22/06/2016, 06:11
El reencuentro con su compañera de aldea se dió en el peor momento posible, ahí en medio de la calamidad el espadachín tenía miles de preguntas en la cabeza pero ninguna respuesta. Quería hacer algo, por una vez en la vida dejar de ser un idiota para comportarse como un ninja. Pero poca ayuda podría ofrecer él considerando la posición en la que se encontraba, lo primero que debía hacer era intentar razonar, pero nada de lo que estaba ocurriendo tenía lógica alguna. Anzu tendría dudas sobre lo que estaba ocurriendo, pero el Takanashi no podría darle ninguna respuesta. De pronto le pareció oir pasos en el corredor, pasos tranquilos y serenos cómo quién se pasea por su casa.
—Shhhhh....— Intentó acallar a su compañera para escuchar mejor.
—Esto es un golpe de buena suerte, sí... Con suerte, si pedimos refuerzos podríamos hacernos con el bijuu, ¿no te parece?
"¿¡Bijuu!?"
Casi desfallece ahí mismo al escuchar la palabra maldita, si aquella monstruosa silueta en verdad era una de las legendarias bestias con cola cómo la que destruyó Kusagakure pocas eran sus esperanzas de salir con vida. El miedo se apoderaba de su ser mientras la presencia de otra persona se hizo notar.
—Tú eres tonto, chaval —Hablaba ahora una voz más aguda, probablemente una mujer—. ¿Cuánto crees que tardarán en encargarse de él? Están aquí los tres kages.
—Si estuviera aquí Namiron-sama, les reventaba a los tres sin despeinarse...
La confusión se fundió con su temor, ¿quién era Namiron? ¿que tenía que ver ese alguien con lo que ocurría? Lo que estaban hablando carecía de sentido... Hasta que se dió cuenta de lo que realmente estaba pasando; Con un movimiento brusco tomó a Anzu y la acercó a él, tapándole la boca con su mano izquierda. Quienquiera que fueran esas personas no eran aliados.
—Espera, ¿has oído algo?
"No... No, no ¡NO!"
Mientras abrazaba a la peliblanca buscaba desesperadamente un lugar para ocultarse, hasta que su mirada se centró en uno de los baños cuya puerta estaba medio abierta. Soltó a la kunoichi y sin pronunciar palabra alguna señaló con su mano hacia el baño. Su mirada era muy diferente a lo habitual, aunque Anzu no lo conociera a profundidad podría notar que aquellos ojos dispares y amables se habían tornado en una expresión afilada reflejando su estado de alerta. Tenían que esconderse sí o sí, el Takanashi empezó a caminar hacia el sitio tratando de hacer el menor ruido posible al andar para evitar delatarlos.
La puerta no podía moverse pues unas rocas lo impedían, pero por suerte había suficiente espacio para poder pasar. Tatsuya volteó a ver a su compañera y movió su cabeza para indicarle que entraran. Estando ya en el interior se paró sobre la tapa del retrete para que no vieran sus pies, además de arquear un poco su espalda para que no vieran su cabeza por encima. Apoyó sus manos en las paredes, tratando también de darle espacio a la morena para que ella también pudiese ocultarse.
No iba a cometer una imprudencia, había aprendido su lección y esta vez actuaría con cautela, pero decirlo era más fácil que hacerlo... Estaba nervioso y le costaba mantener la compostura, respiraba agitado, prestando atención a lo que pudieran decir mientras rogaba que no los encontrasen.
—Shhhhh....— Intentó acallar a su compañera para escuchar mejor.
—Esto es un golpe de buena suerte, sí... Con suerte, si pedimos refuerzos podríamos hacernos con el bijuu, ¿no te parece?
"¿¡Bijuu!?"
Casi desfallece ahí mismo al escuchar la palabra maldita, si aquella monstruosa silueta en verdad era una de las legendarias bestias con cola cómo la que destruyó Kusagakure pocas eran sus esperanzas de salir con vida. El miedo se apoderaba de su ser mientras la presencia de otra persona se hizo notar.
—Tú eres tonto, chaval —Hablaba ahora una voz más aguda, probablemente una mujer—. ¿Cuánto crees que tardarán en encargarse de él? Están aquí los tres kages.
—Si estuviera aquí Namiron-sama, les reventaba a los tres sin despeinarse...
La confusión se fundió con su temor, ¿quién era Namiron? ¿que tenía que ver ese alguien con lo que ocurría? Lo que estaban hablando carecía de sentido... Hasta que se dió cuenta de lo que realmente estaba pasando; Con un movimiento brusco tomó a Anzu y la acercó a él, tapándole la boca con su mano izquierda. Quienquiera que fueran esas personas no eran aliados.
—Espera, ¿has oído algo?
"No... No, no ¡NO!"
Mientras abrazaba a la peliblanca buscaba desesperadamente un lugar para ocultarse, hasta que su mirada se centró en uno de los baños cuya puerta estaba medio abierta. Soltó a la kunoichi y sin pronunciar palabra alguna señaló con su mano hacia el baño. Su mirada era muy diferente a lo habitual, aunque Anzu no lo conociera a profundidad podría notar que aquellos ojos dispares y amables se habían tornado en una expresión afilada reflejando su estado de alerta. Tenían que esconderse sí o sí, el Takanashi empezó a caminar hacia el sitio tratando de hacer el menor ruido posible al andar para evitar delatarlos.
La puerta no podía moverse pues unas rocas lo impedían, pero por suerte había suficiente espacio para poder pasar. Tatsuya volteó a ver a su compañera y movió su cabeza para indicarle que entraran. Estando ya en el interior se paró sobre la tapa del retrete para que no vieran sus pies, además de arquear un poco su espalda para que no vieran su cabeza por encima. Apoyó sus manos en las paredes, tratando también de darle espacio a la morena para que ella también pudiese ocultarse.
No iba a cometer una imprudencia, había aprendido su lección y esta vez actuaría con cautela, pero decirlo era más fácil que hacerlo... Estaba nervioso y le costaba mantener la compostura, respiraba agitado, prestando atención a lo que pudieran decir mientras rogaba que no los encontrasen.