19/06/2016, 23:30
Después de varios días de estar paseando por el lugar donde se estaba celebrando el torneo y que por llegar tarde se había perdido casi todo de este, tenía la oportunidad de sentarse tranquilamente y observar al menos el ultimo combate, la gran final que todos estaban esperando.
Esa fecha marcaría el final de una temporada que parecía haber durado casi un año entero, no estando al tanto de los resultados de las llaves y las siguientes rondas parecían haber hecho la espera eterna.
Tras mucho pelear por avanzar entre la muchedumbre, logró conseguir un asiento desde el cual la vista fuera agradable y pudiese ver todo tan bien como fuese posible, detalle que tomaría mas relevancia momentos mas tarde.
Grata fue la sorpresa que se llevó al ver que una espectadora rezagada estaría acompañándolo en aquella jornada de torneo, una muchacha de melena color nieve y ojos rojos como el fuego que sabía exhalar, Sarutobi Katomi.
La recibió con una sonrisa en el rostro y un gesto de saludo con una de sus manos. No se había cruzado en un tiempo con la muchacha pero el momento que habían compartido en su aldea había sido uno muy agradable, no había razón para pensar que la final del torneo sería lo contrario.
Pasaron un rato observando el torneo, a Mogura le llamó un poco la atención la forma en la que el combate se fue dando, si bien le agradó el hecho de que una de las finalistas sea una kunoichi de Amegakure, su oponente de Uzushiogakure no había estado muy metida en el tema de la gran final, por alguna razón. En un par de ocasiones volteó a ver a su compañera de gradas como queriendo constatar cuales eran sus opiniones sobre lo que estaban viendo, sobre todo en el momento en que el muchacho extraño se logró meter en la zona del combate.
Podría haber existido un momento para debatir sobre lo que estaba pasando pero había llegado el momento que marcaría un antes y un después en aquel lugar.
Mogura no estaba para nada seguro de lo que estaba viendo. Tras la aparición de aquel monstruo, un montón de gente había quedado como moras aplastadas contras lo que habían pasado a ser escombros de partes del estadio.
Trataba de pensar de manera tan lógica como fuese posible, no había razon para que eso estuviese ahí. Pero ahí estaba, y no parecía venir con buenos motivos. Sus manos habían empezado a temblar, no se levantó de su asiento pero si se echó hacía atras con todo el estruendo.
Sería entonces que el grito de Katomi lo devolvería a la realidad que estaban sufriendo. Intento estar tan calmado como pudo al sentir como le tomaban el brazo y lograba contemplar a su compañera en un estado lejos del optimo.
Hey... ¡Hey, Katomi!
Gritó con fuerza a la peliblanco intentando centrarla en su persona. Él no estaba mucho mejor que ella, pero no serviría de mucho si ambos se ponian a temblar como gelatinas en medio de aquella locura.
¡Tenemos que salir rápido de este lugar!
Volvió a gritar mientras se levantaba colocándose frente a ella, cubriéndole la vista de lo traumante de la escena para luego tomarla de la mano. Su pulso no era mucho mejor que el de la chica, pero juntos podrían tener mas chances de salir enteros del estadio.
Esa fecha marcaría el final de una temporada que parecía haber durado casi un año entero, no estando al tanto de los resultados de las llaves y las siguientes rondas parecían haber hecho la espera eterna.
Tras mucho pelear por avanzar entre la muchedumbre, logró conseguir un asiento desde el cual la vista fuera agradable y pudiese ver todo tan bien como fuese posible, detalle que tomaría mas relevancia momentos mas tarde.
Grata fue la sorpresa que se llevó al ver que una espectadora rezagada estaría acompañándolo en aquella jornada de torneo, una muchacha de melena color nieve y ojos rojos como el fuego que sabía exhalar, Sarutobi Katomi.
La recibió con una sonrisa en el rostro y un gesto de saludo con una de sus manos. No se había cruzado en un tiempo con la muchacha pero el momento que habían compartido en su aldea había sido uno muy agradable, no había razón para pensar que la final del torneo sería lo contrario.
Pasaron un rato observando el torneo, a Mogura le llamó un poco la atención la forma en la que el combate se fue dando, si bien le agradó el hecho de que una de las finalistas sea una kunoichi de Amegakure, su oponente de Uzushiogakure no había estado muy metida en el tema de la gran final, por alguna razón. En un par de ocasiones volteó a ver a su compañera de gradas como queriendo constatar cuales eran sus opiniones sobre lo que estaban viendo, sobre todo en el momento en que el muchacho extraño se logró meter en la zona del combate.
Podría haber existido un momento para debatir sobre lo que estaba pasando pero había llegado el momento que marcaría un antes y un después en aquel lugar.
BOOM.
¡¡GRROOOOOOAAAAARR!!
Mogura no estaba para nada seguro de lo que estaba viendo. Tras la aparición de aquel monstruo, un montón de gente había quedado como moras aplastadas contras lo que habían pasado a ser escombros de partes del estadio.
Trataba de pensar de manera tan lógica como fuese posible, no había razon para que eso estuviese ahí. Pero ahí estaba, y no parecía venir con buenos motivos. Sus manos habían empezado a temblar, no se levantó de su asiento pero si se echó hacía atras con todo el estruendo.
Sería entonces que el grito de Katomi lo devolvería a la realidad que estaban sufriendo. Intento estar tan calmado como pudo al sentir como le tomaban el brazo y lograba contemplar a su compañera en un estado lejos del optimo.
Hey... ¡Hey, Katomi!
Gritó con fuerza a la peliblanco intentando centrarla en su persona. Él no estaba mucho mejor que ella, pero no serviría de mucho si ambos se ponian a temblar como gelatinas en medio de aquella locura.
¡Tenemos que salir rápido de este lugar!
Volvió a gritar mientras se levantaba colocándose frente a ella, cubriéndole la vista de lo traumante de la escena para luego tomarla de la mano. Su pulso no era mucho mejor que el de la chica, pero juntos podrían tener mas chances de salir enteros del estadio.