23/06/2016, 15:25
Lejos de haberse vuelto tan fuerte como ansiaba, los nervios y la tensión acumulada habían causado que la kunoichi fuese un cero a la izquierda a la hora de la verdad. Era incapaz de moverse, por mas que su mente le gritaba que lo hiciese. Hasta la misma piel se le quedó helada, casi tan petrificada como su blanquecino aspecto sugería al imitar el color del mármol.
Dios, que desperdicio de chica...
Su mirada gélida casi parecía mostrar sentimientos, brillaban casi indicando sus ganas de desahogarse. Había llegado hasta límites insospechados, abrazándose a la persona que más parecía ser su amigo, buscando cobijo moral o a saber qué... pero no consiguió mas que palabras vacías; palabras vacías que a la vez tenían todo un arsenal de verdades. El médico tenía parte de razón, tenían que salir del lugar antes de que fuese tarde. Pero ahí la discordia, no podían dejar a su suerte al resto de personas. Eran simples civiles que habían acudido de espectadores al torneo, no tenían opción alguna a sobrevivir por si solos.
Para antes de que la chica llegase a reaccionar aún, una inesperada visita llamó la atención de ambos. La mismísima Arashikage se presentó ante ellos con una grácil acrobacia, portando sobre los hombros a dos civiles. Sus palabras fueron realmente duras, pero no por ellos carentes de sentido. Tenía toda la razón del mundo, debían solucionar el problema, no quedarse allí plantados como meros vegetales... menos aún huir del problema como simples gallinas.
«MUÉVETE YA!!»
Casi tan rápida como había aparecido, la todopoderosa Arashikage volvió a la acción, llevándose bien lejos al par de heridos. En segundo plano, el mapache gigante se había comido a una persona. Además, las siluetas de las dos finalistas se imbuyeron con una especie de manta de chakra, de la cuál surgían un par de colas. Cosas a las que la kunoichi no estaba realmente prestando demasiada atención, pero que era imposible dejar pasar de largo.
Sin mas, Katomi llevó el brazo diestro hacia arriba, y lo soltó con toda su fuerza contra el respaldo que había frente a ella. Obviamente había dejado de tomar el brazo de su compañero, para estampar su puño a la velocidad que un yunque de acero cae contra el suelo.
—GYAHHHHHH!!!— Gritó a todo pulmón, desahogándose con el mismo golpe. Los trozos de plástico saltaron disparados con el golpe seco y contundente, y hasta algo de sangre procedente de los nudillos de la chica. Exaltada, su respiración se aceleró a la par que su sangre fluía a mas velocidad, la adrenalina no quedaba atrás en el proceso.
Rápidamente giró la cabeza, buscando con la mirada a Mogura. —Ella tiene razón. Debemos ayudar a la gente a salir de aquí!— Su mirada de nuevo mostraba su determinación. No pensaba caer en ese campo de batalla, aún le faltaban batallas para poder ganar su propia guerra.
Sin mediar mas palabras, o tan siquiera esperar a la confirmación de su compañero, la chica echó un vistazo rápido a su alrededor, en pos de encontrar a alguien que realmente necesitase su ayuda. Lo lamentable era que aproximadamente un 70% de las personas necesitaban de ella... el otro 30% o eran fiambres, o shinobis. Entre tanto, la Sarutobi había apretado tanto los puños que hasta parecía estar cortándose la circulación en las manos, las cuales estaban bañadas en un ligero liguero de sangre.
—Vamos, por allí!— Reafirmó además de con su mirada con su dedo índice.
Señalaba un pequeño grupo de mujeres que llevaban un bebé entre manos. Quizás e grupo estaba formado por tres o cuatro, pero entre una malherida, la gente que no paraba de gritar y pasar corriendo de un lado a otro como gallinas descabezadas, y el intenso fragor de terror que emanaban varias grandes potencias de chakra... la cosa se ponía realmente difícil para ponerse a hacer cálculos innecesarios. Tenían que actuar, y rápido.
No tardó en avanzar a toda velocidad, intentando evadir a toda persona posible en el camino. Al menos contaba con el apoyo de su compañero, Mogura.
Dios, que desperdicio de chica...
Su mirada gélida casi parecía mostrar sentimientos, brillaban casi indicando sus ganas de desahogarse. Había llegado hasta límites insospechados, abrazándose a la persona que más parecía ser su amigo, buscando cobijo moral o a saber qué... pero no consiguió mas que palabras vacías; palabras vacías que a la vez tenían todo un arsenal de verdades. El médico tenía parte de razón, tenían que salir del lugar antes de que fuese tarde. Pero ahí la discordia, no podían dejar a su suerte al resto de personas. Eran simples civiles que habían acudido de espectadores al torneo, no tenían opción alguna a sobrevivir por si solos.
Para antes de que la chica llegase a reaccionar aún, una inesperada visita llamó la atención de ambos. La mismísima Arashikage se presentó ante ellos con una grácil acrobacia, portando sobre los hombros a dos civiles. Sus palabras fueron realmente duras, pero no por ellos carentes de sentido. Tenía toda la razón del mundo, debían solucionar el problema, no quedarse allí plantados como meros vegetales... menos aún huir del problema como simples gallinas.
«MUÉVETE YA!!»
Casi tan rápida como había aparecido, la todopoderosa Arashikage volvió a la acción, llevándose bien lejos al par de heridos. En segundo plano, el mapache gigante se había comido a una persona. Además, las siluetas de las dos finalistas se imbuyeron con una especie de manta de chakra, de la cuál surgían un par de colas. Cosas a las que la kunoichi no estaba realmente prestando demasiada atención, pero que era imposible dejar pasar de largo.
Sin mas, Katomi llevó el brazo diestro hacia arriba, y lo soltó con toda su fuerza contra el respaldo que había frente a ella. Obviamente había dejado de tomar el brazo de su compañero, para estampar su puño a la velocidad que un yunque de acero cae contra el suelo.
—GYAHHHHHH!!!— Gritó a todo pulmón, desahogándose con el mismo golpe. Los trozos de plástico saltaron disparados con el golpe seco y contundente, y hasta algo de sangre procedente de los nudillos de la chica. Exaltada, su respiración se aceleró a la par que su sangre fluía a mas velocidad, la adrenalina no quedaba atrás en el proceso.
Rápidamente giró la cabeza, buscando con la mirada a Mogura. —Ella tiene razón. Debemos ayudar a la gente a salir de aquí!— Su mirada de nuevo mostraba su determinación. No pensaba caer en ese campo de batalla, aún le faltaban batallas para poder ganar su propia guerra.
Sin mediar mas palabras, o tan siquiera esperar a la confirmación de su compañero, la chica echó un vistazo rápido a su alrededor, en pos de encontrar a alguien que realmente necesitase su ayuda. Lo lamentable era que aproximadamente un 70% de las personas necesitaban de ella... el otro 30% o eran fiambres, o shinobis. Entre tanto, la Sarutobi había apretado tanto los puños que hasta parecía estar cortándose la circulación en las manos, las cuales estaban bañadas en un ligero liguero de sangre.
—Vamos, por allí!— Reafirmó además de con su mirada con su dedo índice.
Señalaba un pequeño grupo de mujeres que llevaban un bebé entre manos. Quizás e grupo estaba formado por tres o cuatro, pero entre una malherida, la gente que no paraba de gritar y pasar corriendo de un lado a otro como gallinas descabezadas, y el intenso fragor de terror que emanaban varias grandes potencias de chakra... la cosa se ponía realmente difícil para ponerse a hacer cálculos innecesarios. Tenían que actuar, y rápido.
No tardó en avanzar a toda velocidad, intentando evadir a toda persona posible en el camino. Al menos contaba con el apoyo de su compañero, Mogura.