7/09/2018, 04:24
Finalmente, los dientes aserrados que rodeaban la hoja de nokomizuchi se clavaron certeros en el abdomen de Keisuke, y lo rajaron de lado a lado con la inercia de su propio movimiento. Éste había logrado ladear su cuerpo lo suficiente como para que el arma no le atravesara como a un bloque de mantequilla, aunque la herida había sido lo suficientemente profunda como para rasgarle la piel y dejarle un tajo abierto y sangrante.
El dulce aroma inundó las fosas nasales del Tiburón, quien sonriente, no se detuvo en cuanto dio el primer tajo sino que siguió su curso hacia adelante y se posicionó a un costado, en diagonal a su oponente; tal y como la inercia y la lógica lo imperaba. Entonces se dio media vuelta en un rápido giro de talones —coincidiendo con la formulación de los sellos del médico, cuya riada, de ser invocada, no se lo iba a poder llevar de por medio dada a su ya mencionada ubicación— y le metió al pelirrojo una zancadilla trasera con su pierna izquierda con la suficiente fuerza como para desestabilizarlo. Hacerle perder el equilibrio y dejarlo a su merced era su más clara prioridad.
Sólo entonces el arma traidora, aquella que alguna vez rindió pleitesía a un Kajitsu Hōzuki, descendió sagaz una vez más, buscando acabar con aquel efímero combate de una vez por todas.
Tic, tac, tic, tac
El dulce aroma inundó las fosas nasales del Tiburón, quien sonriente, no se detuvo en cuanto dio el primer tajo sino que siguió su curso hacia adelante y se posicionó a un costado, en diagonal a su oponente; tal y como la inercia y la lógica lo imperaba. Entonces se dio media vuelta en un rápido giro de talones —coincidiendo con la formulación de los sellos del médico, cuya riada, de ser invocada, no se lo iba a poder llevar de por medio dada a su ya mencionada ubicación— y le metió al pelirrojo una zancadilla trasera con su pierna izquierda con la suficiente fuerza como para desestabilizarlo. Hacerle perder el equilibrio y dejarlo a su merced era su más clara prioridad.
Sólo entonces el arma traidora, aquella que alguna vez rindió pleitesía a un Kajitsu Hōzuki, descendió sagaz una vez más, buscando acabar con aquel efímero combate de una vez por todas.