una muerte inminente? Qué habría pasado si llega a estar, ¿eh? ¿Habrías parado tú uno de esos putos laseres con la boca? — murmuró. Daigo escucharía una voz que Juro no había usado ni como capitán. Estaba furioso. Luego, se relajó un poco —. Deberíamos buscar a Yubiwa-san y marcharnos de aquí rápido. Lo sabes, ¿no? Esto se va a descontrolar.
El combate había sido intenso. Primero, Datsue había empezado a dar un discurso patriótico (que a él le ha producido ganas de bostezar, por cierto), hasta que Ayame se había hartado y le había atacado. No la culpaba para nada. Pero pronto, se habían enzarzado en una increible batalla. Datsue había invocado una mole gigantesca que Juro no había visto en su vida. Se quedó alucinado, mirando como aquella cosa vapuleaba a Ayame.
— ¿Qué diablos es eso? — Había murmurado. Pero Ayame se había puesto en pie y había luchado. Agua por todas partes. Datsue sellandolo. Ella contratacando.
Y entonces, habían comenzado los verdaderos problemas.
Provocación. Engaño. Poder. Parecía que lo que había entre esos dos era mucho más profundo que una simple batalla de examen. Y Ayame había estallado entre medio, liberando algo maligno, que había hecho que a Juro se le revolvieran las tripas de una manera asquerosa.
«Este poder... ¿Es? » — Lo que le dolía ahora no era el estómago, sino el lugar dónde tenía el sello. Inconsciente, pero reprimido. Sentía ganas de vomitar.
La piel de Ayame había desaparecido. Ahora la recubría una especie de chakra puro y potente, blanco. Cuatro cuernos habían salido de ella, y dos colas. De sus dientes afilados y su aspecto de bestia, surgió una ingente cantidad de chakra, que tragó completamente, hinchandose.
— E-ella es la jinchuriki de Ame... — balbuceó, para sí. ¡La conocía! ¡Él había conocido a la jinchuriki! ¿Cómo era posible algo así? ¿Ahí? ¿En mitad del examen?
Ayame no se detuvo ahí. De sus fauces, un enorme rayo laser surgió, en dirección hacia su contrincante, quién aún se defendía con aquella mole gigante.
« ¿E-este es el poder de un bijuu? » — Otra vez, sentía su estómago arder. ¿Qué clase de poder guardaba en su interior?
El Uchiha resistió tal poderoso embite, pero pareció cansado. Probablemente, no resisitiría otro. ¿Y había alguien ahí que podría invocar un gigante así? Lo dudaba. Probablemente, Uzu quedaría reducida a cenizas si no se actuaba.
Un chico de Amegakure saltó a embestir a la criatura (por alguna razón). No logró mucho, pero Juro pensó fue muy valiente. Otra también saltó, esta vez, una muchacha pelirroja uzujin. La reconoció al instante (¡Eri!). Ella saltó al peligro. Y entonces, otro uzujin más que conocía: Uchiha Akame. Saltaron…
… y entonces, no quedó nada de ellos. Ni de Ayame ni de los otros tres. Desaparecieron.
— No entiendo esto. No entiendo esto — murmuró. No estaban muertos, ¿verdad? Ayame no los había podido pulverizar. ¿Quizá estaban en otro lugar? ¿Algun poder de teletransportación? Era lógico apartar al peligro.
En las gradas, vio más. Uchiha Datsue quieto en la arena. Un ninja de Amegakure (¿era un tiburón o un humano) bajando. Y luego, Daigo, que bajo también.
« ¿Pero este tío es imbécil? » — Lo que le faltaba ya a Kusagakure, meterse en este fregado. Tenía que sacarlo de ahí.
Una voz interrumpió sus pensamientos. Era Keisuke.
—¿Están bien? ¿Necesitan algún tipo de atención médica?—
— Estoy bien. Gracias, Keisuke-san — dijo Juro, dedicándole una sonrisa sincera, pero cargada de nervios —. La situación se esta descontrolando. Es horrible, pero tengo que ir con los míos. Espero que nos volvamos a ver.
Se despidió de Keisuke y de Karamaru (no llegó a ver a Nabi, claro), y entonces, bajó a las gradas, donde se encontraba uno de cada villa. Especialmente, en dirección hacia Daigo. Veloz como un rayo, pronto llegó al a escena de confrontamiento. Al parecer, el tiburón de Amegakure y el Uchiha de uzushiogakure estaban discutiendo (probablente, por Ayame). Daigo parecía querer mediar o meterse en medio. Juro se llevó una mano a la cara.
Llegó abajo, y entonces observó a los dos shinobi ajenos a él. Ni les conocía ni quería ahora mismo. Datsue y Kaido, dos sombras peligrosas para él.
— Uh… ¡Hola! Lamento todo lo que está pasando… por aquí no queremos problemas. Solo voy a hablar con mi compañero — murmuró, acercándose a Daigo —. ¡Gracias! Seguid con vuestra conversación.
Probablemente estaban tan enfrascados que ni se darían cuenta, pero Juro agarró a Daigo del brazo en cuanto pudo, y le habló en un tono de voz más bajo, para que solo le oyera él.
— ¿A quién coño se le ocurre saltar a la grada a una muerte inminente? Qué habría pasado si llega a estar, ¿eh? ¿Habrías parado tú uno de esos putos laseres con la boca? — murmuró. Daigo escucharía una voz que Juro no había usado ni como capitán. Estaba furioso. Luego, se relajó un poco —. Deberíamos buscar a Yubiwa-san y marcharnos de aquí rápido. Lo sabes, ¿no? Esto se va a descontrolar.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60