5/09/2018, 02:00
Datsue tuvo que contenerse de llevar una mano a la cara, abochornado, cuando su compatriota delató su condición de Jinchūriki. Tenía que haberlo sabido nada más verlo. El escaso chakra que irradiaba su ser; el apenas visible poder que irradiaba su energía; el vano intento de sacar a Etsu con la katana... Aquel chico era un novato. Por suerte, un novato con agallas, porque no dudó ni un segundo en pasarle una wakizashi —que Datsue empuñó con la diestra— y ponerse a su lado para luchar. Contra cuántos y quiénes fuesen. Además, con todo el jaleo que había, dudaba que los kusajines que había bajo las gradas, en el estadio, llegasen a oírlo. Otra cosa era Etsu. Debería… ¿encargarse de él?
Fue entonces cuando lo escuchó. Un grito que no debía oír. Una voz que no debería estar allí. Sus ojos centellearon buscando al responsable, y lo encontró. La encontró. «¿Eri? Pero, ¿qué coño…? ¿Y Akame? ¿Y el resto?» ¿Había salido bien el sellado? De ser así, ¿por qué no estaba su Hermano junto a ella?
Sintió una punzada en el pecho. No, no podía ser. ¿Y si su Hermano...? «No pienses en ello, no pienses en ello, no pienses en ello…» Pero, por mucho que quisiese quitarse aquellos pensamientos de la cabeza, todo indicaba a que algo iba mal. Eri alcanzó a Hanabi, le dedicó unas breves palabras que ni mucho menos pudo oír desde su posición y… su Uzukage desapareció. Sin más, abandonando toda aquella contienda. Abandonando a los suyos.
Tenía que haber pasado algo realmente grave.
—¡¡¡Eri!!! —rugió, tratando de llamar su atención—. ¡¡¡ERI!!!
Pero los Dioses tenían un sentido del humor cínico y cruel. No bastaba con tener dos frentes abiertos. No, tenían que ponerle un tercero. A Keisuke. Y, junto a él…
«Oh, no…»
… el Tiburón.
—Sasaki-kun. —No se había presentado, así que decidió apodarle con el nombre de su acero—. Prepárate. Me temo que vamos a tener que luchar un poquito más. Nabi —se acercó a él y le susurró unas breves palabras. Cinco, para ser exactos. Cinco como lo eran las Antiguas Villas Ocultas—. Confío en que harás lo correcto.
»¡Sasaki, conmigo! —subió a saltos por las butacas mientras le informaba sobre su objetivo—. Si ese amejin de piel azulada viene a por nosotros, recuerda que puede convertirse en agua. Ningún ataque físico podrá hacerle daño. Tendrás que usar Ninjutsus —le advirtió. De nada serviría la hoja desnuda de una katana—. Por el momento, necesito que sigas cubriéndome por un poco más las espaldas. Confío en ti.
Tras subir unas cuantas más, empezó a correr hacia un lado, hasta finalmente llegar a la posición de ellos. Keisuke era el más cercano, quien se las tenía que ver ahora con varias burbujas mortíferas que avanzaban hacia su posición.
—¡¡Es hora de que vuelvas a la mar, Kaido!! —rugió—. ¡Nuestra hospitalidad se ha terminado por hoy!
Fue entonces cuando lo escuchó. Un grito que no debía oír. Una voz que no debería estar allí. Sus ojos centellearon buscando al responsable, y lo encontró. La encontró. «¿Eri? Pero, ¿qué coño…? ¿Y Akame? ¿Y el resto?» ¿Había salido bien el sellado? De ser así, ¿por qué no estaba su Hermano junto a ella?
Sintió una punzada en el pecho. No, no podía ser. ¿Y si su Hermano...? «No pienses en ello, no pienses en ello, no pienses en ello…» Pero, por mucho que quisiese quitarse aquellos pensamientos de la cabeza, todo indicaba a que algo iba mal. Eri alcanzó a Hanabi, le dedicó unas breves palabras que ni mucho menos pudo oír desde su posición y… su Uzukage desapareció. Sin más, abandonando toda aquella contienda. Abandonando a los suyos.
Tenía que haber pasado algo realmente grave.
—¡¡¡Eri!!! —rugió, tratando de llamar su atención—. ¡¡¡ERI!!!
Pero los Dioses tenían un sentido del humor cínico y cruel. No bastaba con tener dos frentes abiertos. No, tenían que ponerle un tercero. A Keisuke. Y, junto a él…
«Oh, no…»
… el Tiburón.
—Sasaki-kun. —No se había presentado, así que decidió apodarle con el nombre de su acero—. Prepárate. Me temo que vamos a tener que luchar un poquito más. Nabi —se acercó a él y le susurró unas breves palabras. Cinco, para ser exactos. Cinco como lo eran las Antiguas Villas Ocultas—. Confío en que harás lo correcto.
»¡Sasaki, conmigo! —subió a saltos por las butacas mientras le informaba sobre su objetivo—. Si ese amejin de piel azulada viene a por nosotros, recuerda que puede convertirse en agua. Ningún ataque físico podrá hacerle daño. Tendrás que usar Ninjutsus —le advirtió. De nada serviría la hoja desnuda de una katana—. Por el momento, necesito que sigas cubriéndome por un poco más las espaldas. Confío en ti.
Tras subir unas cuantas más, empezó a correr hacia un lado, hasta finalmente llegar a la posición de ellos. Keisuke era el más cercano, quien se las tenía que ver ahora con varias burbujas mortíferas que avanzaban hacia su posición.
—¡¡Es hora de que vuelvas a la mar, Kaido!! —rugió—. ¡Nuestra hospitalidad se ha terminado por hoy!
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado