6/09/2018, 05:04
Mientras mi muro de agua se levantaba y se deshacía de los proyectiles del pez, la voz de Datsue llegó a mis oídos sugiriendo que mi mejor opción era huir de la escena.
—¡Keisuke, usa el Sunshin y huye! ¡O vente conmigo! ¡Pero no tienes nada que hacer contra Kaido!
Sonreí al escuchar sus palabras "Gracias por el voto de confianza" Me dije agriamente al escuchar de su boca que no podía hacerle frente al azulado; no obstante, no estaba ahí para juzgar la mano que me ayudaba, después de todo la bendición de los dioses me volvía a alcanzar en el momento en que aquellos filosos dientes pretendían morderme.
El muro terminaría cediendo a mi voluntad y mis manos ya formaban un nuevo sello, no obstante, una nube de humo se encontraba justo frente a mi, y el sonar rítmicos de unos pasos amenazadores alertaron mi retaguardia, realicé un giro de 180 grados para encarar al ser que seguía hostigandome.
La balanza de los dioses seguía moviéndose de parte y parte, Amenokami parecía abanonar a uno de sus hijos y ponerse a favor de aquel que provenía de los mares, lo supe cuando vi venir el arma, cuando a pesar de ladear mi torso sentí el frío beso de Nokomizuchi, que si bien no llegó a atravesar mi abdomen, sí me realizó una herida lo suficientemente profunda en un costado, el mar rojo no tardó en manchar el suelo de las gradas, no tardó en deslizarse por el metal.
Miré directo a los ojos de Kaido, no dejaría que me matase, no sin pelear por lo menos.
—Suiton: Suishōha!!
A esa distancia tan corta era imposible que hasta el mismísimo rey del mar pudiera evitar una marea como esa; el chorro de agua surgió de mi boca, rebotó en el suelo y entonces la ola se alzó, se alzó y su fuerza sería más que suficiente para alejar al cuerpo del shinobi hasta diez metros de distancia, sí no era que lo llevaba hasta la orilla del mar del espiral.
Suspiré, llevé mi siniestra a la herida para contener la hemorragia manualmente, era el momento, era la brecha que necesitaba, la herida podría esperar...
Con la diestra formé el sello del carnero, y sí nada me lo impedía, mi cuerpo se desvanecería.
—¡Keisuke, usa el Sunshin y huye! ¡O vente conmigo! ¡Pero no tienes nada que hacer contra Kaido!
Sonreí al escuchar sus palabras "Gracias por el voto de confianza" Me dije agriamente al escuchar de su boca que no podía hacerle frente al azulado; no obstante, no estaba ahí para juzgar la mano que me ayudaba, después de todo la bendición de los dioses me volvía a alcanzar en el momento en que aquellos filosos dientes pretendían morderme.
El muro terminaría cediendo a mi voluntad y mis manos ya formaban un nuevo sello, no obstante, una nube de humo se encontraba justo frente a mi, y el sonar rítmicos de unos pasos amenazadores alertaron mi retaguardia, realicé un giro de 180 grados para encarar al ser que seguía hostigandome.
La balanza de los dioses seguía moviéndose de parte y parte, Amenokami parecía abanonar a uno de sus hijos y ponerse a favor de aquel que provenía de los mares, lo supe cuando vi venir el arma, cuando a pesar de ladear mi torso sentí el frío beso de Nokomizuchi, que si bien no llegó a atravesar mi abdomen, sí me realizó una herida lo suficientemente profunda en un costado, el mar rojo no tardó en manchar el suelo de las gradas, no tardó en deslizarse por el metal.
Miré directo a los ojos de Kaido, no dejaría que me matase, no sin pelear por lo menos.
—Suiton: Suishōha!!
A esa distancia tan corta era imposible que hasta el mismísimo rey del mar pudiera evitar una marea como esa; el chorro de agua surgió de mi boca, rebotó en el suelo y entonces la ola se alzó, se alzó y su fuerza sería más que suficiente para alejar al cuerpo del shinobi hasta diez metros de distancia, sí no era que lo llevaba hasta la orilla del mar del espiral.
Suspiré, llevé mi siniestra a la herida para contener la hemorragia manualmente, era el momento, era la brecha que necesitaba, la herida podría esperar...
Con la diestra formé el sello del carnero, y sí nada me lo impedía, mi cuerpo se desvanecería.