14/06/2016, 22:44
El combate acababa de empezar cuando Mitsuki llegaba junto a su asiento, había tenido que despedir al Sr Hayate antes de entrar al estadio y eso la había retrasado varios minutos. Además, la ropa que había elegido no le permitía moverse excesivamente rápido pues el bajo del yukata es bastante cerrado. Era de color azul cielo, con motivos bastante coloridos inspirados en una jardín tradicional con carpas, un cinturón del mismo color, al igual que el lazo que le recogía el cabello en una cola de caballo que apenas dejaba escapar un par de mechones que le enmarcaban el rostro.
Su sitio estaba justo en la última fila del graderío, como el combate estaba empezado decidió quedarse de pie detrás de su localidad para no molestar a los que ya estaban sentados, pasar por un lugar tan estrecho con su yukata.
La peliblanca dirigió su mirada hasta el centro del estadio, allí en la arena pudo ver como comenzaban las hostilidades entre una tal Eri de Uzushio y Ayame de Amegakure. Al verla moverse recordó el encuentro entre ella y el chico araña, no pudo evitar sentir cierta preferencia por la de Ame, a pesar de que la otra chica pertenecía a la Aldea que Mitsuki servía en aquel momento. Sin embargo, para la de Kusabi, no era muy diferente una persona de un lado u otro y teniendo en cuenta que era solo un torneo se permitió seguir su corazón.
El combate no se alargó demasiado, una excelente jugada de la de cabellos azabache, acabó en una rendición por parte de la peliazul. Al igual que el resto del estadio, no pudo evitar la sorpresa pero pudo entender perfectamente que se retirase al contrario que el resto del público que comenzó a gritar de manera enfurecida.
"Pobre chica... el público no tiene piedad con ella..." lamento la peliblanca que empatizaba de lleno con la rendida, seguramente ella hubiese hecho lo mismo en esa situación
Para más sorpresa, Ayame pareció no tomarse para nada bien la rendición y lejos de celebrar su victoria comenzó a increpar a la Uzu. Debido a la distancia, Mitsuki, no sabía muy bien que era lo que le estaba diciendo pero tras lanzarle un puñetazo imaginó que nada bueno. Además, para añadirle aún más de perplejida a la situación un chico del público saltó a la arena.
"¿Qué hace?" la de Kusabi no se esperaba que el chico plantase rodilla al suelo para entregar una flor, aunque le pareció un bonito detalle si se tenía a bien evitar valorar el contexto de la situación "Me temo que se esta metiendo en un lío" Mitsuki esperaba que la guardia del torneo interviniese de un momento a otro, pero no fue así en su lugar una de los kages fué el que lo hizo. Era una lástima estar tan lejos, escuchar lo que aquel hombre estaría diciéndole al chico que parecía conocer de algo debía de ser bastante entretenido por las carcajadas que levantó en el público.
"Ese chico me suena de algo... ¿No fue el que amañó su combate?" trataba de recordar la peliblanca cuando de repente, todo se detuvo.
El tiempo se paró, un instante que le parecieron décadas. Un instante que lo rompió todo.
Una fuerte explosión y un rugido como nunca había oído, para Mitsuki debía de provenir desde lo más profundo de algún infierno. Un infierno que se había desatado ante ella, de repente una piedra impacto en la fila de asientos que había justo delante de ella, justo done debía de haber estado sentado ella, aplastando a todos los que allí estaban.
El impacto fue tan poderoso, que hizo que la joven saliese despedida hacia atrás, golpeando con la espalda la barandilla final del estadio lo que la hizo casi caer al vacío si no llega a ser por que estuvo rápida y logró aferrarse con su mano derecha al borde del mismo. Una sombra pasó a su lado, no pudo ver quién era, pero parecía un chico, pudo intuir su mano alargada. Ella trató de alargar la suya para agarrarlo, pero era tarde, sintió como resbalaba por su pierna y caía.
La peliblanca trató de buscar con la mirada al chico que caía, pero sus ojos se quedaron clavados en la criatura que comenzaba a dejarse ver entre tanta humareda. Era gigante, nunca había visto nada tan grande, era casi como un palacio de un señor feudal.
Aquella bestia rugía desaforadamente, provocando que todo el estadio temblase como si de un terremoto se tratase.
"¿Qué es eso...?" la chica no podía dar crédito a lo que estaba viendo, casi se había olvidado que estaba apunto de caer al vacío pero una mirada hacia abajo la hizo reaccionar.
Con bastante trabajo, logró asirse hasta lo alto del graderío de nuevo. Nada más poner los pies en suelo firme, una sola mirada le bastó para comprender lo crítica que era la situación. Gente corriendo por todos lados, ensangrentada, gritando, buscando a sus familiares, llorando, intentando sacar cuerpos desde debajo de los escombros.
—¿Qué está pasando?— lanzó aquella pregunta para sí misma, esperando que el hacerlo en voz alta le ofreciese alguna posibilidad de repuesta, mientras miraba a un lado y a otro sin saber muy bien que hacer, ¿cómo podía ayudar alguien como ella en una situación como aquella?
Su sitio estaba justo en la última fila del graderío, como el combate estaba empezado decidió quedarse de pie detrás de su localidad para no molestar a los que ya estaban sentados, pasar por un lugar tan estrecho con su yukata.
La peliblanca dirigió su mirada hasta el centro del estadio, allí en la arena pudo ver como comenzaban las hostilidades entre una tal Eri de Uzushio y Ayame de Amegakure. Al verla moverse recordó el encuentro entre ella y el chico araña, no pudo evitar sentir cierta preferencia por la de Ame, a pesar de que la otra chica pertenecía a la Aldea que Mitsuki servía en aquel momento. Sin embargo, para la de Kusabi, no era muy diferente una persona de un lado u otro y teniendo en cuenta que era solo un torneo se permitió seguir su corazón.
El combate no se alargó demasiado, una excelente jugada de la de cabellos azabache, acabó en una rendición por parte de la peliazul. Al igual que el resto del estadio, no pudo evitar la sorpresa pero pudo entender perfectamente que se retirase al contrario que el resto del público que comenzó a gritar de manera enfurecida.
"Pobre chica... el público no tiene piedad con ella..." lamento la peliblanca que empatizaba de lleno con la rendida, seguramente ella hubiese hecho lo mismo en esa situación
Para más sorpresa, Ayame pareció no tomarse para nada bien la rendición y lejos de celebrar su victoria comenzó a increpar a la Uzu. Debido a la distancia, Mitsuki, no sabía muy bien que era lo que le estaba diciendo pero tras lanzarle un puñetazo imaginó que nada bueno. Además, para añadirle aún más de perplejida a la situación un chico del público saltó a la arena.
"¿Qué hace?" la de Kusabi no se esperaba que el chico plantase rodilla al suelo para entregar una flor, aunque le pareció un bonito detalle si se tenía a bien evitar valorar el contexto de la situación "Me temo que se esta metiendo en un lío" Mitsuki esperaba que la guardia del torneo interviniese de un momento a otro, pero no fue así en su lugar una de los kages fué el que lo hizo. Era una lástima estar tan lejos, escuchar lo que aquel hombre estaría diciéndole al chico que parecía conocer de algo debía de ser bastante entretenido por las carcajadas que levantó en el público.
"Ese chico me suena de algo... ¿No fue el que amañó su combate?" trataba de recordar la peliblanca cuando de repente, todo se detuvo.
El tiempo se paró, un instante que le parecieron décadas. Un instante que lo rompió todo.
Una fuerte explosión y un rugido como nunca había oído, para Mitsuki debía de provenir desde lo más profundo de algún infierno. Un infierno que se había desatado ante ella, de repente una piedra impacto en la fila de asientos que había justo delante de ella, justo done debía de haber estado sentado ella, aplastando a todos los que allí estaban.
El impacto fue tan poderoso, que hizo que la joven saliese despedida hacia atrás, golpeando con la espalda la barandilla final del estadio lo que la hizo casi caer al vacío si no llega a ser por que estuvo rápida y logró aferrarse con su mano derecha al borde del mismo. Una sombra pasó a su lado, no pudo ver quién era, pero parecía un chico, pudo intuir su mano alargada. Ella trató de alargar la suya para agarrarlo, pero era tarde, sintió como resbalaba por su pierna y caía.
La peliblanca trató de buscar con la mirada al chico que caía, pero sus ojos se quedaron clavados en la criatura que comenzaba a dejarse ver entre tanta humareda. Era gigante, nunca había visto nada tan grande, era casi como un palacio de un señor feudal.
Aquella bestia rugía desaforadamente, provocando que todo el estadio temblase como si de un terremoto se tratase.
"¿Qué es eso...?" la chica no podía dar crédito a lo que estaba viendo, casi se había olvidado que estaba apunto de caer al vacío pero una mirada hacia abajo la hizo reaccionar.
Con bastante trabajo, logró asirse hasta lo alto del graderío de nuevo. Nada más poner los pies en suelo firme, una sola mirada le bastó para comprender lo crítica que era la situación. Gente corriendo por todos lados, ensangrentada, gritando, buscando a sus familiares, llorando, intentando sacar cuerpos desde debajo de los escombros.
—¿Qué está pasando?— lanzó aquella pregunta para sí misma, esperando que el hacerlo en voz alta le ofreciese alguna posibilidad de repuesta, mientras miraba a un lado y a otro sin saber muy bien que hacer, ¿cómo podía ayudar alguien como ella en una situación como aquella?