23/06/2016, 15:33
(Última modificación: 23/06/2016, 15:45 por Manase Mogura.)
Las palabras de Mogura no tenían mayor objetivo que el de llamar a su compañera a la tierra nuevamente y además plantear un objetivo en medio de todo ese caos que se había estado desencadenando muy pero muy rápido. A él mismo no le hubiesen venido mal unas palabras que pudiesen levantar su moral, pero en aquel instante no se le ocurría nada para decir, ya sea porque hubiese sido imposible para él imaginarse en aquella situación o que por su corta experiencia no se había enfrentado a un nivel de estrés tan grande como el que estaba pasando.
Fue entonces que la mismísima Arashikage habría aterrizado junto a ellos para lanzarle unas palabras bastante duras y directas, palabras dichas en un tono que hicieron que al shinobi se le erizara la piel del cuerpo.
¡HAI!
Exclamó con toda la fuerza que tuvo en ese momento, gritando prácticamente. Había girado su cuerpo para lograr ver la silueta de su líder y fue cuando esta se marchó que hizo contacto con lo que ocurría en la arena donde se había celebrado el combate final, cosas que escapaban totalmente el entendimiento del joven Manase, pero que no serían fáciles de olvidar tampoco.
Volvió su mirada a su compañera cuando esta lanzó aquel grito. ¿Sería qué a ella también le habían llegado las palabras de su kage? No tardaría en confirmar ese pensamiento cuando las palabras comenzaron a fluir de sus labios, ambos estaban en posición de actuar finalmente.
Lo dijo Arashikage-sama, no perdamos más el tiempo.
Fueron las palabras que escogió para contestarle el comentario a la chica de ojos rojos.
Miró en la dirección señalada por la kunoichi y tras verla marchar sin pensarlo mucho más ya las cosas habían quedado claras, se había lanzado de lleno avanzando entre las personas como un dragón serpenteando en el aire, esquivando a cualquier cosa que podría considerarse un obstáculo. Mogura por su parte correría a una corta distancia de aquel dragón de ojos rojos como si fuese la corriente de viento que provocaría al cruzar por el cielo.
Fue entonces que la mismísima Arashikage habría aterrizado junto a ellos para lanzarle unas palabras bastante duras y directas, palabras dichas en un tono que hicieron que al shinobi se le erizara la piel del cuerpo.
¡HAI!
Exclamó con toda la fuerza que tuvo en ese momento, gritando prácticamente. Había girado su cuerpo para lograr ver la silueta de su líder y fue cuando esta se marchó que hizo contacto con lo que ocurría en la arena donde se había celebrado el combate final, cosas que escapaban totalmente el entendimiento del joven Manase, pero que no serían fáciles de olvidar tampoco.
Volvió su mirada a su compañera cuando esta lanzó aquel grito. ¿Sería qué a ella también le habían llegado las palabras de su kage? No tardaría en confirmar ese pensamiento cuando las palabras comenzaron a fluir de sus labios, ambos estaban en posición de actuar finalmente.
Lo dijo Arashikage-sama, no perdamos más el tiempo.
Fueron las palabras que escogió para contestarle el comentario a la chica de ojos rojos.
Miró en la dirección señalada por la kunoichi y tras verla marchar sin pensarlo mucho más ya las cosas habían quedado claras, se había lanzado de lleno avanzando entre las personas como un dragón serpenteando en el aire, esquivando a cualquier cosa que podría considerarse un obstáculo. Mogura por su parte correría a una corta distancia de aquel dragón de ojos rojos como si fuese la corriente de viento que provocaría al cruzar por el cielo.