28/06/2016, 20:37
Curiosamente a la hora de dejar al empleado en el suelo nadie la interrumpió y no hubo más golpes de parte de una horda de personas desesperadas por escapar. Todos o se habían ido o ya no sentían la necesidad de pasarle por encima a nadie y era hasta lógico, pero lo que la rubia no entendía aún era por qué, estando tan cerca de la salida había decidido regresar al encuentro con el bijuu.
No tenía sentido, a si misma siempre se consideró perfecta y muy hábil pero frente a esa cosa tenía más que claro que no podría hacer absolutamente nada principalmente por el miedo que apenas le permitía mantener la comida en su estómago.
Justo cuando aquella atroz escena volvió a aparecerse ante la kunoichi pudo que la criatura que estaba destruyendo absolutamente todo era partida a la mitad aunque por las distancias ni siquiera pudo divisar qué lo provocó. De todas maneras la atención de la rubia estaba en los alrededores, buscar a alguien que pudiera necesitar ayuda y a medida que bajaba escaleras y evitaba tropezar con miembros amputados y vísceras de los civiles asesinados pudo divisar una silueta rojiza que hasta cierto punto le resultaba conocida.
—Dime que no… —Se dijo a sí misma la de Taki que comenzaba a temerse lo peor, encontrarse a su compañera de villa muerta cuando hacía unos minutos había estado tan bien no le resultaba una idea seductora por muy mal que le cayera.
Tardó bastante poco en llegar al lugar donde se encontraba la pelirroja y para su sorpresa allí lo vio, un niño de unos diez años con suerte, bañado en sangre y demasiado pegado a la chica. —¿Qué…? —Apenas alcanzó a soltar presa del pánico al ver la sangre de su compañera derramándose por el suelo.
Era bastante obvio lo que había ocurrido, lo suficiente como para que una kunoichi como Noemi fuese capaz de deducirlo por lo que no dudó ni un segundo en sacar su katana y apuntarla al niño que muy probablemente estaría con la guardia en alto.
Sin perder aún más tiempo la rubia lanzó una estocada directa al torso del niño ya que muy inocente no parecía, con un poco de suerte se lo cargaba allí mismo y podría ocuparse de sacar a Ritsuko de la escena aunque… Tener a un bijuu tan cerca la intimidaba bastante.
No tenía sentido, a si misma siempre se consideró perfecta y muy hábil pero frente a esa cosa tenía más que claro que no podría hacer absolutamente nada principalmente por el miedo que apenas le permitía mantener la comida en su estómago.
Justo cuando aquella atroz escena volvió a aparecerse ante la kunoichi pudo que la criatura que estaba destruyendo absolutamente todo era partida a la mitad aunque por las distancias ni siquiera pudo divisar qué lo provocó. De todas maneras la atención de la rubia estaba en los alrededores, buscar a alguien que pudiera necesitar ayuda y a medida que bajaba escaleras y evitaba tropezar con miembros amputados y vísceras de los civiles asesinados pudo divisar una silueta rojiza que hasta cierto punto le resultaba conocida.
—Dime que no… —Se dijo a sí misma la de Taki que comenzaba a temerse lo peor, encontrarse a su compañera de villa muerta cuando hacía unos minutos había estado tan bien no le resultaba una idea seductora por muy mal que le cayera.
Tardó bastante poco en llegar al lugar donde se encontraba la pelirroja y para su sorpresa allí lo vio, un niño de unos diez años con suerte, bañado en sangre y demasiado pegado a la chica. —¿Qué…? —Apenas alcanzó a soltar presa del pánico al ver la sangre de su compañera derramándose por el suelo.
Era bastante obvio lo que había ocurrido, lo suficiente como para que una kunoichi como Noemi fuese capaz de deducirlo por lo que no dudó ni un segundo en sacar su katana y apuntarla al niño que muy probablemente estaría con la guardia en alto.
Sin perder aún más tiempo la rubia lanzó una estocada directa al torso del niño ya que muy inocente no parecía, con un poco de suerte se lo cargaba allí mismo y podría ocuparse de sacar a Ritsuko de la escena aunque… Tener a un bijuu tan cerca la intimidaba bastante.