24/06/2016, 18:01
Se habia plantado en el sitio más peligroso del lugar, unicamente desbancado por el lugar en el que se encontraba Yota, y le habia tendido la mano a la peliazul para salir de alli cuanto antes. Y desde ese lugar esperó la respuesta de la kunoichi, esta parecia confusa, tras unos segundos reaccionó, se giró hacia donde se encontraban los kages y pronunció las únicas palabras que habian llegado al cerebro del rubio.
— ¡No le hagan nada malo a Datsue-san, por favor!
— ¡No le hagan nada malo a Datsue-san, por favor!
¡No le hagan nada malo a Datsue-san, por favor!
Le acababa de ignorar completamente, ni una mirada, ni una palabra, nada. Habia preferido preocuparse por aquel tal Datsue que irse con él. No habia una sola forma en el inmenso universo en el que vivian de describir lo que sintió Nabi en ese preciso instante. De repente, él ya no era necesario en ese mundo. Aunque ¿acaso no se lo merecia? ¿no se encontraba ante la recogida de lo que habia sembrado desde que piso aquella villa años ha?
Sus ojos se tornaron negros, como siempre habian sido, como siempre debieron haber sido. Antes de poder decidir nada, los gritos de su propia kage captaron la atención del enorme mapache mutante lleno de chakra que estaba propagando la destrucción por el lugar. Una de sus garras se dirigió a la zona en la que se encontraban, por suerte, el kage de la cascada logró poner a salvo a todos, excepto al shinobi más ignorado de lugar. Una lagrima rodó por su mejilla, y dejó de ser él. Porque él dejó de ser necesario.
El salvaje bijuu agarró al rubio con su zarpa y lo alzó en alto. Por suerte, el bicho no tenia intención de aplastarlo, porque sino ya seria una sopa de sesos e intestinos, tenia unos breves instantes entre que lo mirara y se lo comiera o lo tirara o hiciera lo que fuera a hacer con él, en el 99% de las opciones acababa muerto. Y allí, apretujado por una extremidad de un mapache gigante y muchisimo más poderoso que cualquiera de los ninja que habia conocido, tuvo la certeza de que su vida llegaba a su fin.
Nada que se pudiera comparar a nada que hubiera vivido hasta el momento, la otra vez era un humano, un igual, a pesar de que se sintiera incapaz, era consciente de que el único impedimento era psicologico. Ese pequeño bache mental que te dice que matar humanos está mal.
Esta vez, la diferencia era abismal e innegable. ¿Qué iba a hacer contra un ser de leyendas y mitos? Solo sujetandolo ya le dificultaba la respiración, era totalmente incapaz de mover sus manos para alcanzar sus armas o hacer sellos.
Pasa algo interesante cuando aceptas el hecho inevitable de que vas a morir, cambias el objetivo de la supervivencia por el de no morir en vano. Hacer algo digno, por lo que ser recordado al morir, partir un bijuu en dos seria un hecho más que remarcable, aunque dejes tu vida en ello. Nabi no aspiraba a tanto, si lograba detenerlo unos segundos con su único jutsu que no necesitaba sellos.
El sharingan era un jutsu extraño, el chakra canalizaba la sangre a los ojos, o la sangre canalizaba el chakra y se activaba. Ya habia intentado forzarlo otras veces, pero ni su chakra ni su sangre parecian preparados para dar ese paso y cuando empezaba a dolerle paraba. Esta vez no pararia.
A duras penas consiguió levantar el dedo indice y corazón de una mano, con ese simple sello intentó mover cada apice de energia de su cuerpo hacia sus ojos. Normalmente, el sharingan solo cambia de color el iris, que se tiñe de rojo con pequeñas comas orbitando alrededor de la pupila. Sin embargo, la enorme presión ejercida por todo su chakra sobre ellos hizo que las venas oculares empezaran a crecer y a enrojecer aún más sus ojos. Si hubiera tenido las manos libres se los hubiera arrancado, pues le ardian como si detras del globo ocular hubiera acero al rojo vivo. Decenas de lineas rojas recorrian su esclerótica hasta llegar al circulo carmesí donde por un instante, las dos comas se juntaron hacia un lado dejando sitio para la aparición de una tercera, pero era demasiado tarde. Una de las venas reventó y la sangre empañó por completo uno de sus ojos. Del dolor y el esfuerzo, además del fuerte agarre del bijuu, el rubio vació su estomago en la mano del bicho.
Rendido, echó la cabeza hacia atras, a punto de perder la consciencia. Con la cara llena de sangre y la boca con sabor a huevo revenido, Uchiha Nabi se rindió. Al bijuu, a su vida, a Hozuki Namiron. Ese maldito Hozuki rubio habia ganado sin hacer nada. El único ojo que podia abrir lo tenia clavado en el cielo, no veia ninguna masacre ni tragedia. Veia las nubes, moviendose con su lentitud habitual. Y eso fue lo último que vio, unas apacibles masas gaseosas a una distancia gigantesca de él, moviendose mucho más rapido de lo que él pensaba.
— ¡No le hagan nada malo a Datsue-san, por favor!
— ¡No le hagan nada malo a Datsue-san, por favor!
¡No le hagan nada malo a Datsue-san, por favor!
Le acababa de ignorar completamente, ni una mirada, ni una palabra, nada. Habia preferido preocuparse por aquel tal Datsue que irse con él. No habia una sola forma en el inmenso universo en el que vivian de describir lo que sintió Nabi en ese preciso instante. De repente, él ya no era necesario en ese mundo. Aunque ¿acaso no se lo merecia? ¿no se encontraba ante la recogida de lo que habia sembrado desde que piso aquella villa años ha?
Sus ojos se tornaron negros, como siempre habian sido, como siempre debieron haber sido. Antes de poder decidir nada, los gritos de su propia kage captaron la atención del enorme mapache mutante lleno de chakra que estaba propagando la destrucción por el lugar. Una de sus garras se dirigió a la zona en la que se encontraban, por suerte, el kage de la cascada logró poner a salvo a todos, excepto al shinobi más ignorado de lugar. Una lagrima rodó por su mejilla, y dejó de ser él. Porque él dejó de ser necesario.
El salvaje bijuu agarró al rubio con su zarpa y lo alzó en alto. Por suerte, el bicho no tenia intención de aplastarlo, porque sino ya seria una sopa de sesos e intestinos, tenia unos breves instantes entre que lo mirara y se lo comiera o lo tirara o hiciera lo que fuera a hacer con él, en el 99% de las opciones acababa muerto. Y allí, apretujado por una extremidad de un mapache gigante y muchisimo más poderoso que cualquiera de los ninja que habia conocido, tuvo la certeza de que su vida llegaba a su fin.
Nada que se pudiera comparar a nada que hubiera vivido hasta el momento, la otra vez era un humano, un igual, a pesar de que se sintiera incapaz, era consciente de que el único impedimento era psicologico. Ese pequeño bache mental que te dice que matar humanos está mal.
Esta vez, la diferencia era abismal e innegable. ¿Qué iba a hacer contra un ser de leyendas y mitos? Solo sujetandolo ya le dificultaba la respiración, era totalmente incapaz de mover sus manos para alcanzar sus armas o hacer sellos.
Pasa algo interesante cuando aceptas el hecho inevitable de que vas a morir, cambias el objetivo de la supervivencia por el de no morir en vano. Hacer algo digno, por lo que ser recordado al morir, partir un bijuu en dos seria un hecho más que remarcable, aunque dejes tu vida en ello. Nabi no aspiraba a tanto, si lograba detenerlo unos segundos con su único jutsu que no necesitaba sellos.
El sharingan era un jutsu extraño, el chakra canalizaba la sangre a los ojos, o la sangre canalizaba el chakra y se activaba. Ya habia intentado forzarlo otras veces, pero ni su chakra ni su sangre parecian preparados para dar ese paso y cuando empezaba a dolerle paraba. Esta vez no pararia.
A duras penas consiguió levantar el dedo indice y corazón de una mano, con ese simple sello intentó mover cada apice de energia de su cuerpo hacia sus ojos. Normalmente, el sharingan solo cambia de color el iris, que se tiñe de rojo con pequeñas comas orbitando alrededor de la pupila. Sin embargo, la enorme presión ejercida por todo su chakra sobre ellos hizo que las venas oculares empezaran a crecer y a enrojecer aún más sus ojos. Si hubiera tenido las manos libres se los hubiera arrancado, pues le ardian como si detras del globo ocular hubiera acero al rojo vivo. Decenas de lineas rojas recorrian su esclerótica hasta llegar al circulo carmesí donde por un instante, las dos comas se juntaron hacia un lado dejando sitio para la aparición de una tercera, pero era demasiado tarde. Una de las venas reventó y la sangre empañó por completo uno de sus ojos. Del dolor y el esfuerzo, además del fuerte agarre del bijuu, el rubio vació su estomago en la mano del bicho.
Rendido, echó la cabeza hacia atras, a punto de perder la consciencia. Con la cara llena de sangre y la boca con sabor a huevo revenido, Uchiha Nabi se rindió. Al bijuu, a su vida, a Hozuki Namiron. Ese maldito Hozuki rubio habia ganado sin hacer nada. El único ojo que podia abrir lo tenia clavado en el cielo, no veia ninguna masacre ni tragedia. Veia las nubes, moviendose con su lentitud habitual. Y eso fue lo último que vio, unas apacibles masas gaseosas a una distancia gigantesca de él, moviendose mucho más rapido de lo que él pensaba.
—Nabi—
![[Imagen: 23uv4XH.gif]](https://i.imgur.com/23uv4XH.gif)