22/06/2016, 22:14
El tiburón pareció debatirse por unos instantes si era más apropiado salir de allí como liebre huyendo del zorro, o por el contrario; quedarse un tiempo más con el fin de ayudar a otros sobrevivientes de la catástrofe. Pero lo cierto es que en la zona donde él se encontraba, no era mucho lo que había quedado en una sola pieza; y eran él y el calvo lo único que se movía por esos lares. Así que supuso que su advertencia a Karamaru sería suficiente como para que el muchacho se viera convencido de que había que dejar los linderos del estadio tan pronto como fuera posible, pero pronto se daría cuenta que estaba muy equivocado.
Mientras el tiburón peinaba la zona con la vista en la incesante búsqueda de una salida segura, no pudo evitar echar un ojo hacia donde se cocía todo el meollo del asunto. Hasta entonces no había podido ver al causante de semejante destrucción, y seguía sin percatarse de la enorme bestia, pero los rugidos le daban una buena idea de lo que podría estar cerca. Y además, pudo comprobar de primera mano como la conversación ininteligible entre los reunidos en el centro del campo de batalla se vería ferozmente interrumpido por el garrotazo de una mano gigante de color desierto, que se llevaría entre su agarre a una de las personas que se encontraba allí abajo.
«¡¿Pero qué mier?!»
En ese instante se sintió como una mísera mosca en un bol de sopa demasiado grande para sus ínfimas patas. Y por los vientos que soplaban, las probabilidades de ahogarse allí eran muy altas. Pero no lo haría sin dar pelea, eso estaba claro.
¡EEEHH!-advirtió el pelón entre gritos, atrayendo la atención del tiburón de forma inmediata- Allí abajo hay uno de los nuestros, debemos ayudarlo.
Kaido movió su azulado trasero hasta la abertura en la pared y asomó la cabeza por el vacío. Abajo, entre los matorrales, se encontraba nada más y nada menos que el conocido Daruu; sosteniéndose la pierna con gestos inconfundibles de dolor. Si no fuera porque se mesó un par de veces allí en el suelo el tiburón le habría dado por muerto.
—¡Eh, Hanaiko; ¿estás bien?! —era la voz inconfundible de su "buen amigo" el tiburón—. ¡no es momento de tomar una siesta, capullo... levántate y piremos de aquí!
Volvió a observar su alrededor. Parecía que la única forma de salir de allí era descendiendo por la estructura contigua del estadio y caer donde estaba Daruu. Entonces miró a Karamaru y le señaló el descenso.
»Bajemos.
Mientras el tiburón peinaba la zona con la vista en la incesante búsqueda de una salida segura, no pudo evitar echar un ojo hacia donde se cocía todo el meollo del asunto. Hasta entonces no había podido ver al causante de semejante destrucción, y seguía sin percatarse de la enorme bestia, pero los rugidos le daban una buena idea de lo que podría estar cerca. Y además, pudo comprobar de primera mano como la conversación ininteligible entre los reunidos en el centro del campo de batalla se vería ferozmente interrumpido por el garrotazo de una mano gigante de color desierto, que se llevaría entre su agarre a una de las personas que se encontraba allí abajo.
«¡¿Pero qué mier?!»
En ese instante se sintió como una mísera mosca en un bol de sopa demasiado grande para sus ínfimas patas. Y por los vientos que soplaban, las probabilidades de ahogarse allí eran muy altas. Pero no lo haría sin dar pelea, eso estaba claro.
¡EEEHH!-advirtió el pelón entre gritos, atrayendo la atención del tiburón de forma inmediata- Allí abajo hay uno de los nuestros, debemos ayudarlo.
Kaido movió su azulado trasero hasta la abertura en la pared y asomó la cabeza por el vacío. Abajo, entre los matorrales, se encontraba nada más y nada menos que el conocido Daruu; sosteniéndose la pierna con gestos inconfundibles de dolor. Si no fuera porque se mesó un par de veces allí en el suelo el tiburón le habría dado por muerto.
—¡Eh, Hanaiko; ¿estás bien?! —era la voz inconfundible de su "buen amigo" el tiburón—. ¡no es momento de tomar una siesta, capullo... levántate y piremos de aquí!
Volvió a observar su alrededor. Parecía que la única forma de salir de allí era descendiendo por la estructura contigua del estadio y caer donde estaba Daruu. Entonces miró a Karamaru y le señaló el descenso.
»Bajemos.