28/06/2016, 15:32
Quizás todo aquello no hubiera sido más que una de las bromas más pesadas del destino. ¿Qué era lo que lo había empujado a salir en busca de aquel hombre? Un hombre que había sido capaz de tumbar a un ANBU de su Villa, y aún así, el joven rastafari se había acercado a él, quizás guiado por la inocencia y por la desesperación que sentía en aquellos momentos, pero, estaba claro que todo aquello al hombre le daba igual.
Sin mediar si quiera palabra, sin si quiera mirarle a la cara, aquel extraño hombre desapareció un instante a sus ojos, y cuando quiso volver a verlo, se encontraba justo frente a él, y tal y como apareció, le propinó una serie de golpes.
El primero en el estómago, que le dejó sin aire en el mismo instante del impacto, el segundo, en la cara, que le lanzó hacia atrás haciéndole caer y perder de vista al encapuchado. Por último, el hombre apareció de nuevo en el campo visual de Riko, que pudo ver como echaba mano a una katana, desenfundándola y...
De repente todo estaba borroso, no era capaz de ver nada claro, la luz se iba apagando poco a poco, como si alguien estuviera jugueteando con el regulador de luz. Riko echó un vistazo a su alrededor, viendo nada mas que manchas borrosas; verdes, de los árboles; azul, del cielo... Una lágrima se deslizó por su mejilla, mezclándose con el inmenso charco de sangre que se había formado bajo su cabeza al caer al suelo.
El joven moribundo fue capaz de escuchar el grito desgarrador de una madre que acaba de presenciar la muerte de su hijo, y, de repente, el silencio, no había nada más, ni luces al final del túnel ni nada por el estilo. Su vida había acabado, cuando ni si quiera había comenzado a vivir, con toda la vida por delante, y por ser demasiado inocente quizás, todo se había acabado allí.
Sin mediar si quiera palabra, sin si quiera mirarle a la cara, aquel extraño hombre desapareció un instante a sus ojos, y cuando quiso volver a verlo, se encontraba justo frente a él, y tal y como apareció, le propinó una serie de golpes.
El primero en el estómago, que le dejó sin aire en el mismo instante del impacto, el segundo, en la cara, que le lanzó hacia atrás haciéndole caer y perder de vista al encapuchado. Por último, el hombre apareció de nuevo en el campo visual de Riko, que pudo ver como echaba mano a una katana, desenfundándola y...
De repente todo estaba borroso, no era capaz de ver nada claro, la luz se iba apagando poco a poco, como si alguien estuviera jugueteando con el regulador de luz. Riko echó un vistazo a su alrededor, viendo nada mas que manchas borrosas; verdes, de los árboles; azul, del cielo... Una lágrima se deslizó por su mejilla, mezclándose con el inmenso charco de sangre que se había formado bajo su cabeza al caer al suelo.
El joven moribundo fue capaz de escuchar el grito desgarrador de una madre que acaba de presenciar la muerte de su hijo, y, de repente, el silencio, no había nada más, ni luces al final del túnel ni nada por el estilo. Su vida había acabado, cuando ni si quiera había comenzado a vivir, con toda la vida por delante, y por ser demasiado inocente quizás, todo se había acabado allí.
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»