6/09/2018, 20:47
(Última modificación: 6/09/2018, 20:48 por Aotsuki Ayame.)
Para su absoluto alivio, Shanise le restó importancia sacudiendo una mano en el aire.
—Está bien, está consciente y está en el barco. Podrás hablar con él todo lo que quieras en cuanto estemos allí, Ayame —Shanise se acercó a ella, agachándose para colocarse a su mismo nivel. Sus ojos esmeraldas, solicitantes y firmes, se encontraron con los ojos castaños de Ayame, confundidos y temerosos—. Ayame. Hablarás con Daruu. Ahora, volvamos al barco. Lo antes posible. No-estamos-seguros-en-Uzushiogakure, ¿me entiendes? Le han dejado inconsciente, y cuando te teletransportaron al hospital no se dignaron a decirme nada.
Ayame temblaba. Se sentía una niña. Una niña incapaz de comprender qué era lo que estaba sucediendo a su alrededor. Apenas un peón en una partida de ajedrez... aunque en su interior pudiera guardar un poder como el del caballo, siempre estaba entre los alfiles y las torres. Siempre estaba protegida.
»No hablaremos con ningún uzujin. Y menos con uno cuyo nombre empiece por Uchiha, Ayame. Hanabi y Akame aparecieron con Daruu inconsciente y esposado, Ayame. Esto no es un juego. Esto es casi la guerra. Vámonos.
Cada vez que repetía su nombre se sentía como un nuevo martillazo sobre el cráneo. Durante un instante deseó no estar despierta. Deseó seguir en el mundo de los sueños, donde todo era mucho más fácil y sencillo... Pero no podía quedarse en el mundo de los sueños siempre. Debía regresar cada mañana.
—Además... ¿Sabes lo que me ha costado que tu familia se quedara también en el barco?
—Papá... Kōri... —Los ojos se le llenaron de lágrimas inevitablemente.
—Ayame, por favor, no es el momento. Pregunta lo que quieras cuando estemos con ellos. Estamos solos con un montón de ninjas cuyas intenciones no están claras. VAMOS. AL. BARCO.
Ella volvió a temblar y miró a su alrededor, desesperanzada y sintiéndose estúpida a partes iguales.
—¿Pero cómo es posible...? ¿Han intentado secuestrarme... como los Kajitsu? Pero... si me han estado curando... Han cuidado de mí mientras estaba inconsciente... Si hubiesen tenido malas intenciones...
«Daruu. Esposado y con la nariz rota.» Le recordó su cerebro, y se le encogió el corazón de forma terriblemente dolorosa cuando pronunció las siguientes palabras.
—Debe ser un malentendido... Si... ¡Si hablo con el Uzukage todo se resolverá! —resolvió, y se llevó una mano al pecho—. ¡Todo esto ha sido culpa mía! ¡Debo ir a hablar con él! ¡Déjame hacerlo, por favor, Shanise-senpai!
—Está bien, está consciente y está en el barco. Podrás hablar con él todo lo que quieras en cuanto estemos allí, Ayame —Shanise se acercó a ella, agachándose para colocarse a su mismo nivel. Sus ojos esmeraldas, solicitantes y firmes, se encontraron con los ojos castaños de Ayame, confundidos y temerosos—. Ayame. Hablarás con Daruu. Ahora, volvamos al barco. Lo antes posible. No-estamos-seguros-en-Uzushiogakure, ¿me entiendes? Le han dejado inconsciente, y cuando te teletransportaron al hospital no se dignaron a decirme nada.
Ayame temblaba. Se sentía una niña. Una niña incapaz de comprender qué era lo que estaba sucediendo a su alrededor. Apenas un peón en una partida de ajedrez... aunque en su interior pudiera guardar un poder como el del caballo, siempre estaba entre los alfiles y las torres. Siempre estaba protegida.
»No hablaremos con ningún uzujin. Y menos con uno cuyo nombre empiece por Uchiha, Ayame. Hanabi y Akame aparecieron con Daruu inconsciente y esposado, Ayame. Esto no es un juego. Esto es casi la guerra. Vámonos.
Cada vez que repetía su nombre se sentía como un nuevo martillazo sobre el cráneo. Durante un instante deseó no estar despierta. Deseó seguir en el mundo de los sueños, donde todo era mucho más fácil y sencillo... Pero no podía quedarse en el mundo de los sueños siempre. Debía regresar cada mañana.
—Además... ¿Sabes lo que me ha costado que tu familia se quedara también en el barco?
—Papá... Kōri... —Los ojos se le llenaron de lágrimas inevitablemente.
—Ayame, por favor, no es el momento. Pregunta lo que quieras cuando estemos con ellos. Estamos solos con un montón de ninjas cuyas intenciones no están claras. VAMOS. AL. BARCO.
Ella volvió a temblar y miró a su alrededor, desesperanzada y sintiéndose estúpida a partes iguales.
—¿Pero cómo es posible...? ¿Han intentado secuestrarme... como los Kajitsu? Pero... si me han estado curando... Han cuidado de mí mientras estaba inconsciente... Si hubiesen tenido malas intenciones...
«Daruu. Esposado y con la nariz rota.» Le recordó su cerebro, y se le encogió el corazón de forma terriblemente dolorosa cuando pronunció las siguientes palabras.
—Debe ser un malentendido... Si... ¡Si hablo con el Uzukage todo se resolverá! —resolvió, y se llevó una mano al pecho—. ¡Todo esto ha sido culpa mía! ¡Debo ir a hablar con él! ¡Déjame hacerlo, por favor, Shanise-senpai!