4/09/2018, 13:51
Su pequeño e ínfimo rifirrafe con Uchiha Datsue quedó de pronto en un segundo plano con la súbita y repentina aparición de Shanise.
Shanise era una jounin, mano derecha de Amekoro Yui, quien les había acompañado hasta los linderos de Uzushiogakure como cabecilla y principal encargada de la comitiva. Y por tanto, era la más adecuada en eso de velar por el bienestar de los suyos. Daba la maldita casualidad que Ayame lo era. Y se la habían llevado delante de su propia cara, para más inri.
Ahora, la respuesta que clamaba Kaido en un principio también lo clamaba ella. Y su increpación tuvo mejor efecto en el Uchiha de lo que hubiera podido lograr él.Pero no le creyó. Kaido tampoco lo hubiera hecho. ¿Cómo confiar en esa rata inmunda, después de todo lo sucedido?
Luego, un choque de espadas. El sonido de dos hierros forjados en tierras distintas blandiéndose mutuamente. Tormenta y fuego luchando impiadosamente por dar el primer corte.
Datsue, envalentonado por las palabras de su líder, huyó. Y kaido lejos de retirarse al barco como bien se lo habían pedido, le siguió durante su trayecto hasta el muro que intentó escalar con su chakra. Sin embargo, antes de poder alcanzar su objetivo —-curiosamente, se estaba dirigiendo hacia el mismísimo Keisuke—-. Una especie de gargajo dorado de abalanzó certero hacia el uzujin.
El tiburón se detuvo en seco durante el ascenso, con las manos apoyadas en el mural mientras contemplaba el efecto de aquel ataque tan sorpresivo.
<no te me vas a escapar. No está vez>
Shanise era una jounin, mano derecha de Amekoro Yui, quien les había acompañado hasta los linderos de Uzushiogakure como cabecilla y principal encargada de la comitiva. Y por tanto, era la más adecuada en eso de velar por el bienestar de los suyos. Daba la maldita casualidad que Ayame lo era. Y se la habían llevado delante de su propia cara, para más inri.
Ahora, la respuesta que clamaba Kaido en un principio también lo clamaba ella. Y su increpación tuvo mejor efecto en el Uchiha de lo que hubiera podido lograr él.Pero no le creyó. Kaido tampoco lo hubiera hecho. ¿Cómo confiar en esa rata inmunda, después de todo lo sucedido?
Luego, un choque de espadas. El sonido de dos hierros forjados en tierras distintas blandiéndose mutuamente. Tormenta y fuego luchando impiadosamente por dar el primer corte.
Datsue, envalentonado por las palabras de su líder, huyó. Y kaido lejos de retirarse al barco como bien se lo habían pedido, le siguió durante su trayecto hasta el muro que intentó escalar con su chakra. Sin embargo, antes de poder alcanzar su objetivo —-curiosamente, se estaba dirigiendo hacia el mismísimo Keisuke—-. Una especie de gargajo dorado de abalanzó certero hacia el uzujin.
El tiburón se detuvo en seco durante el ascenso, con las manos apoyadas en el mural mientras contemplaba el efecto de aquel ataque tan sorpresivo.
<no te me vas a escapar. No está vez>